La demonización del presidente imperial.
BUSH, ¿A QUIÉN REPRESENTA EL MONSTRUO?
George W. Bush y su esposa llegan a San Pablo
Sábado 10 de marzo,
(IAR Noticias). Imposible observar el histérico "show anti-Bush" que están protagonizando por estas horas la izquierda y los seguidores de Chávez en América Latina sin recordar, por lo menos tangencialmente, a quien representa el demonizado George W Bush, la bestia peluda, el "enemigo público número" uno, el asesino internacional de los bajos instintos, que ha resuelto visitar algunas gerencias de enclave (obviando otras) del Imperio que preside.
Vale recordar que, en términos reales, numéricos y estadísticos, el Imperio que preside Bush está instalado cómodamente, desde hace generaciones, en cada uno de los países que componen el "patio trasero" del dominio estadounidense en la región.
En cada uno de los países donde hoy la izquierda, minoritaria y soliviantada, hace fe movilizadora del "anti-Bush militante", funciona regularmente, y ya sin ninguna oposición, una "sucursal" estructurada y organizada (leáse gerencia de enclave) del Imperio capitalista imperialista que, eventualmente, preside Bush.
Ese "mini-Imperio" local, subyacente detrás de la fiebre contagiante del "anti-Bush militante", está compuesto por las cámaras comerciales que agrupan a las corporaciones financieras, industriales y de servicios que operan normalmente en los 34 países (o sub-países) latinoamericanos, en asociación con los grupos capitalistas locales, las llamadas "oligarquías vernáculas".
Esos grupos económicos superconcentrados y diversificados, que controlan en su totalidad el comercio exterior y el sector económico productivo de todos los países de América Latina, componen la columna vertebral económica del sistema capitalista explotador representado (y protegido) en América Latina por la bandera de 50 estrellas del Imperio de Bush.
El poder detrás del "monstruo"
Detrás del demonizado George W. Bush (y disfrutando del "anti-Bush militante") se esconden, entre otras, American Express, AT & T, Boeing Co , Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil, General Electric, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, McDonalds, Merck & Co, Microsoft, Pfizer Inc, Procter & Gamble, United Technologies, Verizon, Wal-Mart Stores, y Walt Disney.
Se trata de las mismas corporaciones imperialistas, bancos, financieras y petroleras que "hacen grande" al índice Dow Jones de Wall Street, y concentran activos empresariales y multimillonarias ganancias, tanto en Brasil, como en Venezuela, Argentina, México, Colombia y el resto de las 34 gerencias de enclave en el continente.
Esas megaempresas (como todo el conjunto) del Imperio que representa Bush cosechan multimillonarias ganancias y activos empresariales valiéndose de la ausencia significativa de huelgas generales y de resistencia popular, por parte de los gremios y de la izquierda, que hace del "anti-Bush" su causa militante y "revolucionaria".
La "buena marcha" de los negocios del capitalismo transnacional protegido por el Imperio de Bush, también ha derramado dólares por miles de millones en América Latina.
El mexicano Carlos Slim ha logrado casi duplicar su fortuna en un año y situarla en 13.900 millones de dólares, con lo que ha escalado al puesto 17 entre los riquísimos del mundo, a los que también pertenecen los brasileños Josep y Moise Safra (4.700 millones) y el empresario de la Venezuela "revolucionaria" de Chávez) Gustavo Cisneros (4.600 millones).
En las antípodas de tanta fiesta capitalista en América Latina, está la realidad de los 210 millones de pobres y de más de 90 millones de indigentes que viven en condiciones de extrema pobreza y arroja por el suelo la famosa teoría del "derrame" capitalista, según la cual cuando la economía crece los beneficios se "derraman" entre las clases más necesitadas.
Y hay que resaltar un detalle: Mientras la izquierda y las "organizaciones populares" se desgañitan en las calles gritando contra la presencia de Bush, estas corporaciones (la estructura económica del saqueo capitalista que desangra y empobrece a América Latina y que subsiste con todas las administraciones norteamericanas), operan normalmente, y durante las 24 horas, sin que nadie les haga manifestaciones en contra ni reclamos sociales.
Los analistas del sistema atribuyen esta "fiesta del crecimiento capitalista" a la ausencia de conflictos sindicales, al funcionamiento pleno de las democracias con elecciones periódicas, al alto precio de las materias primas y del petróleo, y a una mayor demanda interna por efecto del crecimiento económico (concentración desmesurada de ganancias y activos empresariales a escala regional).
Y hay que recordar otro detalle: En la década del setenta, cuando llegaba un presidente de EEUU a cualquier país de la región, la izquierda (por entonces combativa) y los movimientos nacionales antiimperialistas, no se concentraban en su figura, sino en los bancos y empresas capitalistas (los intereses reales del Imperio) que eran sometidos a todo tipo de ataques y atentados.
Hoy solo pequeños grupos (resabios de aquella izquierda combativa) siguen con esta metodología, al margen de la protección financiera de los "gobiernos progresistas", detrás de los cuales se encarama la nueva izquierda político-electoral asimilada al sistema y despojada de todo contenido revolucionario.
Y hay una explicación a este fenómeno: La izquierda político-electoralista ya no pelea contra el sistema capitalista y sus corporaciones (el corazón de la concentración de riqueza generadora de injusticia social) sino que pelea contra Bush y la "derecha" del Imperio.
Es más, la mayoría de sus ideólogos están convencidos de que si "terminan con Bush", van a terminar con la guerras y la injusticia social en el mundo.
Mientras tanto, y cuando pueden, cosechan cargos electorales, y organizan foros y actos "anti-Bush" desde ONG financiadas por las transnacionales del Imperio de Bush.
Las gerencias ocultas
Curiosamente, los principales impulsores de las manifestaciones "anti-Bush", que adornan la visita del presidente imperial a América Latina, son los gobiernos "progresistas" y "populistas", como el de Chávez y el de Kirchner, que albergan en sus países, y sin ningún cuestionamiento, a la estructura del saqueo capitalista imperial representada (y protegida) por el Imperio administrado por Bush.
Los recursos naturales y los sistemas económicos productivos de Argentina y Venezuela están controlados por la misma estructura de saqueo capitalista (bancos, corporaciones y petroleras) que se acogen bajo la bandera y la embajada del Imperio estadounidense en todos los países de la región.
Está estadísticamente probado (cualquiera lo puede verificar investigando) que las administraciones de los Estados de América Latina, más allá del discurso de izquierda o de derecha de sus presidentes, no tienen poder real de decisión sobre sus medios de producción y recursos naturales que se encuentran en manos de corporaciones (las "cámaras") que hegemonizan las reglas y el funcionamiento de sus economías.
Luego de las dictaduras setentistas, Washington sustituyó el gerenciamiento militar del dominio por el gerenciamiento civil del mismo, sin alterar para nada el proceso de control económico por medio del cual los bancos y empresas transnacionales continuaron transfiriendo recursos y ganancias a EEUU y a las metrópolis capitalistas.
En ese contexto, desde hace más de veinte años la estrategia de dominio de Washington y del Departamento de Estado en América Latina consiste en impulsar los regímenes y gobiernos electos en las urnas, más allá de que asuman o ganen elecciones con discursos de "izquierda", "progresistas" o "neoliberales".
Cuando el sistema capitalista trasnacional con EEUU a la cabeza (mediante la introducción del "libre mercado" y las privatizaciones de empresas estatales en la década del 90) convirtió a los "estados nacionales" de América Latina en "estados trasnacionales" con sus economías en manos del capital privado, se revirtió la funcionalidad y la misión de la herramienta "estado" en los países dependientes de la región.
En ese nuevo escenario de poder geopolítico-estratégico, legitimado por gobiernos satélites elegidos en elecciones populares, Washington consolidó su dominio regional en un teatro latinoamericano sin lucha armada, sin estallidos revolucionarios, sin huelgas y con las organizaciones populares y de izquierda participando como "opción de gobierno" en los países dependientes.
Quien se tome el trabajo de investigar comparativamente a las economías de Argentina y Venezuela, va a llegar a la inevitable conclusión de que sus comercios internos y externos, y sus sistemas económico-productivos están controlados (en su mayor parte) por las mismas corporaciones que cotizan acciones en el Wall Street del Imperio de Bush.
Esto no impide que Chávez (socio de Kirchner en la petrolera Enarsa) se convierta este jueves en orador central y "líder conductor" del principal acto organizado en la Argentina contra la visita del presidente imperial.
Es más, los cuatro lobbys mediáticos de Argentina (con el Grupo Clarín a la cabeza) que concentran toda la torta publicitaria de las trasnacionales del Imperio de Bush, van a trasmitir "directo" el acto "revolucionario" de Chávez.
Se repite, en escala compulsiva, lo que sucedió en noviembre de 2005, durante la cumbre de presidentes latinoamericanos en Mar del Plata, cuando Chávez, el primer socio comercial de EEUU en la región, se convirtió en el líder parlante de la resistencia al ALCA ( asociación de libre comercio) impulsado por Bush y Washington.
Un verdadero carnaval de la esquizofrenia alienante "por izquierda", que vuelve a repetirse con el nuevo viaje del "monstruo" a sus gerencias de enclave.