19 de septiembre de 2024

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ELECCIONES, FRAUDE Y GUERRILLA: POSICIONES COINCIDENTES.

Por: Jorge Lofredo.

5 de agosto de 2006

Atenco descubrió la respuesta represiva del Estado a la vez que la radicalización de otros sectores sociales y populares (no clandestinos ni armados) se vislumbran tanto como una respuesta al conflicto postelectoral como así también a la inviabilidad de los métodos pacíficos y legales

I : Proceso electoral / proceso revolucionario.

Sin que refiera a una estrategia concertada de la guerrilla mexicana y menos aún en la confluencia en torno a la iniciativa que encabeza Andrés Manuel López Obrador, las organizaciones político-militares mexicanas -aún con sus divisiones y enfrentamientos intestinos- han coincidido en denunciar la consumación de un fraude electoral en las recientes elecciones; postura semejante que también sostiene el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Cada posición clandestina confluye en la crítica al líder perredista y reafirma la vía autónoma que transita cada sigla.

Para estos grupos, las elecciones son apenas un paso inconducente a un verdadero cambio social. Sí resultan, en cambio, experiencias que el pueblo encarna en pos de aquel ideal. Históricamente los grupos armados no han boicoteado las elecciones y esta ocasión no ha resultado una excepción sino que han ratificado su accionar político, sin sustentarse en una visión maniquea ni mutuamente excluyente de la realidad sino que asumen una posición expectante, de acumulación de fuerzas y produciendo lecturas de la realidad política donde arriban a conclusiones sobre el nivel de las fuerzas populares y la asimetría de poder que se produce entre la sociedad y el Estado Mexicano.

Ninguno de los grupos brindó su apoyo a AMLO aunque todos han declarado respetuosos de aquellos quienes sí lo acudirían a votar. A la vez, tanto el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) como el EZLN, son quienes mayor distancia se han impuesto con respecto al candidato perredista. Puede esquematizarse sus posturas coincidentes alrededor de la imagen de Felipe Calderón como encarnación del continuismo y el arribo al poder de la ultraderecha; el reclamo y también la desconfianza hacia López Obrador en cuanto a líder de una protesta social y popular de magnitud frente al fraude; y la posibilidad concreta del agravamiento del clima político mexicano con la llegada del líder panista al ejecutivo federal.

Pero ante la posibilidad de que el panismo alcance la presidencia, la situación podría tensarse debido a que de acuerdo a los últimos escritos que señalan la necesidad de “cerrar el paso a la ultraderecha”, podría generarse un espacio de confrontación, aunque no necesariamente armado, que podría variar el escenario a corto plazo para los grupos armados.

El Subcomandante Marcos, en la entrevista con Televisa, afirmó que logró obtener una tregua de los grupos armados; sin embargo, también advirtió que si esta vía fracasa habrá que esperar un cambio de actitud y una respuesta por parte de esos grupos. No se avizora, aun así, un proceso de radicalidad armada a corto plazo como respuesta a la coyuntura electoral, pero si abordarán diferentes posturas políticas que irán tomando forma hacia el dos de diciembre y de ahí en adelante definiciones políticas que habrán de delinear el futuro del accionar de los grupos armados.

II : Las posiciones ante el fraude (del 2 al 31 de julio)

Con anterioridad a las elecciones, el ERPI -en su último número de El Paliacate- esgrimió múltiples argumentos sobre la desconfianza al sistema mexicano, donde debe incluirse lo político y electoral:

“En lo político, la vida nacional sigue moviéndose en el marco del viejo y antidemocrático sistema en el que si bien han cobrado mayor importancia los procesos electorales, estos exhiben múltiples fallas, irregularidades y aún fraudes que explicablemente promueven la desconfianza, el abstencionismo y la pérdida de credibilidad en las instituciones y en la acción del gobierno. El carácter antidemocrático del sistema político es, probablemente el rasgo dominante, porque antidemocráticos son el funcionamiento del Estado y su ingerencia en el movimiento sindical y las organizaciones de masas, el régimen privilegiado y la imposición burocrática de quienes nos gobiernan, la frecuente violación de los derechos humanos, diversas formas de corporativismo, la corrupción, el rápido enriquecimiento de la mayor parte de los altos funcionarios y su estrecha relación con los grupos económicos más influyentes y poderosos.”

En un comunicado posterior, el ERPI ofrece una versión contundente:

“Los compañeros caídos en Aguas Blancas y en el Charco ya no pudieron ver lo que su sangre cultivó y regó en nuestro estado, si estuvieran vivos seguramente habrían estado presentes en el paso de La Otra Campaña, se habrían indignado ante la represión provocadora que el gobierno ha instrumentado en los últimos meses para tratar de montar la estrategia del miedo y ensuciar al candidato de mayores posibilidades y que según algunos ilusos creen que es de izquierda, ya veremos..., ya veremos...”

El 28 de junio, fecha del undécimo aniversario de la masacre de Aguas Blancas y cumplidos diez años de esta nueva etapa de lucha guerrillera en México, el Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos (MRLCB), Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo (TDR-EP) y otros grupos -de los que poco se sabe hasta ahora- como el Colectivo Revolucionario-Francisco Javier Mina (CR-FJM), la Organización Insurgente-1º de Mayo (OI-1º M) y la Brigada de Ajusticiamiento-2 de Diciembre (BA-2D) suscribieron un documento conjunto llamado Manifiesto a la Nación, en el cual anticipan:

“En la actual coyuntura electoral el autonombrado gobierno del cambio ha puesto al servicio de la oligarquía las instituciones republicanas (IFE, TRIFE, etc.), así como las dependencias del gobierno federal y sus programas asistenciales para consumar un fraude de estado, con base en una estrategia instrumentada y manipulada por el dúo-polio de los medios de comunicación, a fin de mantenerse en el poder, ocultar el saqueo de la nación y profundizar el proyecto neoliberal.”

El MRLCB, por su parte, dando a conocer la primera expresión clandestina de todas las que posteriormente fueron fijando su posición sobre el tema luego del 2 de julio, sentenció:

“Es un panorama como el de 1988, cuando la movilización popular se enfrentó al fraude electoral. Fue una movilización popular en donde unos lucharon para mejorar su ‘curriculum’ y obtener prebendas políticas y económicas, mientras otros dieron lo mejor de su corazón esforzándose en la búsqueda de un México más justo. Entonces el candidato que recibió el fraude ‘tuvo miedo de incendiar el país’, mientras el estado asesinaba a cientos de mexicanos. Hoy la moneda está en el aire cada quien será lo que quiera ser.”

Para el MRLCB, la coyuntura contiene en sí misma una definición y a la vez una necesidad de lucha para superar el trance político:

“Es el momento de luchar por hacer valer la voluntad de la ciudadanía. Hay que denunciar, movilizarse, oponerse al fraude electoral. Los que votaron y defienden su voto deben recordar que hay otros mexicanos que también se enfrentan a los mismos que hoy quieren burlar su voluntad y acercarse a ellos, a los maestros, los mineros, los campesinos, los obreros, los que lo harán mañana, ¡Hay que unir todas las luchas! Alcanzar la democracia popular es una labor heroica, diversa e irrepetible que nadie nos va a regalar hay que luchar por ella. Hoy en que han aparecido diversos procesos de lucha en nuestro país, más que nunca es necesario intensificar la labor de organización. Avanzar en el proceso de articulación de la voluntad colectiva. Dar nuevos pasos en la construcción de una fuerza social consciente que pueda transformar profundamente la injusta realidad social.”

En su siguiente escrito, previenen ante una escalada represiva: una respuesta violenta a la movilización popular.

“La incitación del odio y el miedo hacia el proyecto de AMLO y los ‘nacos’ que le siguen, ha sido un boomerang que ha estimulado el odio de clase, de abajo hacia arriba. Si bien algunos sectores oligárquicos y del gobierno, tienen miedo al ‘México bronco’, otros lo subestiman y creen que la violencia es una necesidad para calmar el descontento.”

Para TDR-EP, los dirigentes del perredismo llevan adelante una “actitud pasiva” pero confía en la capacidad de movilización y organización popular poseen un mayor vigor y fortaleza que terminará por superar la coyuntura; por ello

“Ante la actitud pasiva que asumen el PRD y su candidato, no dudamos que el pueblo sabrá organizarse y movilizarse para impedir la sucia maniobra de que está siendo víctima. Antes manifestamos nuestro respeto a la parte del pueblo que decidió participar en el proceso electoral. Ahora ratificamos nuestra solidaridad y participación en las acciones que emprendan para defender su voluntad.”

Y reafirmando el párrafo anterior, en cuanto que los espacios populares encontrarán instancias superadoras al PRD, señalan:

“Nosotros estamos convencidos de que los pueblos saben y pueden convertir cualquier espacio político en coyuntura para construir el mundo al que aspiran. La articulación de los esfuerzos, de los espacios, de las formas y de los recursos es una de las principales necesidades a cubrir para transformar lo posible en realidad y la realidad en posibilidades.”

En su escrito No debemos legalizar este atentado, confirman la distancia entre elección y revolución:

“La multitudinaria, entusiasta e indignada protesta popular contra el fraude de estado, y el descrédito de las instituciones republicanas encargadas de organizar y calificar los comicios electorales, constituyen el principal signo político de los tiempos actuales. Pareciera que la liberación de la patria y su transformación radical se encuentran muy cerca del momento político que estamos viviendo... y al mismo tiempo muy lejos.”

Y concluyen:

“Por todo lo anterior, llamamos a mantener la alerta popular, pues empiezan a manifestarse síntomas de desesperación en los sectores empresariales yunquistas, y en sus huestes clericales panistas, al no poder finiquitar y concluir, sin resistencias ni conflictos, el ansiado plan de usurpación de la presidencia de la república, que sabían perdida desde hace más de un par de años y de la que no se quieren desprender por ningún motivo.”

Las Milicias Insurgentes-Ricardo Flores Magón (MI-RFM), a través de su escrito también dio a conocer su posición política:

“Proponemos pues, a todas las fuerzas que consideren necesario luchar por la defensa del voto, que concentren sus acciones en prestar una obstinada resistencia civil en el corazón de la Patria, considerando que no se trata sólo de defender el voto sino la Soberanía Nacional. Teniendo cuidando en todo momento de no servir como carne de cañón o de presidio, no deben tomarse las calles con ánimos de martirio, hay que considerar permanentemente la posibilidad de que el mal gobierno desate la represión.”

La defensa del voto, de la democracia en definitiva, es el espacio donde se manifiesta la soberanía popular y, de ser necesario, las MI-RFM advierten que recurrirán hasta la armas para su defensa. En sus propias palabras:

“Nuestra estructura militar ha congregado a los combatientes en los campamentos de montaña a lo largo y ancho del país, aclarando desde ahora que se mantendrán al margen de las protestas ciudadanas, deslindándose de cualquier provocación o acto violento que pudiera enrarecer la defensa legal, pacífica y legítima del voto. Nuestras Milicias Insurgentes se mantendrán atentas a cualquier agresión directa o indirecta perpetrada por las fuerzas armadas (léase ejército, marina, PFP, AFI, CISEN y demás fauna) en contra de nuestras bases de resistencia popular autónoma, o bien en contra de la población civil movilizada por la defensa del voto. Si esto sucediera, nuestras unidades de combate autónomas activarán una ofensiva para defender con las armas la voluntad popular.”

Según el Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), la movilización como respuesta al fraude electoral es un salto cualitativo donde la inconformidad social encontrará nuevos cauces:

“Ante el fraude electoral y sus medidas implementadas para lograrlo, pensaron como el PRI, que el pueblo iba a aceptar una vez más el engaño como sucedió en 1988 y temerosos por la decisión de lucha de los que no admiten el engaño, desearían que los millones de ciudadanos que votaron en las urnas por un proyecto diferente al de ellos, aceptaran como una derrota y se tragaran la injusticia que pretenden cometer, pero la inconformidad y la demanda de justicia, representa un gran salto cualitativo para generar la conciencia de la necesidad de instrumentar otras formas de lucha, porque esto que hoy se vive en México es parte de un proceso histórico que se encamina hacia la conformación de un movimiento revolucionario que tenga los instrumentos necesarios que le permita establecer un gobierno que represente los intereses de las causas populares.”

En un segundo comunicado, emitido desde Oaxaca, no hay dudas para el PDPR-EPR que el Estado llegará hasta la represión para defender la continuidad de la “ultraderecha” en el gobierno federal:

“Por ello es fundamental que entendamos que en esta coyuntura postelectoral no está únicamente en juego el respeto a la voluntad popular de quienes votaron creyendo que esa es una vía para la transformación de nuestro país, sino lo que está en juego es si el movimiento popular en su conjunto permitiremos la consolidación del estado fascista o seremos capaces de resistir, luchar, destruirlo y construir el estado socialista.”

Otro comunicado, esta vez de Chiapas, no hay dudes del fraude y tampoco del repudio popular al candidato del PAN:

“Para millones de mexicanos los resultados de la pasada elección han sido muy contundentes, existe una abrumadora mayoría compuesta entre abstencionistas y quienes votaron por AMLO que rechazan a Felipe Calderón, rechazo en el cual va implícito la condena a las políticas neoliberales y al propio régimen que el PRI y el PAN sostienen a favor de una minoría explotadora y opresora. Calderón desde el 2 de julio ha sido rechazado por nuestro pueblo como presidente de la República, de consumarse su imposición en efecto sería ilegítimo.”

En el siguiente, ahora emitido desde Veracruz, confirman su posición sobre la hora de las acciones de masas:

“Ante la persistencia de imponer al candidato de la ultraderecha con el respaldo del TRIFE es el momento de contemplar la generalización de las movilizaciones en cada distrito, capitales de los estados, instalando plantones permanentes; pasar a las tomas de edificios públicos, nacionales y bloqueo de carreteras; caravanas de protesta de los distintos estados de la República para concentrarse en DF; campaña de denuncia a nivel internacional. En otras palabras se trata de impulsar y generalizar las acciones políticas de masas...”

Y desde su publicación partidaria, El Insurgente de julio de 2006, editorializan:

“Impulsar la resistencia popular es una en necesidad ante la envergadura del fraude y las consecuencias que implica la ratificación de la imposición. Pero también, el propio proceso electoral pasado ha venido a ratificar la validez y la necesidad de la lucha armada revolucionaria ante las limitaciones de la lucha electoral. [...] Y ante las futuras campañas de represión como parte de la GBI no queda de otra que redoblar esfuerzos para estructurar la autodefensa armada de las masas; de incrementar los esfuerzos por construir sólidamente los pilares estratégicos de la revolución.”

Y con la denuncia del reparto de material apócrifo a nombre del PDPR-EPR, el Comité Regional del Valle de México señaló:

“La intención del panismo es la de provocar y generar confusión entre los ciudadanos que están demandando el respeto a la voluntad popular, para continuar con la guerra sucia vía los medios electrónicos y escritos. Asimismo nos deslindamos de toda propaganda o carta intimidatoria que estén circulando por Internet y que intimiden a periodistas o medios de comunicación.”

En una carta aclaratoria al columnista del periódico La Jornada, Enrique Galván Ochoa, el grupo trasluce su política de continuar durante esta etapa en la lucha política:

“Por el respeto que tenemos hacia los ciudadanos que deciden concientemente y circunstancialmente participar en las elecciones los conminamos a tener consecuencia entre emitirse voto y defenderlo para impedir que sea burlado, como también llamamos a los dirigentes a ser consecuentes con las expectativas que han creado en los distintos sectores del pueblo y a no claudicar por intereses personales y de grupo. Para terminara estamos llamando a la resistencia popular que incluye la resistencia civil, que son las acciones políticas de masas.”

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), en su editorial “¿La izquierda al poder?” de la publicación Verde Olivo, de julio de 2006, han señalado:

“Desgraciadamente, será difícil que los anhelos democráticos del pueblo mexicano se vean cumplidos, sobre todo a partir de los recientes resultados electorales, que en lugar de generar certidumbre, confianza en el avance democrático del país, han generado desilusión y coraje por el inocultable fraude electoral, meticulosamente planeado y ejecutado.”

Y concluyen su análisis estableciendo una lectura que, siempre según los farpistas, marca el momento actual e incluso esbozan un escenario futuro:

“No está de más recordar que no es lo mismo ceder ante la presión de la movilización contra un desafuero, que ceder ante la movilización para realizar un recuento electoral, voto por voto, pues lo que está en juego son cosas completamente distintas. En el primer caso, la apuesta era por el derecho a una candidatura; en cambio, ahora está en juego la presidencia de la república, y es de esperar que la simbiosis Estado-Ultraderecha resista con todo. La lógica y la historia nos dicen que las clases privilegiadas no se deshacen del poder de manera voluntaria ni por convicción humanista, mucho menos cuando la ultraderecha está enquistada hasta el tuétano en esas clases privilegiadas. Les quedaría por valorar una opción “intermedia”, igualmente indeseable para esos privilegiados: la invalidez de la elección -y su correspondiente nueva elección presidencial-, pero ese escenario merece un análisis aparte, por la compleja combinación de intereses de clase que se presentaría en el escenario político.”

La Organización Revolucionaria 2 de Diciembre-Nueva Brigada Campesina de Ajusticiamiento (OR2D-NBCA) hizo saber

“1.- todo lo que prometió en su campaña fue pura falacia y demagogia. [...] 2.- la entrega total del capital nacional, al extranjero, y para poder garantizar el mismo, echó a funcionar la maquinaria militarista con la cual, trata de inhibir cualquier brote de resistencia popular espontánea y organizada. [...] 3.- era de suponer que como partido en el poder iba a fortalecer todos los hilos políticos para poder tejer y seguir reproduciendo vía Felipe Calderón Hinojosa, el sistema neoliberal avasallando la voluntad popular de los que todavía creen que la lucha electoral es una opción de cambio, a una vida, más democrática.”

Por último, el Comité Clandestino Revolucionario de los Pobres-Comando Justiciero 28 de Junio (CCRP-CJ28J), en una comunicación personal, aclaró: “sí consideramos que existió un fraude electoral”. El grupo hizo conocer además que suscribirá un escrito al respecto, pero que esperará a “que se aclare mejor el panorama político.”

III : Guerrilla y elecciones

Con la excepción del EZLN, es posible ensayar explicaciones que permitan comprender estas coincidencias que muestra la coyuntura. Una de ellas se debe a su origen común, antes en el Partido Revolucionario Obrero Clandestino-Unión del Pueblo (PROCUP) y posteriormente en el PDPR-EPR. Junto a ello, también puede considerarse que su visión radical y la lógica de la clandestinidad no permite que esta varíe fundamentalmente, al menos en esencia, en estos momentos post electorales.

Para los grupos armados, las elecciones son tan sólo un momento específico de una coyuntura determinada; sin embargo, esta movilización popular es un espacio donde también pueden articularse los intereses sociales: instancia recurrentemente reivindicada por todos los grupos, como así también la “unidad de los de abajo”. Esta reafirmación de la vía política (destacar la movilización por sobre la necesidad de acciones armadas) vuelve a ponerse de manifiesto, al momento de no volverse funcionales a la calificación de amenaza a la seguridad nacional ni promotores de hechos violentos.

Cada escrito refleja una posición que busca ubicarse a la izquierda de lo que representa el PRD que marca aún más la distancia entre la izquierda sistémica y revolucionaria. En este sentido, la Secretaría de Gobernación deslindó a los grupos armados o subversivos de tener influencia en el conflicto de Oaxaca y, en el mismo camino, el eperrismo se distanció de ser promotor de la crisis en Veracruz, mediante una carta enviada al columnista de La Jornada Enrique Galván Ochoa.

En cambio, ya desde una actitud crítica en algunos casos y más expectante en otros, se mostraron mayoritariamente permeables a la experiencia de La Otra Campaña a la vez que continuaron sosteniendo una tregua militar. Pero la disyuntiva que hoy se presenta refiere a que la vía legal nunca será conducente para las aspiraciones revolucionarias y, a partir de sus análisis, ésta muestra signos de agotamiento: Atenco descubrió la respuesta represiva del Estado a la vez que la radicalización de otros sectores sociales y populares (no clandestinos ni armados) se vislumbran tanto como una respuesta al conflicto postelectoral como así también a la inviabilidad de los métodos pacíficos y legales tal como se han presentado hasta entonces.

Mientras tanto, la actitud de los grupos eperristas está de acuerdo a la forma de acción y actividad que vienen manifestando en estos últimos años: una posición radical e igualmente testimonial, posicionándose políticamente ante cada coyuntura y conflicto y enarbolando la idea revolucionaria, ya no como posibilidad sino como necesidad y única vía para el cambio social en México.

jorge.lofredo@gmail.com
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