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ETANOL: MÁS QUE FIEBRE, EPIDEMIA

Por: Néstor Núñez.

8 de julio de 2007

(ARGENPRESS.info). Si en siglos pasados la imagen prevaleciente en los Estados Unidos era la de las caravanas de carretas hollando el suelo indígena y haciendo desaparecer por la violencia a toda una indómita raza de las praderas, hoy el escenario se resume en sembrar mucho maíz, y no precisamente con miras a resolver el hambre de unos 30 millones de pobres dentro de la gran potencia, ni mucho menos con el plan de frenar las desgracias de los 800 millones de seres humanos que en el planeta se acuestan a diario con el estómago vacío.

El asunto es otro, y muy prioritario para los círculos de poder y los ricos del imperio. El petróleo se agota, y todos los lujos y comodidades que se sustentan sobre el consumo de crudo están a punto de decir adiós.

Ante esa sombría perspectiva los milagreros de la Casa Blanca se dedicaron a buscar un remedio a ’sus males’ particulares, y dieron con el etanol como base para seguir moviendo las limosinas, despilfarrando energía en luces de colores y mantener la imagen de que en el Norte todo es magnifico y reluciente. Y el etanol puede obtenerse del maíz, no importa las bocas que se queden vacías...

De manera que a estas alturas, según datos del Departamento norteamericano de Agricultura, unas 86 millones de toneladas de ese grano procedentes de la cosecha 2007-2008, estarán destinadas a convertirse en combustible. Ello implica que el consumo de maíz en los Estados Unidos para producir etanol será mayor que las exportaciones nacionales de dicho alimento. La ’big’ potencia vuelve a la carga...

Sin embargo, del otro lado del mundo, la sensatez y la sabiduría predominan sobre las ambiciones.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), acaba de elogiar la reciente decisión de la República Popular China de prohibir el uso de alimentos para la producción de etanol.

Un decreto oficial orienta a las empresas alcoholeras chinas a evitar el uso del maíz u otras especies alimentarias para obtener biocombustibles, y ordena concentrar las investigaciones en lograr materias primas no procedentes de la agricultura básica.

Para la FAO, este paso refuerza la batalla internacional a favor de la alimentación esencial de todos los pobladores del planeta, y evita el encarecimiento forzoso de los productos del agro, que se convierte en otra forma de atentar contra la lucha universal por erradicar el hambre.

Un claro ejemplo: El uso del maíz para producir etanol ya encareció en 30 por ciento el precio de ese grano, lo que a la vez elevó los costos de los forrajes y de la carne, sobre todo la de cerdo.