7 de octubre de 2023

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Situación y perspectiva después de las elecciones de noviembre.

LA DEBACLE DEL PARTIDO NACIONALISTA

Por: Julio Cesar Blanco Barrera.

2 de diciembre de 2006

Los resultados electorales del 19 de noviembre último confirman nuestras apreciaciones sobre el devenir del Partido Nacionalista Peruano y ponen en el tapete la necesidad de sentar las bases para poner en pie, cuanto antes, una organización política antineoliberal y antiimperialista que pueda reagrupar a los consecuentes luchadores sociales, revolucionarios y nacionalistas honestos que aun siguen creyendo en la posibilidad de construir un Perú diferente que haga eco de las corrientes nacionalistas-antiimperialistas que hoy recorren América Latina.

Como lo mencionábamos en un articulo anterior (Reflexiones sobre el ollantismo de cara a las elecciones regionales y municipales. Tacna, 14 de noviembre del 2006): “La consolidación de los sectores burocráticos y de derecha en la dirección nacional del Partido Nacionalista Peruano...provoco el vaciamiento sistemático de los militantes y luchadores sociales más consecuentes y honestos...” aunado a esto; el completo abandono del programa antineoliberal, que le permitió a Ollanta polarizar el país en las elecciones presidenciales pasadas, son las causa reales de la derrota nacionalista en las elecciones municipales y regionales del 19 de noviembre.

Es pues un problema político y no meramente orgánico o cronológico (partido joven) el que ha generado este debilitamiento extremo del nacionalismo ollantista en todo el país. Lo que ha colisionado con la voluntad popular de millones de peruanos del interior, que en las elecciones presidenciales votaron por Ollanta, es que en estas ultimas elecciones del 19 de noviembre no se han sentido representados ni por la propuesta programática ni por los candidatos del Partido Nacionalista Peruano (la mayoría impuestos por el CEN con la venia y aval del mismísimo Ollanta Humala Tasso). En menor medida podemos decir que a este hecho se suma la mal procesada ruptura con UPP que creo mayor confusión entre las masas.

En las elecciones presidenciales (primera y segunda vuelta) el nacionalismo con Ollanta a la cabeza derroto a la derecha (UN-APRA) en casi la mayoría de regiones del interior del país, sobre todo en aquellas más pobres y excluidas como es el caso de las que se ubican en las sierra central, ya que el nacionalismo era visto allí como una opción anticentralista, no tradicional y antineoliberal.

¿Por qué esta victoria inicial del nacionalismo no se pudo consolidar en las elecciones municipales y regionales? Para los Tapias y compañía esto se debe a que las elecciones últimas se diferencian por el vértice de las presidenciales ya que tienen otro carácter y naturaleza “la gente aquí no vota por el programa sino por el buen vecino”, también aducen que el PNP perdió debido a su juventud. Nada más falso y tergiversador de la realidad. El respaldo recibido por los independientes al interior del país demostró dos cosas: por un lado el rechazo categórico al APRA por su política oportunista y de “doble cañón” (dicen una cosa en la campaña electoral y hacen otra en el gobierno) y por otro lado el ansia de acabar con el secular centralismo que promueve la postración y marginación de las regiones.

Si el nacionalismo encabezado por Ollanta Humala hubiera reforzado y profundizado su programa inicial (anticentralista y antineoliberal), no le hubiera dado la tregua ininterrumpida al gobierno de García - que hoy le permite gobernar sin oposición - y hubiera abierto su organización a luchadores sociales y movimientos políticos regionales afines a la propuesta programática inicial, estamos seguros que otra hubiera sido la historia hoy, sin embargo no se hizo nada de esto sino todo lo contrario: Se abandono completamente el programa inicial, se le dio un cheque en blanco de confianza al APRA que termino por liquidar la oposición y se cerro el partido a los luchadores sociales dando cabida únicamente a los oportunistas con dinero y padrinos en el CEN abandonándose así la interesante propuesta lanzada después de la segunda vuelta de construir el Frente Nacionalista Democrático y Popular.

El mapa político post elecciones municipales y regionales no hace más que reafirmar esa voluntad de lucha anticentralista y antineoliberal de las regiones del interior y de las grandes mayorías explotadas, oprimidas y excluidas por el modelo de acumulación impuesto desde el fujimorato hasta la actualidad. Pero también pone en evidencia la crisis nacional de dirección política del movimiento popular peruano, lo cual no permitirá centralizar, orientar y sistematizar adecuadamente esa voluntad de cambio. Saludamos a aquellos gobiernos regionales que representan genuinamente la voluntad popular, sin embargo creemos que esa ausencia de una dirección política consecuente en las elecciones pasadas ha permitido llevar al gobierno de muchas regiones a “caciques” que no tienen para nada pensado construir un proyecto político realmente popular y antineoliberal de carácter nacional, estando muchos de ellos dispuestos a negociar y pactar con al APRA, como ya lo expreso públicamente Guillen de Arequipa, a fin de que les permitan “hacer gestión”.

Nosotros desde aquí nos reafirmamos, como lo dijéramos líneas arriba, en la necesidad de construir una organización política nacional con presencia real y democrática de los trabajadores y de todos aquellos sectores sociales y políticos que realmente estén dispuestos a continuar la batalla contra el neoliberalismo imperialista y sus representantes políticos: APRA, UN, Solidaridad, Renovación, etc. En ese sentido hacemos un llamado a los nacionalistas consecuentes y a todos los luchadores sociales de las regiones del interior del país ha dar los primeros pasos en esta dirección tomando como bandera programática para nuestro reagrupamiento los lineamientos primigenios del nacionalismo expresados en: La lucha por una Asamblea Constituyente que derogue la fraudulenta y neoliberal constitución de 1993, el rechazo y lucha frontal contra el TLC, anulación de los contratos de estabilidad jurídica, no a la CONVEMAR y a las privatizaciones, no a la contaminación minera, sanción ejemplar a los corruptos, no a la deuda externa, revaloración de nuestra cultura primigenia y de nuestros pueblos y naciones originarias, respeto a la milenaria hoja de coca, descentralización democrática, entre otros puntos transicionales que nos permitan alcanzar la ansiada liberación nacional y avanzar hacia la revolución social.