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INGRID SHOW. ¿RESCATE O MONTAJE MEDIATICO EN COLOMBIA?
Por: Luis Arce Borja.
A pocas horas de su liberación Ingrid Betancourt fue presentada a los medios de comunicación. Todo había sido bien organizado y el montaje teatral se puso en marcha. Nada se dejo al azar, y el mejor programa de Telerealidad habría envidiado la excelente planificación. Ella descendió del avión militar con rostro reluciente y pletórico de felicidad algo así como cuando una actriz es llamada para recibir un Oscar cinematográfico. Estaba vestida para la ocasión y llevaba casaca y sombrero de camuflaje militar, parecido a una versión femenina de Rambo a la colombiana. El show se trasmitía por vía satélite, y sus primeras palabras fueron para agradecer a Dios y a los militares que la rescataron. “Gracias al Ejército mío, de mi patria Colombia, creo que es una impecable operación”, dijo mientras echaba unas lagrimas y gesticulaba los brazos en señala de amor. Agregó emocionada que su liberación, era “uno de los más duros golpes que se ha dado a las Farc". (El Tiempo, 3 de junio 2008). Y no perdió la ocasión para lanzar una vez más su candidatura presidencial, haciendo ver que seis años de reclusión no le habían quitado el apetito por el poder político y que seguía ambicionando sentarse en el sillón presidencial. Dijo: “Sí sigo con la ilusión de servir a Colombia, si desde la Presidencia, solo Dios sabe".
Todo ocurrió el miércoles 2 de junio cuando Ingrid Betancourt fue rescatada junto a 11 oficiales y suboficiales del ejército colombiano, y tres norteamericanos, que trabajaban para una empresa del Pentágono Americano que las FARC los acusa de ser agentes de la CIA. Ella había permanecido desde el 23 de febrero del 2002 en una prisión clandestina de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Seis años en cautiverio, y por el semblante reluciente que mostró frente al aparato publicitario, se puede decir que no fueron tan malas las condiciones en la prisión clandestina de los subversivos colombianos. Por lo menos, ese tipo de cárcel, no mata ni enflaquece hasta los huesos. Son diferentes a aquellas abominables cuevas medievales que utilizan los gobiernos latinoamericanos para encerrar y exterminar lentamente a los prisioneros de guerra. En cualquier prisión de Colombia, Perú y otros países de este continente, ningún revolucionario sale en buena salud, y menos con ganas de lanzar su candidatura electoral, después de haber pasado una temporada en reclusión.
Las primeras imágenes televisivas mostraron el momento que ella distribuía abrazos y besos por todos lados. Abrió los brazos para recibir al ministro Defensa, Juan Manuel Santos, y los dos más altos mandos de las fuerzas militares de Colombia, personajes que integran un gobierno acusado de convivir con el narcotráfico internacional. Un régimen responsable de organizar bandas paramilitares, y de ser causante de centenas de asesinatos de pobladores pobres de este país. El gobierno de Álvaro Uribe ha sido el mentor político de “Convivir”, un proyecto de gobierno que resultó un instrumento de los paramilitares y de los carteles de la droga. Después de ello vendría el abrazo cariñoso y de reconocimiento con Álvaro Uribe, que gracias a este operativo de salvataje, ha podido saltar con garrocha la crisis de su gobierno y el serio conflicto con el poder judicial de este país. Su ganancia política ha sido inmediata, y su reelección a la presidencia se da por segura. La misma Ingrid Betancourt, lo dio como primicia cuando en su primera entrevista con Uribe anunció que el camino estaba libre para la reelección del actual y cuestionado presidente colombiano. El mismo día de este montaje mediático, la Corte Constitucional de Colombia dio por terminado el debate por la reelección presidencial aprobada en el Congreso sometido al poder del gobierno.
El júbilo por la liberación de Ingrid Betancourt ha sido de dimensión internacional en el seno de los grupos de poder y del imperialismo. El primero en hacerse presente fue Nicolas Sarkozy, Presidente de la República francesa, fanático de las primeras planas de la información que a intentado ganarse algo en este festival de telerealidad política bananera. George Bush, no se hizo esperar para presentar su saludo al presidente colombiano, que les había entregado con vida a sus tres agentes en manos de la guerrilla desde el 2003. Para Bush este “rescate” fortalece su política de dominación en America Latina en tanto crea las condiciones para la reelección presidencial de su protegido Álvaro Uribe. No se quedo atrás Benedicto XVI, que durante la segunda guerra mundial fue uno de los soldados nazis del ejercito genocidas de Hitler. El papa de los cristianos expresó su satisfacción por el rescate de la ex candidata a la Presidencia de Colombia Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El “santo padre”, como lo llaman sus feligreses, ofreció ir a cualquier parte del mundo para darle un abrazo a la flamante heroína franco-colombina.
A estas plegarias de felicidad se sumó el gobierno de Venezuela, que mediante un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores expresó que "el hecho de la libertad es justificado motivo de júbilo para los liberados, sus familias, el pueblo y el gobierno de Colombia". Y reitero una vez más el pedido de Chávez para que las Farc, “liberen a los cautivos que todavía mantienen en su poder…y que este hecho abra camino hacia el acuerdo humanitario, el desmontaje de la guerra y el logro extraordinario de la paz". (Comunicado publicado en el diario colombiano el País, 3 de junio 2008). El mismo Chávez dijo, “estamos jubilosos y alegres por la liberación de esas personas". Hay que recordar que hace algunas semanas, el presidente de Venezuela exigió a las FARC dejar libre a todos los prisioneros, y olvidarse de la lucha armada que considero absoluta y sin ningún futuro. Después le tocó el turno al gobierno ecuatoriano de Rafael Correa, que se pronunció en términos pletóricos para felicitar al gobierno de Uribe “por la acción humanitaria que significa la liberación de Ingrid Betancourt, tres ciudadanos norteamericanos y once miembros de la fuerza pública colombiana". En la larga lista no pedía faltar Lula presidente de Brasil, Cristina Fernández Kirchner la presidenta argentina y sobre todo Evo Morales, quien celebró la liberación de los rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que consideró como ’muy importante para una búsqueda de paz”. Señalando que ello era una muestra de lo acertado de las “conversaciones que empezó el compañero Chávez, a quien hay que saludar en todo caso’, dijo Morales.
QUE HAY DETRÁS DE ESTE “RESCATE”
Hay que ser un entupido para creer la versión oficial que han dado los militares sobre la forma como se efectúo el rescate de Ingrid Betancourt. El comandante del Ejército, general Mario Montoya, señaló que la "Operación Jaque", como se denominó la acción de rescate, fue “limpia” (sin muertos ni heridos), y que solo duró 22 minutos y 13 segundos. En lo fundamental, dijo este general, se trató de un operativo de "inteligencia militar". Según él lograron “Infiltrar a las Farc", y en particular a los grupos guerrilleros encargados de custodiar a los secuestrados. Los convencimos, dice este militar, de que estaban hablando entre ellos mismos". El resumen de esta narrativa de ficción es que los militares del ejército colombiano, engañaron a los guerrilleros como si se tratara de retrazados mentales. Según Mario Montaya, se hicieron pasar como los jefes de la guerrilla que dieron la orden del traslado de los secuestrados, y de esa forma nadie se dio cuenta que dos helicópteros del ejercito se movieron libremente por las zonas que controlan férreamente las fuerzas guerrilleras. “Después, lanzamos la orden, haciéndoles creer que provenía de la cúpula de la guerrilla, de que ahora lo que vamos a hacer es trasladarlos de un punto a otro y van a ir dos de ustedes…Teníamos dos helicópteros porque sabíamos que era un número de 25 o 26 personas los secuestrados reunidos, mientras que los cabecillas encargados de su custodia, alias ’César’ y ’Gafas’, enviaron un "requerimiento" para que fueran cuatro y no dos los guerrilleros que se acercaran al helicóptero”.
¿Verdad o mentira?. Si suponemos que es cierto lo que cuenta con orgullo este militar, hay que considerar que las FARC no tienen ninguna validez como grupo armado. Ni una gallina deja que le roben los huevos en incubación sin que el ladrón se gane algunos picotazos. La guerrilla más ineficiente del mundo no permite que dos helicópteros se muevan con toda libertad en una zona protegida por cientos de subversivos, más aun si se trataba de proteger a una rehén que según la propuesta de canje formulada por las FARC valía la libertad de 300 prisioneros guerrilleros en manos de la policía del Estado colombiano. No hay ninguna lógica en este hecho cinematográfico, y lo más probable es que se trate de algo mas grave. La capitulación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y que la entrega de Ingrid Betancourt y los demás rehenes, sea una cabecera de playa para futuros arreglos secretos entre la guerrilla y el gobierno.
Una capitulación de las FARC no está descartada en la esencia ideológica política de este grupo armado que desde hace 40 años varias ha buscado como un objetivo estratégico, no el poder del Estado, sino la negociación con los diferentes gobiernos colombianos. Ya sea en Perú, Colombia o cualquier otra parte del mundo, un guerrilla dialogante y negociadora, no tiene ninguna perspectiva, salvo la capitulación. Ese ha sido el destino que siguieron los grupos armados en El Salvador, Guatemala y Perú. Pero sin ir muy en el análisis hay que remitirse a los últimos acontecimientos respecto a la política colombiana y a la actividad de las FARC. Sus últimas negociaciones le trajeron grandes pérdidas en su dirección política. En marzo de este año, Raúl Reyes, considerado el numero dos en este grupo fue asesinado por el ejercito cuando se encontraba en plena negociación para liberar a Ingrid Betancourt. A la semana de la muerte de este dirigente, Iván Ríos, miembro de la dirección guerrillera fue asesinado por varios guerrilleros que habían recibido una recompensa del gobierno de Álvaro Uribe. El mes de mayo, vino lo peor con la muerte de Manuel Marulanda o Tirofijo, quien desde 1964 había sido el líder principal de las FARC.
A los problemas internos de las FARC se sumaron la veleidades políticas del comandante Chávez, quien en junio pasado anunció, que las FARC debería liberar a todos los rehenes “a cambio de nada”, y que la guerra de guerrillas en América Latina y el Caribe “no está al orden del día… pasó a la historia”. Chávez, que mediaticamente se había presentado como un aliado de las FARC, apuñaló de frente y dijo que las FARC abandonen las armas, porque constituyen el “pretexto” para que el imperialismo yanqui fomente agresiones contra los países vecinos, y para “acusar de terroristas o de protección al terrorismo, y para desatar la guerra en la región”. Frente a la declaración de Chávez, las FARC no dijeron nada y callaron en todos los idiomas. En política se conoce que quién calla otorga, y sobre todo tetándose de un problema fundamental para América Latina y para la lucha antiimperialista.
A las declaraciones de Chávez siguieron en coro los planteamientos de Rafael Correa y de Evo Morales, que coincidieron con las declaraciones del presidente venezolano, y exigieron también la liberación de los prisioneros en manos de la guerrilla y el fin de la lucha armada. Lo mismo ocurrió con los Sandinistas, ahora reencauchados como pro imperialistas y los ex guerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, que aplaudieron la flamante posición antiguerrilla de Chávez. En este contexto, no es difícil imaginar que las FARC, alejada de Chávez, de Correa, de Evo Morales, y de otros aliados en America Latina, se sientan ahora como huérfanos pajarillos. Aislados y traicionados por sus aliados más cercanos.
En este contexto, no es muy difícil creer que las FARC, que construyó su proyecto político entre la acción guerrillera y la negociación con el Estado pro imperialista, estén dando los primeros pasos para poner fin a la lucha armada en Colombia. En todo esto no hay que descartar la ingerencia nefasta de Chávez, y no es simple casualidad que la misma Ingrid Betancourt, haya declarado al diario El Tiempo (3 de junio) que espera “Chávez y Correa nos ayuden a que las transformaciones en Colombia se den por la vía democrática”.