INICIO > LATINOAMERICA > Venezuela
Golpe en curso en Venezuela
Por: Dario Azzellini
En Venezuela hay un intento de golpe respaldado por Estados Unidos en pleno desarrollo. El 23 de enero, el político opositor hasta ahora desconocido, Juan Guaidó (que asumió sólo el 5 de enero de 2019 como presidente de la Asamblea Nacional declarada ilegal por el tribunal supremo de Venezuela) se autoproclamó presidente de Venezuela. Lo hizo alentado por el gobierno de los Estados Unidos. El golpe se preparó en conversaciones secretas en presencia de representantes del gobierno colombiano en los EEUU. La autoproclamación de Guaidó fue inmediatamente reconocida por los gobiernos de EEUU y Canadá. Los gobiernos de extrema derecha en Brasil y Colombia, así como el gobierno derechista de Argentina, no se tardaron mucho en reconocer también a Guaidó. Varios gobiernos de la UE, entre ellos Alemania, Francia y España, han prometido el apoyo de Guaidó y le pusieron un ultimátum al gobierno de Maduro para convocar a nuevas elecciones dentro de ocho días (el domingo 3 de febrero).
Hay mucho que criticar al gobierno de Nicolás Maduro. Más allá de cómo evaluar al gobierno de Maduro en Venezuela, pero debería quedar claro que se trata de un golpe de estado organizado por EEUU para llevar al poder un gobierno de derecha en Venezuela. La autoproclamación de Guaidó no tiene fundamento legal o constitucional.
El golpe fue organizado por el vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo, el senador Marco Rubio y el asesor de seguridad nacional John Bolton. Este último, en una entrevista televisiva el 26 de enero, también admitió sin rodeos que se trataba de otorgar a las compañías petroleras estadounidenses el control del petróleo venezolano. Más allá de todos los cuentos sobre democracia difundidos por la mayoría de los medios de comunicación y los gobiernos que apoyan el golpe, en Venezuela lo que realmente importa son intereses geopolíticos y el acceso a inmensos recursos. Venezuela tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo, el segundo depósito de oro más grande, probablemente el segundo depósito de coltán más grande, el octavo depósito de gas más grande, además de abundantes tierras raras, varios minerales, diamantes y agua.
En línea con la "democratización" típica para EEUU, el ministro de Relaciones Exteriores, Pompeo, designó a Elliott Abrams como enviado de los EEUU para la democratización de Venezuela. Abrams participó en el apoyo a los escuadrones de la muerte de América Central en la década de 1980 y fue condenado legalmente por su participación en el caso Irán-Contra (negocios de armas, narcotráfico y contrabando en apoyo de los Contras en Nicaragua). El presidente George H.W. Bush perdonó a Abrams y este se volvió un vociferante promotor de la guerra de Irak. Que cada uno saque sus propias conclusiones sobre la "democratización" aspirada por los EEUU.
Las cuentas no salieron
Los halcones del gobierno de los EEUU tenían un escenario en mente, en el cual los militares de Venezuela luego del reconocimiento de Guaidó por parte de los EEUU de Maduro irían a quitar su apoyo al gobierno, además que estallaría un levantamiento popular. Dejamos por un lado cuán realistas eran las expectativas y si Pompeo y su banda realmente creían en sus propios cuentos. El escenario de todos modos no se ha dado. El ejército venezolano declaró su respaldo al gobierno de Maduro, la movilización opositora se volvió mínima después de pocos días mientras la movilización en contra del golpe sigue presente en las calles. Desde el 21 de enero hubo alrededor de 30 muertos y 700 arrestos. Muchos de los cuales jóvenes de barrios populares que no protestaban ni de un lado ni del otro, más bien se aprovecharon de la situación para cometer crímenes comunes o no estuvieron involucrados en absoluto. La actuación de algunos policías ha sido denunciada y necesita investigación. No hubo ningún levantamiento (más allá de intentos aislados de sujetos armado y camuflados como policías o militares). En Venezuela, ahora reina una calma tensa, la mayoría de las personas se ocupan de sus actividades diarias normales. Incluso en la oposición misma la actuación de Guaidó es fuertemente cuestionada, y en algunos sectores abiertamente rechazada. Varios representantes de la oposición, como el MAS (formalmente socialdemócrata) o el líder opositor histórico, Claudio Fermín, se han manifestado en contra.
Contrariamente a la propaganda generalizada en los medios y de los políticos de EEUU y de la UE, que presentan al gobierno de Maduro como "completamente" aislado a nivel internacional, la postura que no encuentra aceptación como esperaban es la de EEUU. Los Estados Unidos y Canadá no tuvieron éxito ni siquiera en la Organización de Estados Americanos (OEA), normalmente fiel a EEUU, para lograr una mayoría para el reconocimiento de Guaidó. Por eso 16 de los 34 países recurrieron a la farsa de publicar una declaración firmada nada más por ellos que la propaganda recogió como supuesta declaración de la OEA. Los esfuerzos de EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU también fracasaron. No solo que Rusia y China vetaron un reconocimiento de Guaidó o el desconocimiento de Maduro, sino que la mayoría de los países representados no siguieron a EEUU. Aunque países europeos como Alemania, Francia, Reino Unido y España declararon en vieja manera colonial que si Maduro no llamaría a elecciones hasta el domingo (3 de febrero) la Unión Europea iba a reconocer a Guaidó como presidente legítimo, no se logró un consenso en la UE, así que se votó una declaración en el Parlamento Europeo reconociendo a Guaidó. Un acto más bien simbólico ya que las decisiones relevantes tienes que ser tomadas por el conjunto de los gobiernos nacionales y luego puestas en acto por los mismos. De hecho, los países de la UE luego declararon de formar una comisión especial de 90 días para apoyar una solución negociada en Venezuela que según ellos debería incluir un anuncio de nuevas elecciones presidenciales. Aparte de Paraguay (que aprovechó la oportunidad del día ya que tiene deudas con Venezuela) y EEUU, ningún país rompió relaciones diplomáticas con Venezuela. La Caricom rechazó el reconocimiento de Guaidó y la Unión Africana declaró su reconocimiento de Maduro. Rusia y China condenaron el intento de golpe encabezado por EEUU, instaron a los EEUU a no osar una intervención y reafirmaron su reconocimiento del gobierno de Maduro. Esto ciertamente no se debe a una simpatía excesiva por Maduro, sino a los fuertes intereses geoestratégicos y las grandes inversiones que ambos países han hecho en Venezuela.
Mayor escalada
Los EEUU continúan apuntando a una escalada de la situación. A la declaración de Venezuela de expulsar los diplomáticos estadounidenses en Venezuela, el gobierno de los EEUU respondió declarando de que el personal permanece allí, ya que Maduro no tiene la autoridad para expulsarlo. Probable que el gobierno de los EEUU intente provocar una reacción de Venezuela para justificar consecuencias, como una acción militar. El gobierno de los EEUU también anunció que bloquearía US $ 7 mil millones de la petrolera estatal PDVSA y las refinerías Citgo en los EEUU. Y permitiría solo seguir con operaciones de las mismas si los pagos son transferidos a una cuenta bloqueada. Citgo es la principal fuente de divisas de Venezuela, pero EEUU ya prohibió hace mucho tiempo el reenvío de ganancias a Venezuela. Gran Bretaña se niega a pagar a Venezuela $ 1.200 millones en oro que Venezuela tiene en un banco británico. Esto mira a empeorar aún más la desolada situación económica del país, a fin de promover una caída del gobierno. México y Uruguay se han ofrecido como facilitadores para buscar una solución negociada entre el gobierno y la oposición. El gobierno venezolano ya ha aceptado la oferta. El encuentro, en el cual participarán varios países más, entre ellos Italia y también representante de la ONU, será el 7 de febrero en México. Guaidó ya rechazó una posible participación.
¿Qué pasará?
Desafortunadamente tampoco tengo una bola de cristal. En primer lugar, se puede afirmar, que el gobierno venezolano ha ganado tiempo y los planes del gobierno de los EEUU aún no han funcionado. Durante un discurso en una gran manifestación en apoyo al gobierno el sábado 2 de febrero Maduro anunció de adelantar las elecciones a la Asamblea Nacional previstas para el 2020 y celebrarlas en 2019. La oposición declaró inmediatamente que eso no es suficiente. No se puede excluir que Colombia o Brasil inicien alguna acción militar. El presidente colombiano Duque está bajo presión muy grande en su propio país a causa de protestas masivas de varios sectores. Las Naciones Unidas declararon recién que se están cometiendo asesinatos sistemáticos de activistas de movimientos sociales (casi 200 en 2018, 37% más que en 2017). El gobierno no cumple con los acuerdos de paz firmados con las FARC y cada vez más ex guerrilleros de las FARC se pasan ora vez a la clandestinidad o retoman las armas, mientras el gobierno abandonó las negociaciones con el ELN. El presidente brasileño Bolsonaro, por otro lado, podría utilizar la intervención militar en Venezuela para una movilización fascista nacionalista para fortalecer su posición. La problemática situación de Trump, sin embargo, también hace que el gobierno de los EEUU sea un actor difícil de predecir. Las investigaciones legales en varios asuntos en contra de Trump lo están poniendo en una situación más difícil cada día. La guerra comercial con China, la perdida de la mayoría en el Congreso después de las elecciones, y el bloqueo presupuestario le dificultan cada vez más la implementación de sus promesas políticas. Apenas tiene éxitos. No sería la primera vez que un presidente de los Estados Unidos busca su salvación en una guerra.
Más allá de las consecuencias catastróficas para Venezuela y un probable baño de sangre, una intervención militar en Venezuela también podría tener consecuencias dramáticas a escala global. Empujaría a América Latina a una fase oscura de dominio de gobiernos de derecha radical, incluso fascistas, y destruiría cualquier perspectiva sobre las opciones pacíficas de una política soberana. También podría tener consecuencias a nivel mundial. Si los EEUU o sus representantes regionales intervienen militarmente en Venezuela, Rusia y China podrían intervenir directamente o, como reacción, hacer lo mismo en otras regiones del mundo como contrapeso a lo que perdieron en Venezuela.
Una postura de izquierda, así como de cualquier fuerza que se llame a sí misma democrática o que simplemente sea suficientemente prudente para querer detener una escalada difícil de predecir, solo puede significar oponerse a la solución violenta en Venezuela impulsada por EEUU y los gobiernos latinoamericanos de derecha y fomentada por muchos países de Europa.