AMÉRICA LATINA GASTA 34.000 MILLONES DE DÓLARES EN ARMAS
Juan Carlos Lázaro (XINHUA)
América Latina se ha empeñado en una carrera armamentista en la que ha invertido 34.000 millones de dólares en los últimos años, según cifras del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). De no frenarse esta carrera, la región gastará en los próximos cinco años 235.000 millones de dólares, con lo cual postergará programas para reducir sus altos índices de desnutrición infantil y de analfabetismo.
Chile, Colombia, Venezuela y Brasil son los países latinoamericanos que invierten las mayores sumas de dinero en adquisiciones de nuevas armas o en renovación de su material bélico obsoleto. A diferencia de eso países, Argentina, Uruguay y Perú no participan en esta carrera armamentista.
Las cifras del (SIPRI), con sede en Estocolmo, coinciden con las del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), con sede en Londres.
Alarmado por esta situación, el gobierno de Perú ha levantado la bandera del antiarmamentismo, la cual ha sido elogiada por muchos países vecinos, sin embargo hasta ahora ninguno compromete su respaldo.
Los países de otros continentes, que suelen observar a América Latina como una región pacífica y sin motivos para enfrentamientos entre sus países, consideran un absurdo este empeño por sus fuertes inversiones en armamentos.
Sin embargo, viejos conflictos históricos no resueltos entre algunos de sus países, lo mismo que los problemas del narcotráfico, la presencia de grupos subversivos y antagonismos ideológicos, generan tensiones en la zona.
Dos son las principales áreas de estas tensiones son Colombia, Venezuela y Ecuador, por un lado, y Perú y Chile por el otro.
Como ondas expansivas, estos puntos de tensión se extienden a otros países vecinos. Algunos analistas calculan que la carrera armamentista en la zona norte de Sudamérica arrancó hace unos cinco años.
El punto de partida fue Colombia, una nación con fuerte presencia del narcotráfico y de grupos subversivos de izquierda y derecha.
Uribe ha acusado al gobierno del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y a Ecuador, del presidente Rafael Correa, por prestar su territorio como refugio y apoyo a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Venezuela comparte con Colombia una extensa frontera de selva y se le considera el más enconado enemigo de Estados Unidos en América Latina.
Para Chávez, el plan de instalación de bases militares norteamericanas en la frontera venezolana encubre el propósito de una invasión de su país por parte de Estados Unidos, con apoyo colombiano.
Mientras Estados Unidos arma y entrena militarmente a Colombia, Venezuela se ampara en la Federación Rusa mediante un pacto de rearme.
El otro punto de tensión se da entre Perú y Chile, que tienen como base un diferendo por su común frontera marítima no definida después de la guerra que enfrentó a ambos países en 1879-1883, guerra en la cual la nación peruana perdió territorios.
Chile pretende consagrar como tratados de límites marítimos lo que para Perú no son sino acuerdos pesqueros suscritos por las dos naciones en 1952 y 1954.
Como ambas partes no consiguen llegar a un entendimiento y con la finalidad de evitar dañar sus otros acuerdos en materia económica y comercial, Perú llevó el tema a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Pero mucho antes de que el gobierno peruano recurriera a los tribunales internacionales, el ex gobernante militar chileno Augusto Pinochet comenzó una carrera armamentista de su país.
Chile es abastecido de armamento sofisticado y moderno principalmente por las fábricas de la Unión Europea y tiene la aviación más letal de América Latina.
Perú, pese a predicar el antiarmamentismo, se vio el año pasado en la necesidad de remozar parte de su obsoleto material bélico ante el incesante rearme de su vecino.
Otro factor que incita la carrera armamentista, ya señalado, tiene que ver con la presencia de las bandas del narcotráfico y de grupos subversivos en Perú y Colombia, principalmente.
En ambos países, el narcotráfico y la guerrilla colaboran y se apoyan mutuamente, aunque sus estrategias y objetivos son distintos.
En Perú, después de duros golpes por parte de las fuerzas del orden, la guerrilla de Sendero Luminoso quedó reducida al irreductible valle de los ríos Apurímac y Ene, en la sierra y selva centrales.
Lo que aún mantiene a la guerrilla senderista como un elemento perturbador es su colaboración con el narcotráfico, algo que dice mucho en el país que es el primer productor de hoja de coca del mundo.
También generan tensión en la zona los antagonismos ideológicos que incentivan el armamentismo, sobre todo por la propagación del "socialismo del siglo XXI" que postula el gobierno venezolano.
Para internacionalizar su ideología, Chávez creó la Alianza Boliviariana de las Américas (ALBA), a la cual se adhirieron los gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Argentina y tangencialmente Ecuador.
En la otra vertiente ideológica, postulando una economía de mercado, están Colombia y Perú, que rechazan el modelo chavista por considerarlo autoritario.
Los golpes en la economía venezolana de la crisis económica internacional ha mermado ostensiblemente la ofensiva ideológica del chavismo y de sus adherentes, aunque no ha recortado sus planes armamentistas.
Si bien las cifras de los organismos especializados y de los gobiernos difieren, son altamente elocuentes respecto a la carrera armamentista en Sudamérica.
Según el SIPRI, en 2008 el gasto militar en América Latina fue de 34.000 millones de dólares, lo que representa un incremento de 50 por ciento en los últimos 10 años.
El IISS estima que entre 2003 y 2008 el gasto se incrementó 91 por ciento, al considerar el conjunto de América Latina y el Caribe, lo que significa que pasó de 24.700 millones a 47.000 millones de dólares.
Para los expertos resulta alarmante el caso chileno, país que tiene las fuerzas armadas más avanzadas de la región con cazabombarderos de fabricación holandesa y fragatas británicas.
Chile es el primer exportador de cobre del mundo y, por una ley que respaldan todos los grupos políticos, destina 10 por ciento de esas ventas a la adquisición de armamento.
Una analista del SIPRI comentó que el cobre le permite a Chile darse el lujo de comprar aviones de guerra, lo cual despierta preocupaciones en los países vecinos.
Sólo en 2008, Colombia desembolsó unos 5.500 millones de dólares para sus compras militares, 13.5 por ciento más que en 2007, según el IISS, al justificar ese rearme con la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla.
Según la BBC de Inglaterra, entre 2005 y 2008 Venezuela compró a Rusia unos 4.400 millones de dólares en armamento, lo cual incluye 100.000 fusiles de asalto Kalashnikov AK-47 y 24 aviones Sukhoi SU.
Brasil, pese a no tener conflictos con sus vecinos, es el doceavo país en el mundo con mayor gasto militar y sólo en 2008 desembolsó 23.000 millones de dólares, lo que representa 1.5 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), según datos del SIPRI.
En este contexto, el presidente peruano Alan García planteó desde 2009 el control y freno del armamentismo latinoamericano, tema sobre el cual incidió en la reciente VI Cumbre de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, realizada en España a mediados de mayo.
La carrera armamentista es lo peor que puede haber entre países en desarrollo, agregó.
A su juicio, si esa masa enorme de capitales destinada a fines militares fuera puesta al servicio de la infraestructura, la inversión y el respaldo al capital internacional de inversión, América Latina dará un salto extraordinario.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, se mostró de acuerdo con García en la necesidad de transparentar y homologar el gasto militar en la región.