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Perú en tiempo de Alan García Pérez.
CIRCO, PAYASOS, Y POBREZA
Siempre hemos dicho que Alan García Pérez, antiguo trovador callejero en las calles de Madrid, y ahora presidente en la republica bananera del Perú, es un contorsionista de pura sepa. Apenas inicio su gobierno salió con aquello de pelearse como perros y gatos con el presidente Venezolano. Después grito que quería la pena de muerte para los violadores. Con la misma energía exigió sanción de muerte para los terroristas. Después, como para que nada falte en el circo García y compañía, se vistió de gala para presentar en “sociedad” a su sexto hijo, un pequeño varón nacido en la clandestinidad de los adulterios.
Así entre viejas y ridículas escenas, volvió a la carga para decir ahora que el gobierno luchará con las guerrillas de las FARC y como dijo el mismo ministro de defensa el aprista Allan Wagner, “en 48 horas sacaríamos a las FARC del Perú. Este ministro aprista que fue entrevistado por el diario La Republica (16/11/06), señaló en tono guerrero: "No permitiremos la incursión de guerrillas extranjeras en el Perú". Wagner declaró que hace tres años el Perú había firmado un convenio con el régimen colombiano, mediante el cual las tropas del ejército peruano y el colombiano realizarían patrullajes y acciones conjuntas contra la guerrilla de Colombia.
A todo esto hay que agregar las próximas elecciones regionales y municipales, cuyo montaje permite la participación de candidatos que vienen de los bajos fondos de la sociedad peruana. Rateros, coimeros, narcotraficantes, estafadores profesionales, charlatanes, y toda suerte de malandrín se preparar a ocupar un puesto en los gobierno regionales en los municipios. Este armadillo o simplemente circo, es parte de los instrumentos que usa el gobierno y los grupos de poder para aligerar las tensiones sociales en desarrollo.
¿A dónde apunta todo este circo?. Su objetivo es mantener la militarización del país y seguir en la situación que dejo el régimen de Fujimori. Este propósito, sirve en lo inmediato a crear las condiciones para reprimir las futuras movilizaciones espontáneas de los trabajadores peruanos, que frente al hambre y la miseria no tienen otro camino que la lucha popular. Pero la militarización de la sociedad tiene otros objetivos: uno de estos es mantener las leyes de excepción y mediante ello invalidar cualquier cuestionamiento legal de los gobernantes. Esto quiere decir, que en un país con leyes de excepción, el poder judicial se convierte en una institución de payasos, y eso en lo inmediato sirve para que civiles (los que gobiernan) y los militares sigan cometiendo robos, coimas y otros delitos, que una sociedad normal seria severamente sancionados.