3 de noviembre de 2024

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AYACUCHO Y LA CRISIS SOCIAL EN PERU

Por: Hernán Zegarra*.

2 de junio de 2008

Presentación

En medio de la euforia alanista y palaciega por el caso de la pretendida reducción de la pobreza, presentamos un artículo de la revista “Vivir Bien”, Nº 120, de Abril-Mayo 2008, que desmiente totalmente lo que los gobiernistas, revisionistas, oportunistas y acuerdistas ventilan en el país cuando afirman que en el país ya hay un quiebre de la pobreza y, por ende, la lucha por el poder político para la clase y el pueblo está muy lejana.

Este artículo que reproducimos deja sin piso a todos estos espadachines a sueldo del orden y cualquier optimismo sobre cumbres mundiales y demás sandeces pues revela que el capitalismo burocrático ni el Estado terrateniente burocrático y menos aún las tropas extranjeras han producido cambios en Huamanga, ciudad ayacuchana del Perú hiriente de estos días, que con su eterna pobreza nos indica que aún en estos tiempos la rebelión se justifica. (Mauricio Quiroz Coordinador Nacional Movimiento Magisterial “Germán Caro Rios”-.

HUAMANGA: LA JOYA DEL PERU?

El legendario charanguista pausino, Jaime Guardia, bautizó a Huamanga, capital de Ayacucho, como la “Joya del Perú”. Yo visité esa antigua ciudad unas catorce veces entre 1983 y 1984.

Por aquellos años era muy difícil y riesgoso disfrutar de su belleza. En el día, sus añejas calles empedradas estaban vacías. Por las noches, huidizas sombras corrían antes del estallido de algún petardo y luego el ruido seco de la metralla.

La acción armada de SL, nos cegaba y muchas veces nos atemorizaba. Pero no tanto como para no ver la miserable vida del pueblo huamanguino. Yo había perdido por entonces, a dos entrañables amigos, los periodistas Reto y Mendivil, asesinados en Uchuraccay. En esos viajes debo haber escrito una veintena de crónicas dolorosas y en ninguna de ellas pude mencionar a la “Joya”.

Ahora he vuelto a Huamanga, pacificada, a inicios de este mes de mayo, y quise ver la “joya”. Pero lo que predomina, lo que se nos pone en los ojos en cada plaza, en cada calle, es la miseria del pueblo huamanguino.

La “Joya” opacada por el hambre; la belleza sombreada por un pueblo olvidado.

¿No fue que en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, se selló la independencia de América y se abría no sólo el mundo de la libertad sino también del desarrollo? Librarse del absolutista, felón y tiránico Fernando VI o de su Virrey José de la Serna, no era para tener una vida mejor?

Han trascurrido casi 200 años desde esa gloriosa gesta, del último enfrentamiento dentro de las campañas terrestres de la guerra de Independencia Hispanoamericana, y no ha pasado nada.

Muchos gobiernos “patriotas” se han sucedido en el Perú desde 1824 y no han hecho nada por Ayacucho. Nadie como Borges ha podido pintar mejor a la patria en este verso: “Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y mi vieja espada”. ¡Qué amor!.

Después de la gran guerra de la Independencia, los ayacuchanos debieron ser, por derecho, merecedores del mañana. Pero nada.

Hoy, en el siglo XXI, año 2008, al analfabetismo le ha crecido callo; los trabajadores formales apenas llegan al 16% de la P.E.A.; el 42.4 % no tiene electricidad; más del 60% no tiene agua potable en su domicilio y el 96 % no tiene teléfono.

En 1976, cuando se reunieron los Presidentes del Sur y Centro América en la Pampa de la Quinua, lugar donde se libró la batalla libertadora, el Perú anunció grandes inversiones para derrotar a la pobreza y alcanzar el desarrollo general.

Hasta ahora el pueblo ayacuchano espera que se cumpla esa promesa.