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ARGENTINA
CON NÉSTOR KIRCHNER LA DEUDA ES MÁS ALTA QUE EN EL 2001
Por: Alejandro Rebossio.
El 23 de diciembre de 2001, hace hoy cinco años, el entonces presidente, Adolfo Rodríguez Saá, declaró el default entre los aplausos del Congreso. A principios de 2005 se reestructuró el 76% de los bonos, pero el gobierno de Néstor Kirchner no tiene por ahora planes de negociar el restante 24%, que ya asciende a US$ 25.255 millones. En cambio está cerca de cerrarse un acuerdo por la deuda con España, que roza los 1000 millones, y está comenzando a intercambiar propuestas de pago por el pasivo de 6500 millones con el Club de París, que agrupa 19 países acreedores.
La deuda pública ascendía a US$ 144.453 millones cuando Rodríguez Saá declaró el default, 20 días después de que se instauró el corralito y tres días posteriores a la caída de Fernando de la Rúa. En ese momento los mercados ya descontaban que la Argentina dejaría de pagar. De ahí que el riesgo país, que ahora se encuentra en el mínimo histórico de 230 puntos, se encontraba en 4722.
Después vendría el gobierno de Eduardo Duhalde con la devaluación, la pesificación asimétrica, los bonos compensatorios a ahorristas y bancos -también dispensados por Kirchner-, y así fue que la deuda terminó en 191.296 millones en 2004. El gobierno de Duhalde apenas tomó contacto con los bonistas de la Argentina (incluidas las AFJP), Estados Unidos (donde predominaban los inversores institucionales), Italia (con medio millón de ahorristas con títulos), Alemania y Japón (donde miles de jubilados perdieron dinero). El Grupo de los Siete (G7) exigía buena fe a la Argentina.
En septiembre de 2003, en la presidencia de Kirchner, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, anunció la propuesta de pago de la deuda. Antes del canje, miles de bonistas vendieron sus tenencias a bajo precio a fondos de inversión que los aceptaron y a fondos buitre, que apuestan a litigar y conseguir así su recompensa.
En el canje, los bancos de inversión calculaban que los acreedores sufrirían una quita real de lo adeudado del 65%. Pero los nuevos bonos se acompañaron de cupón que rendía si el país crecía, se apreciaron y de este modo la poda fue de alrededor del 40%, según Carlos Hourbeigt, del fondo de inversión Galileo.
Los nuevos bonos se valorizaron en el marco de una ola positiva de los mercados mundiales, y en especial los emergentes. El fenómeno derivó en una baja de las tasas de rendimiento y a que los más arriesgados buscaran oportunidades más rentables. Así fue comenzaron a apreciarse, sobre todo desde octubre pasado, los títulos aún en default. Los venden inversores individuales que perdieron la esperanza de recuperar su inversión en los tribunales, dado que la justicia extranjera no ha podido embargar aún propiedades del Estado argentino en Estados Unidos, Italia o Alemania. Los compran fondos especulativos que esperan la reapertura del canje, aunque sin el cupón atado al PBI y después de las elecciones de octubre próximo.
Pero algunos fondos buitre, como EM Limited y Dart, y otros acreedores privados continúan litigando. Desde principios de año están congelados en la Reserva Federal de Nueva York unos 105 millones que el Banco Central había girado al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los países acreedores esperan que les paguen y el gobierno de Kirchner busca un acuerdo porque la situación actual dificulta la inversión extranjera. El Club de París, que no es una entidad formalmente constituida, tiene sus reglas: debe negociarse con el conjunto de los países y con deudores que tengan un acuerdo con el FMI. La cancelación de la deuda con el Fondo, en enero pasado, pone en entredicho este segundo elemento, pero los países están apurados por cobrar.
La Argentina está dialogando directamente con España, que aportó al blindaje que organizó el FMI en 2000. Algunos países del club, como Bélgica, advirtieron que no se debe admitir esa tratativa bilateral, pero en otros, como Alemania, admiten que las reglas del grupo no obligan a España. En tanto, naciones como Italia, que pedían primero una solución a sus bonistas y después a sus arcas, ahora están calmando sus pretensiones, sin por ello dejar de reclamar. Mientras se avanza con España, expertos afirman que aún resta una negociación con el Club de París.
La deuda regularizada es de 125.215 millones. La impaga con países, 5434 millones, más las multas. Si se suman los bonos impagos, la deuda resulta mayor que en 2001. Pero el secretario de Finanzas de De la Rúa, Daniel Marx, admitió diferencias con la deuda actual, con mayor plazo, menor tasa y más composición de pesos: "La dinámica de la deuda de un país que crece es mucho más saludable".