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Una respuesta a Heinz Dieterich y a otros reformistas.
REFORMISTAS QUIEREN QUE UN TIGRE COMA LECHUGA
Por: Cesar Zelada.
El intelectual alemán (y otros de la izquierda boliviana como el vicepresidente García Linera), proponen que hay que conversar con la derecha porque el pueblo no está preparado para una revolución social. Estos Sres. reformistas plantean persuadir a un tigre a comer lechuga en vez de carne. Esta es la política para la derrota. En realidad, quienes no están preparados para una revolución social son estos compañeros.
La tierra de Tupac Katari vive una situación crítica. Las vacilaciones del Gobierno masista ha desembocado en una nueva “crisis política” que pone al país al borde de la balcanización. Es así como la contrarrevolución ha salido a la ofensiva con la táctica política reaccionaria de los 2/3 de votos para aprobar las leyes de la Asamblea Constituyente (mientras que el oficialismo impuso la mayoría absoluta).
Además, utilizando el método de la huelga de hambre y la consigna política de la “autonomía” han logrado rearticular su base social movilizando a cientos de miles de pobladores en el cabildo del 15 de diciembre. En el bastión cruceño masista de San Julián hubo enfrentamientos que dejaron 24 heridos y dos micros quedaron calcinados. Algunos analistas auguran una “guerra civil”.
En el cabildo de ayer, el prefecto Rubén Costas, amenazó “...con la declaratoria de autonomía de facto en caso de que la Constituyente no asuma el mandato del cabildo de esta tarde en Santa Cruz...” (diario Nuevo Día, 16-12-06). Además, conformaron juntas autonómicas para avanzar en los estatutos de los futuros “gobiernos locales autónomos”. En otras palabras, están planteando la separación política del oriente del país, si el Gobierno (que ganó las elecciones con mayoría absoluta en las elecciones del 2005) no se subordina a su política pro oligárquica.
Ante esto, René Navarro, asambleísta del MAS, informó que el Gobierno y la oposición flexibilizaron su posición y existe la posibilidad de llegar a un acuerdo. “Lamentablemente el tema de los dos tercios viene siendo manejado en una forma de desintegrar al país. En ese marco la Asamblea Constituyente no se brindará que so pretexto de dos tercios traten de plantear el separatismo los de Santa Cruz” (bolpress.com).
Aunque algunos analistas de izquierda anuncian que esta táctica puede ser contraproducente para la nueva derecha política, debemos agregar que el solo hecho que el Gobierno no pueda llevar adelante su programa reformista (“Nacionalización”, Reforma Agraria y Asamblea Constituyente), y llame a la contrarrevolución a dialogar por la “unidad del país”, es una muestra de la fuerza que han recuperado los agentes del imperialismo.
El intelectual Heinz Dieterich declara que “...La única vía de derrotar a la subversión oligárquica-imperialista consiste en quitarle a la derecha su bandera política de los dos tercios y de defensa de la democracia en Bolivia...”. Luego continúa: “...paralelamente, el Gobierno debe invertir masivamente en la deuda social, y lograr una declaración conjunta, pública o confidencial, de Venezuela, Brasil y Argentina, de que los tres Estados no tolerarán la desestabilización del gobierno de Evo Morales...” (artículo Bolivia: La derecha va hoy por el poder).
Estamos de acuerdo en la solidaridad latinoamericana. Creemos que esta juega un rol importante y estratégico (aunque creemos que la solidaridad debe realizarse entre pueblos y no Estados liberales). Pero ¿con qué política le quitamos la base social a los “cívicos” oligarcas? Sobre esto Dieterich no dice nada. Habla sobre la deuda social, pero no dice cómo. En verdad, Dieterich no cree que haya condiciones para una revolución socialista en Bolivia. En el Encuentro de los Pueblos y Estados por la Patria Grande en Sucre a fines de octubre, el compañero Dieterich manifestó contundentemente que el pueblo boliviano no está preparado para tomar el poder.
En otras palabras, el intelectual alemán (y otros de la izquierda boliviana como el vicepresidente García Linera), proponen que hay que conversar con la derecha porque el pueblo no está preparado para una revolución social.
Estos Sres. reformistas plantean persuadir a un tigre a comer lechuga en vez de carne. Esta es la política para la derrota. En realidad, quienes no están preparados para una revolución social son estos compañeros.
Cuando uno pregunta a estos moderados ¿quién derrocó a Sánchez de Lozada en Octubre del 2003?, ¿quiénes derrotaron las intentonas golpistas en las Jornadas de Lucha de Mayo-Junio del 2005?, responden perplejos. En verdad no saben que decir. Bueno, nosotros les vamos a responder con autoridad histórica. ¡El pueblo boliviano a través de la Central Obrera Boliviana (COB)!
¿Qué mas nivel político le pueden pedir al pueblo boliviano? Entonces, el problema no es de nivel político sino del factor subjetivo (una dirección y partido revolucionario auténticamente marxista). Pero esta dirección no puede construirse con una política moderada sino realmente revolucionaria.
A la derecha contrarrevolucionaria no se le puede moderar con buenas palabras. ¿Cuál es la lección que sacan ellos de los llamados a negociar del Gobierno? ¿Es Evo un hombre con el que se puede conversar? ¡No! Es un presidente y Gobierno débil. Esto es lo que dicen ellos. La debilidad invita a la agresión dice el dicho, y esta política es la que ha permitido que la contrarrevolución tome oxígeno, recupere fuerza y salga a desestabilizar a la administración indígena.
Por esta política “realista” del gobierno, la Asamblea Constituyente (AC) se ha convertido en una olla de grillos. El Gobierno discriminó a los movimientos sociales del parlamento. Prefirió pactar la ley de convocatoria a la AC con los mismos partidos tradicionales que decía combatir. Pues bien, allí esta el resultado: boicot, conspiraciones y cientos de miles en Santa Cruz arengando “Evo dictador”, “collas de mierda”.
Lamentablemente, cada victoria política popular en las calles y en las elecciones ha sido acompañada por el diálogo y la concertación. Cuando la victoria electoral de Evo Morales el 18 de diciembre del 2005 era el momento para aniquilar al enemigo. La oligarquía estaba desmoralizada. Solo bastaba con tomar una decisión política revolucionaria y expropiar las tierras, la banca y el gas a las transnacionales (por esto es que el pueblo luchó en Octubre del 2003 y decenas de compañeros murieron). Esto hubiera permitido una transición ordenada y “pacifica” al socialismo.
Debido a la política concertadora del gobierno policlasista, la revolución ha ingresado a un punto crítico. El día de ayer la oligarquía ha juntado “1 millón” de pobladores y ha llamado a la secesión de Bolivia. En verdad los “cívicos” inflan la cifra. Pero según los informes de testigos presenciales como Pablo Stefanoni (diario Clarín), han sido unos cuantos cientos de miles. Esto es suficiente para los planes de la contrarrevolución imperialista. Ahora se sienten fuertes. Para el próximo viernes 23 han convocado a otro cabildo.
Lo más probable es que, entre dimes y diretes, oficialismo y oposición lleguen a un acuerdo. Pero este pacto será débil por los diferentes intereses que tienen ambos. Mientras que los primeros, presionados por las bases, quieren llevar a cabo ciertas reformas como la distribución de las tierras improductivas (que afectan los intereses de algunas familias terratenientes cruceñas), los segundos luchan para frenar la reforma agraria. En el fondo este es el “problema de los 2/3 y la autonomía”. De concretarse esta política reaccionaria, les permitiría legislar como un Estado autonómico sin subordinación a las leyes del gobierno central.
Por lo tanto, la perspectiva boliviana estará marcada por grandes explosiones sociales, levantamientos e insurrecciones, donde el golpe de Estado y la guerra de secesión son una constante en la dinámica de la lucha de clases. La AC será la caja de resonancia de esta perspectiva.
A esta situación nos ha llevado el reformismo de la izquierda boliviana.
Estos Sres. dicen que no hay condiciones para el socialismo. Estos compañeros nos dicen que hay que hacer una “revolución por etapas”. Bien, vamos a “aceptar” que estamos en la etapa de la “revolución democrática”. ¿Qué hizo George Washington en la revolución norteamericana del siglo XVIII?, ¿concilió con los imperialistas ingleses? ¡No! G. Washington y los demás libertadores norteamericanos expropiaron y confiscaron las tierras y propiedades de los ingleses (y norteamericanos que les apoyaron), y no les pagaron ni un centavo de indemnización!
¡Esta es la única forma de derrotar a la oligarquía boliviana!
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