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Lo que oculta nuestra discusión rioplatense.
UN ATAQUE DESESTABILIZADOR CONTRA EL CONO SUR
Por: Eduardo Pérsico (*).
Cualquier persona ajena al Río de la Plata que visitara los bares de Buenos Aires o Montevideo, escucharía muchas discusiones sobre los grandes temas de la humanidad, las peripecias del amor o del fútbol ‘que podríamos darnos el lujo de integrar una selección imbatible y única’. Porque todos aquellos que prestan buena atención, en las dos márgenes suelen escuchar similar verba para describir el cosmos o las caderas de alguna mujer al paso, y no dudan en afirmar que argentinos y uruguayos pertenecen al mismo grupo étnico, político y social propio de un solo país. Esto es ciertamente así y no sólo por sus comunes y genuinos orígenes al erigirse como comarca única, sin intereses opuestos sino bien interdependientes, y que sin embargo y pese a tanta cercanía, hace más de un año dejó de ser idílicamente perfecta ante la crecida del malhumor entre las dos orillas del río ‘que nos une y cada tanto nos separa’. El malestar empezó y se va desatando a partir de la instalación en el margen uruguayo de unas plantas europeas productoras de celulosa, que sin duda erosionarán tanto la ecología como las relaciones si no se extreman las precauciones técnicas para evitarlo.
Los habitantes de ambos lados, en su mayoría no pierden el sueño por esta desavenencia ajena a las habituales; si Gardel naciera o no en Tacuarembó, por qué al tango se lo considera una expresión solamente porteña en el mundo entero, o si la letra del tema “Garufa” es una grosería elitista de autor uruguayo o apenas una burla nochera contra un laburante. Pero ahora y bromas al margen, todos intuyen que este nuevo asunto requiere una debate más hondo. Hoy las diferencias son sustantivas y aunque en ambos lados del río sepamos con la misma unción “Artigas, padre de la patria, primer jefe de los orientales, luchaste para darnos la patria en que vivimos”, - que me enseñó en el primario el chueco Peralta, que llegó a mi barrio desde Paysandú- las aguas se siguen enfrentando y creciendo ante la pasividad, impericia y estupidez de los responsables políticos de ambos lados. Y quienes sospechan con mejor atención y acaso con algo más de astucia histórica los enfrentamientos subyacentes a materializarse más adelante, bien saben que esta buena gente que oficia de negociadores políticos no discuten ni agotan públicamente y a la luz del día la causa principal, el conflicto subterráneo que trasciende a los cortes de puentes entre los dos países o la suspensión de los viajes en el buquebús de un lado al otro. Esos incidentes molestos al fin recalarían en lo anecdótico cuando lo irracional y preocupante consiste en no publicitar hasta el cansancio y digamos, rabiosamente y por todos los medios de información, las normas técnicas de purificación de los líquidos que caerán al Río de la Plata.
Cuando empecemos a enterarnos de esa ‘verdad oculta’ cambiarán todos los enfoques, no somos tan inocentes y si nos cuentan con cuidado hasta les prometemos entender. Ya que durante más de un año, del método a utilizar en la producción de esa materia prima para no perjudicar las aguas apenas se nos dijo “que podría ser la tecnología ECF, libre de cloro, o la TCF libre totalmente de cloro”, que es técnicamente hablando tan serio como decir “es algo así pero ahora no estoy seguro ni me acuerdo”, o cualquier otra irreverencia verbal. Esa falta de claridad en decir cuáles serán los patrones técnicos a utilizar para purificar los desechos es el verdadero origen de la discordia. Esa negativa al anuncio por conveniencia de Botnia, la empresa que comenzaría la producción de la pasta celulosa antes de finalizar el año 2007, aparece diluida en ambigüedades por los medios de comunicación , las bravuconadas cada día menos encendidas de los funcionarios de ambos bandos que discuten y discuten, y hasta sugestivamente no se agita como un reclamo irrenunciable entre los activos ambientalistas de Gualeguaychú, la población argentina que sufriría las peores consecuencias de la polución.
Es evidente que toda producción industrial ensucia y erosiona, y en este caso es notoria la intención de trasladar a la periferia del Primer Mundo una actividad seriamente perjudicial al medio ambiente. Esta política de radicación de las industrias sucias es un ejercicio constante de los países más desarrollados, pero si los costosos funcionarios argentinos y uruguayos quieren empezar a desbrozar el debate que acabará enmarañando a todos, deberían dejar de lado lo superficial y aclarar en un discurso único que la instalación de semejante planta productora de pulpa celulósica ‘es factible por estas razones técnicas’. Sencillamente podrían comenzar con esa frase y a renglón seguido exponer las normas aprobadas y las explicaciones científicas válidas, cristalinas y entendibles, que harían seguro el procesamiento de los desechos industriales. Vean ustedes qué sencillo, sin hacer exhibición de traseros argentinos en los foros internacionales ni mostrar la garra uruguaya enviando militares a cuidar una obra en construcción de la empresa finlandesa que rechazó la custodia, y aunque este problema para los mandantes actuales sea una herencia de gobiernos anteriores, sería oportuno que actuaran sobre las causas y olvidarse un rato de los efectos políticos y a rastrón, con menos palabrerío ‘revolucionario’ inoperante y aburrido. Como ciertas pendejadas de protesta de los ecologistas contrarios que reclaman ‘la no transformación visual del hábitat’, - que al fin se daría en el margen opuesto- y es un modo de seguir alrededor de lo secundario con frasecitas pretenciosas.
Lo principal y preocupante de esta crisis incipiente, es algo más provocador y serio que los políticos y representantes de ambas orillas escatiman en sus declaraciones por temor a desacomodarse, y entre el gentío en general no repetimos por desconocimiento: la real intención que se oculta en la instalación de una planta industrial que puede erosionar peligrosamente el área del Río de la Plata y generar conflictos no solamente entre Argentina y Uruguay sino en todo el cono sur, es una cabeza de playa urdida por el imperialismo capitalista, - cada día más impronunciable- contra la consolidación del MERCOSUR. Aquí ya dejamos de inquietarnos solamente por las aguas compartidas del Plata sino del sustento político a un acuerdo comercial cada año más promisorio, que con su consolidación limita las posibilidades de otros proyectos de libre comercio como el ALCA , que en última instancia pretende extender los mercados posibles de los Estados Unidos y a mantener cautivos a los países de la región. Atacar al MERCOSUR es la intención sustancial de esa radicación industrial y lo demás acabará siendo accesorio.
Por supuesto que la nacionalidad de la empresa visible en este asunto, aquí finlandesa, es meramente anecdótica y otra maniobra del capitalismo más voraz en el juego de cocinar sus asuntos a fuego lento y utilizando a terceros; algo que argentinos y uruguayos al preguntamos por qué no integramos un sólo país, entendemos mejor cuando repasamos nuestra común historia.
(*). Eduardo Pérsico escribió varios libros de ficción, ensayos y poesía. Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.