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Papa Francisco homófobo

Humming Albus

9 de diciembre de 2018

Francisco insiste en su rechazo a la presencia de sacerdotes gais en la Iglesia católica y afirma que la homosexualidad «parece que está de moda»

Fuente original: DosManzanas

El papa se reafirma en las doctrinas más excluyentes de la Iglesia católica. En una entrevista que será publicada como libro con el título La fuerza de la vocación, Francisco muestra su preocupación por la existencia de sacerdotes y religiosos homosexuales. Como ya ha hecho en varias ocasiones, recomienda rechazar las solicitudes de ingreso en los seminarios de cualquier aspirante que sea o parezca ser gay. Jorge Bergoglio cree que la presencia de estas personas en el seno de la Iglesia está creciendo porque «parece» que «la homosexualidad está de moda» en la sociedad.

La entrevista realizada por el religioso claretiano Fernando Prado sale a la venta en forma de libro, La fuerza de la vocación, este lunes 3 de diciembre. En la publicación, el papa se pronuncia sobre temas relacionados con el sacerdocio y la pertenencia a órdenes religiosas. Uno de los puntos tratados fue el de la existencia de personas LGTB en estos ámbitos. El tema se introduce en la conversación, curiosamente, tras hablar de «candidatos con neurosis y desequilibrios fuertes». «Hemos de cuidar que [los candidatos a la vida religiosa] sean psicológica y afectivamente sanos», afirma Jorge Bergoglio.

A continuación, Prado le pregunta sobre la presencia de homosexuales en el seno de la Iglesia. Francisco enlaza con la pregunta anterior: «En la línea de lo que estamos hablando, te diría que tenemos que cuidar mucho en la formación la madurez humana y afectiva». El papa admite la existencia de hombres gais en los seminarios, una realidad que estaría creciendo porque «en nuestras sociedades, parece incluso que la homosexualidad está de moda y esa mentalidad, de alguna manera, también influye en la vida de la Iglesia».

El pontífice rechaza de plano que la homosexualidad sea solo «la expresión de un afecto» y es tajante: «En la vida consagrada y en la vida sacerdotal, ese tipo de afectos no tiene cabida». Es por ello que insta a los responsables de los seminarios a que rechacen las candidaturas de «las personas con esa tendencia arraigada». Francisco también muestra su preocupación por el «escándalo» que podría generar la presencia de sacerdotes y religiosos gais sin el conocimiento de la jerarquía católica. «Es mejor que dejen el ministerio o su vida consagrada antes que vivir una doble vida».

El papa Bergoglio no hace más que reafirmar las posiciones que ya ha expresado en el pasado. En un encuentro a puerta cerrada con los obispos italianos en mayo de este año, Francisco era claro: «Si tenéis la más mínima duda [sobre la posible homosexualidad de un aspirante], mejor no dejarlo entrar» en el seminario. El objetivo, según el Vatican Insider, era como ahora evitar «escándalos» que «dañan la imagen de la iglesia». Por la coincidencia en el tiempo del aviso del papa con un caso de los abusos sexuales en Chile, se podía pensar que la jerarquía católica cree que se pueden evitar estos delitos rechazando a los sacerdotes gais.

Asumiendo las tesis del papado de Ratzinger

En cualquier caso, la doctrina no es nueva. En diciembre de 2016 ya recogíamos como Bergoglio recordaba que la Iglesia católica no quiere como clérigos ni a homosexuales ni a personas que simpaticen abiertamente con la causa LGTB. Le bastó para ello referirse a documentos del anterior pontificado de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Principalmente la instrucción de 2005, a la que nos hemos referido en otras ocasiones, «sobre los criterios de discernimiento vocacional concernientes a las personas con tendencias homosexuales en vistas a su admisión al seminario y a las Órdenes Sagradas». Un documento que ya negaba el acceso al sacerdocio a «aquellos que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la así llamada cultura gay». Admitía, eso sí, que se pudiesen tener «tendencias homosexuales que fuesen solo la expresión de un problema transitorio», que en ese caso debían quedar «claramente superadas al menos tres años antes de la Ordenación diaconal».

Una instrucción a la que siguió, tres años después, el documento «Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio», que reiteraba que quienes tengan «tendencias homosexuales fuertemente radicadas» no podían ser sacerdotes, señalando como novedad que los rectores de los seminarios pueden recurrir a exámenes psicológicos para detectar dichas «tendencias» y que los sacerdotes tienen que tener un «sentido positivo y estable de la propia identidad viril». Una doctrina que Francisco ha mantenido sin ningún cambio (ni siquiera de lenguaje) en 2016 y que vuelve a reivindicar ahora. Los católicos LGTB seguirán siendo discriminados por su propia iglesia también en este aspecto.

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