7 de octubre de 2023

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De la rebelión ciudadana al vaciío del poder y al poder dual

¿Que está pasando en Bolivia?

Jorge Lora Cam

25 de enero de 2020

“El mito del caudillo, que es como el núcleo ideológico de la ideología populista, a la que acude la izquierda continental decadente y fracasada, se ha apagado, agotada su llama, no queda más que la oquedad y la mudez de una máscara que no dice nada. La izquierda acrítica, que ha medrado del prestigio de las revoluciones pasadas y triunfantes, que se ha aposentado en esta fulguración histórica, empero, tan solo haciendo apologías e invistiéndose de “revolucionaria”, sale en defensa del caudillo, sin haber intentado siquiera comprender la crisis de los “gobiernos progresistas”, mucho menos de hacer un análisis, y muchísimo menos se puede esperar un análisis crítico. Con lo que expresa patentemente sus limitaciones ateridas. Es pues una izquierda conservadora y colonial, apoltronada en sus adornos “revolucionarios”. No se da cuenta que asiste a fenómenos perversos donde el lado oscuro del poder no solo atraviesa el lado institucional del poder, sino que lo controla, lo usa como máscara. Una izquierda que nunca se detuvo a evaluar lo que pasó con las revoluciones socialistas triunfantes, por qué cayeron después de más de medio siglo, en unos casos, o menos, en otros; por qué se pervirtieron, sufriendo una metamorfosis como las del “socialismo de mercado”. Una izquierda de la que no se puede esperar que analice objetivamente lo que son estructuralmente los “gobiernos progresistas”. Asumen que son de “izquierda” y se enfrentan a una “derecha” neoliberal; lo hacen sin explicar por qué neoliberales y neopopulistas reproducen, con distintos estilos, el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Mucho menos van a ocuparse de las visibles profundas contradicciones de estos gobiernos, de su desbocada política anti-indígena y antiecológica.”
Raúl Prada Alcoreza, La revolución pacífica boliviana en el contexto de la crisis múltiple del Estado-nación, Bolpress, 15/11/2019 .

Le damos la razón a Raúl Prada, existe una izquierda que se siente revolucionaria cada vez que el progresismo consigue avances políticos y se embravece cuando presencia retrocesos. Entender el proceso boliviano –quizás como toda transformación- no es tarea sencilla. La información o la búsqueda de esta, siempre estará permeada por identidades, ideologías, preferencias, expectativas, mitos, símbolos, religiosidad, memoria, proyectos; por un ethos cultural que precede y cobra significados en los diversos procesos,agravándose las dificultades del conocimiento debido a los rápidos cambios coyunturales. La desinformación y la sobreinformación contribuyen a equivocaciones sucesivas, protegiéndose el presunto analista, en última instancia, en la fé y el fetichismo político. Y no queda de otra que volver a discutir si fue un golpe de Estado o fue una rebelión contra el fraude, o fueron ambas cosas. O quizás ninguna de las dos y fue un golpe del Estado contra la sociedad. Esta última interpretación, donde la resistencia a la dominación del MAS sobre los territorios de los pueblos indígenas, la sociedad civil y el Estado, se expreso en la revuelta democrática contra el fraude creemos que es la mas cercana a la realidad y nos lleva a pensar que al Gobierno del MAS desde el inicio no le importó la emancipación y se quedó en la gestión neoliberal del capitalismo desde el Estado y los gobiernos. Ya mencionamos a Prada Alcoreza y ahora citaremos a otro de los pensadores que junto a Garcia Linera – y muchos otros de no tan especial importancia- establecieron las bases políticas del proyecto fracasado de establecer el socialismo en Bolivia. Se trata de Luis Tapia, quien sostiene, que el 20 de octubre se intento,

"consumar un fraude electoral que pretendía articular otro momento de legitimación del control del aparato estatal, de la sociedad civil y de los territorios comunitarios indígenas. El MAS ha enfrentado la resistencia ciudadana al proyecto de prolongación de su dominación en el país. El fraude de octubre tiene antecedentes: ha estado preparado por varios momentos de fraude y cancelación de la democracia, siendo el principal el desconocimiento de los resultados del referéndum sobre la reelección de Evo Morales y García Linera en febrero de 2016, cuando el pueblo boliviano votó mayoritariamente por el “NO”" (1).

El proceso de cambio dirigido por el MAS fue un fraude desde hacía una década. Se inicia desde que algún líder del MAS pactó la Constitución construida por aportes de una sociedad en movimiento emancipatorio, con la oligarquía del Oriente y se acordó la permanencia del latifundio y la eliminación de la “democracia de segundo piso” que ampliaba los poderes populares organizados en todos los níveles de gobierno. El gobierno del MAS -como señala Raquel Gutiérrez- desconoció “cualquier otra forma en competencia de acuerpamiento político negando, desde entonces, la ampliación democrática”. Desde ese momento se intento sofocar o someter a las organizaciones colectivas críticas, empezó la división de organizaciones, la destrucción de de la izquierda critica, la implementación del IIRSA y megaproyectos neoliberales cuyo mejor ejemplo fue el conflicto del Tipnis.

La última década fue de una campaña electoral permanente donde el gobierno sólo busco mayor clientelismo y estabilidad y crecimiento económico en aras de la reelección. Esos objetivos lo encadenaban cada vez mas al extractivismo y a la derechización, a la imposición de proyectos y la creación de una forma de dominación. Cuando ocurre el fraude se desata una rebelión desde la auto organización, desde una resistencia democrática que en la práctica y en los medios queda desplazada por la existencia dedos violentos sectores políticos fundamentalistas que despertaron la memoria colonial y vida cotidiana racista que estaba en retroceso. Se trata de minorías con hegemonías segmentadas, donde unas convocan a grandes grupos a la guerra civil en defensa del Gobierno denunciando un golpe imperialista y otras divididas, los del oriente donde un sector quema wifalas, agreden e insultan a los pueblos en oposición al Gobierno y se mimetizan con mestizos e indígenas de áreas urbanas y rurales andinas que rechazan la política de Evo y el MAS. Ambas fuerzas violentistas antagonizan y centralizan el conflicto, utilizan la memoria racista e instrumentalizan a un tercer sector, a las mayorías, a los pueblos aymaras, quechuas, cambas, chapacos, guaranís. Ahora bien, el hecho de que muchos opositores buscaban y tejían estrategias para sacarlo configurando un posible golpe, era parte previsible de la lucha política, donde se agregaban e implicaban, cada vez más, organismos y personajes políticos bolivianos y del Gobierno norteamericano, personalidades conservadoras, poderosos políticos bolivianos exilados; que comienzan a articularse con sus contactos policiales y militares. Pero les faltaba un motivo, que ya lo esperaban, y se preparaban para actuar en el momento preciso. Evo y Alvaro tenían y querían ganar en la primera vuelta, una segunda era una verdadera amenaza. Como dice Evo: “me hicieron pisar el palito”, cual era ese palito: el fraude electoral. Y lo piso evidente y escandalosamente, esto, en primer lugar consiguió una rebelión ciudadana, principalmente juvenil, contra el fraude, donde destacan Luis Fernando Camacho (40 años) en el Comité cívico de Santa Cruz y Marco Pumari (30 años) en el Comité Civico de Potosí, Juan Flores en el Conté cívico Popular de Cochabamba. Reaparecen otros Comités cívicos en el Beni, Tarija, La Paz. Casi todos los comités representaban principalmente a los combatientes por la democracia, pero también a las nuevas clases medias, a los nuevos jóvenes empresarios, a los estudiantes sin futuro, a la boliburguesía, a las mujeres, etc. Los nuevos sujetos creados por el proceso, que se politizan sin programa socialista, pero si con demandas democráticas y otros con claros intereses económicos. Ellos, presumo que la mayoría, coincidían en la oposición a la ilegitima candidatura de Evo Morales, criticaban el autoritarismo y la corrupción, reivindicaban los derechos humanos y ambientales, levantaban reivindicaciones regionales, en algunos casos se enfrentaban a otros comités cívicos del MAS. Muchos de ellos con sus organizaciones populares y ciudadanas organizaron los levantamientos contra el fraude. Jóvenes blancos e indígenas ahogados por los trámites, la burocracia, la corrupción, el doble aguinaldo, las AFP, los impuestos, revitalizan organismos abandonados como los comités cívicos y asumen su conducción. Cuando los viejos líderes reaccionaron habían perdido sus direcciones y en algunos casos hubieron comités cívicos paralelos.

Cuando la Comisión de la OEA, en la que confiaba Evo, por haber legitimado su candidatura con el argumento de ser un derecho humano, decidió publicar los resultados de su investigación del proceso electoral, estaban las condiciones para el desplazamiento, el segundo factor decisivo, si quieren se puede decir el inicio del Golpe, fue la participación de la policía y militares que sugirieron la renuncia presidencial. Evo renuncio verbalmente y salió del país acompañado del Vicepresidente y otros personajes. Muy rápido reaccionó la derecha en estos Comités y redireccionó los objetivos. Ahora ellos estaban cerca del poder, pero con la complicidad del MAS pues a quienes les tocaba la banda presidencial renunciaron en cadena hasta quedar en manos de Jeanine Añez. Mientras Evo y parte de la dirección del MAS jugaba con el vacío de poder y la violencia con la idea de que sería convocado a volver para pacificar, se unificó una derecha que estaba dividida, católicos fanáticos de ultraderecha como Camacho, el comité Cívico de Santa Cruz y su candidato Oscar Ortiz; evangélicos civiles y militares que tuvieron como candidato al coreano Chi (aceptado como tal sólo para dividir la oposición) ahora tienen como Presidenta de Bolivia a Jeanine Añez escoltada por Carlos Mesa, el candidato ex Presidente de centro derecha junto a Doria Medina, Tuto Quiroga y a Camacho-Pumari tomando las decisiones más importantes en el país. Estados Unidos y muchos gobiernos reconocieron a este nuevo gobierno, estaba, ahora si consumado el reemplazo, al que consensuaron los seguidores de Evo en llamarlo “Golpe”. Sin embargo nada está dicho y por eso no llega a configurar un golpe. Las elecciones son inminentes y, por ahora, no se visibiliza una entronización duradera de la derecha.

Muchas veces oímos lo que queremos oir y nada mas. En una entrevista, ya en México, Evo Morales se siente traicionado por los empresarios para quienes gobernó la última década y eso es muy cierto. Los barones del Oriente, las trasnacionales hidrocarburíferas, los agroindustriales, el sector financiero, los comerciantes, el ejército, la boliburguesía y el narcotráfico, no tenían motivos para un golpe. Ellos fueron subsidiados, cuando no financiados por Evo, no peligraba el poder corporativo, mas al contrario seguirían gobernando. Se compara la situación con Venezuela, sin embargo, en Bolivia Camacho fue un líder improvisado que ni quedo en el gobierno, no existía una personificación del golpe. Evo se siente traicionado por los empresarios y tras ellos por la policía con la que ya tenía problemas y los militares, en los que confiaba, que fueron el factor decisivo. El poder real seguirá en manos de grandes corporaciones solamente que ahora, gobernara para ellos una derecha relativamente consolidada. En resumen, los sujetos neoliberales creados o, como dice Evo, “alimentados” por el proceso fueron sus enterradores: los empresarios de Oriente y Occidente, los jóvenes universitarios o “emprendedores” embrutecidos en las universidades (la mayoría de universidades privadas en Santa Cruz son evangélicas), los trabajadores precarizados y sin derechos, la boliburguesía, los militares –los únicos servidores públicos con pensión 100%-, los policías desfavorecidos. Quedaron en su campo.

A la pregunta si Evo es víctima o cobarde. Podemos responder con la idea de que el impone su candidatura anticonstitucionalmente, luego pretende un triunfo mediante el fraude y es descubierto, huye pero antes convoca a la guerra civil. Evo pudo quedarse, hacer un acuerdo de paz con los cívicos y realizar elecciones limpias. Pero no, prefirió dejar un vacio de poder, crear el caos y muy instrumentalmente empujar irresponsablemente a sus seguidores a pelear contra la oposición, enfrentado al pueblo entre sí y huyo. Pero quedaba el Congreso y surge otra pregunta, ¿en un golpe normalmente se cierra el Congreso o no? Alguien lo cerró? ¿Por qué callaron los congresistas (70% delMÁS). Caudillismo? ¿Esperaban ordenes? ¿Adriana Salvatierra fue obligada por Evo a renunciar y el MÁS quedo mudo ? ¿Por qué no se pronunció? ¿Y hasta hoy no lo hace?. Estos hechos complican el análisis. Si es un golpe sin líder nacionalmente conocido, sin programa, sin antagonista definido, surgen muchas dudas y nos llevan a seguir pensando en las fuerzas osuras.

Los cambios propiciados por el neoliberalismo en la política, habiéndola degradado hasta el punto de corromper y desacreditar partidos, políticos, instituciones, ideologías e incluso identidades, han conducido a que las movilizaciones hoy sean por intereses: desde empresariales, regionales, territoriales, ecológicos, reivindicativos, derechos humanos, derechos políticos perdidos, expoliación financiera, democracia, etc. Junto a los oscuros intereses del narcotráfico, el contrabando, la apropiación de recursos naturales y territorios, existían potencialidades derivadas de la permanencia de políticas neoliberales, continuaba el dominio financiero de la economía y nunca se inició un cambio de extractivismo y de las bases estructurales de la economía neoliberal la inserción subordinada de estos países en la división internacional del trabajo como fuentes de materias primas y mano de obra barata.
El “modelo boliviano” empezaba a resquebrajarse, se preveía un crecimiento del 2% y la aparición del litio era la esperanza, sin embargo creaba nuevas contradicciones por las rentas y el uso del agua en detrimento de los cultivadores de quinua. El litio que se vendía a China, Rusia, Europa, subia rápidamente en el mercado y despertaba la ambición norteamericana por su control en este país y en los vecinos Perú y Chile. Importantes contradicciones entre las potencias y de clase subyacentes comenzaron a estallar. Se iba reduciendo la legitimidad política al mismo ritmo que descendían los programas redistributivos específicos al bajar impuestos y regalías, proyectos de infraestructura, extensión dela financierización que se extendía a las clases populares. Peligraban los programas de empleo, el gasto social y la reducción de la pobreza. El Estado hoy impone la austeridad y el abandono de los programas político-económicos generales que no desafiaron las relaciones de propiedad social o las matrices productivas de las economías coloniales heredadas. El hecho, parece ser, es que aun nos falta conocer mas detalles y descubrir que fuerzas oscuras están tras el proceso que vive Bolivia.

¿Qué está pasando en Latinoamérica?

Para empezar, considero que existe la necesidad de esclarecer una vez mas el termino: neoliberalismo. Y nos preguntamos, ¿como podemos denominar a los regímenes llamados “progresistas&#8221 (2); que no quisieron o no lograron, trasformar las estructuras del capitalismo, impuestas con las contrarreformas neoliberales, particularmente el colonialismo financierista, expresado en el extractivismo, el despojo y saqueo o la privatización de empresas y la destrucción de la soberanía, al cercenarles los instrumentos fiscales y monetarios. Y tampoco modificar la sustancia y esencia del Estado capitalista que se mantiene como una entidad neoliberal hegemónica de dominio político y cultural reproduciendo los intereses y privilegios de las corporaciones, de las clases dominantes y de las élites reaccionarias, reduciendo las demandas sociales al mínimo y encubriendo nuevas formas de dominación antiliberales, donde el congreso es convertido en una farsa? Pues yo le llamo neoliberalismo de izquierda. Todos los gobiernos mencionados a pie de página prosiguieron con esas políticas, salvo la exitosa renegociación de contratos sobre hidrocarburíferos en Bolivia con las trasnacionales, iniciada por el Presidente Meza y continuada por Evo Morales. El neoliberalismo se convirtió en el capitalismo de hoy con un pensamiento hegemónico, imponiéndose culturalmente, construyéndonos como sujetos del sistema, definiendo políticas en todos los ámbitos, modificando desde las teorías hasta el propio lenguaje: gobernanza, gobernabilidad, emprendedurismo, sociedad civil, competencias, competitividad, empoderamiento, coaching, excelencia, etc. Que no fue otra cosa que introducir en la política legítimamente a las grandes corporaciones, ocupando y corrompiendo los órganos del poder estatal y destruyendo las instituciones liberales.

Señala Apilanez: El neoliberalismo es una revolución conservadora que responde al gran fracaso histórico capitalista respecto a la incapacidad del capital para mantener tasas de ganancia adecuadas, que obligaron a liberalizar los flujos financieros y de capitales y destruir los restos de la soberanía nacional para explotar al máximo la extracción de rentas y la multiplicación del capital ficticio en las finanzas globales. Es el sustrato material de la hegemonía ideológico-política neoliberal: la progresiva destrucción del bienestar clasemediero, las privatizaciones y la liberalización de los mercados de capitales coinciden con una exuberancia de las finanzas y el crédito para sostener la tasa de ganancia y el poder de compra de las masas en un capitalismo tóxico que ya no puede cumplir con el sueño húmedo reformista de elevar el nivel general de vida hasta la clase media universal (3).

Cuando se llega al límite de esquilmar ya no solo a los trabajadores sino a las clases medias, cuando se expropia a los pueblos indígenas sus territorios y se asesina a quienes resisten, cuando se concesionan regiones o países íntegros al capital financiero, cuando todo queda mercantilizado y los políticos participan del saqueo, cuando se corrompe la vida política, cuando la estabilidad depende del extractivismo, cuando las universidades embrutecen a los jóvenes y ni siquiera cumplen con el objetivo neoliberal de adiestrar trabajadores para las trasnacionales, cuando la gente se harta de tanta desigualdad, de empleos precarios, desempleo y ausencia de servicios de salud, cuando escasea el agua o se contamina y sobre eso se privatiza, cuando los jóvenes ya no tienen expectativas de vida digna y etc. estamos ante el fin de un período marcado por el ocaso del neoliberalismo y las formas de dominación política que lo acompañan. Vivimos hoy el saqueo y despojo neocolonial de los púbico y lo privado. Cuando llegan al campo privado las bases de la rebelión están listas. El saqueo de lo púbico no fue de interés colectivo cuando los comodities estaban al alza y mientras benefició a sectores de las clases medias, incluyendo a políticos e intelectuales progresistas. Pero cuando bajan los precios y los ingresos públicos y avanzan los procesos de crisis reaparecen viejas potencialidades, experiencias de revueltas que en Latinoamerica tienen continuidades y similitudes, aunque también son diferentes en cada país. Tuvieron que pasar tres décadas para que maduren las explosiones. Sin embargo, no son movimientos definidamente anti neoliberales, no obstante que muchos van contra algunas de sus manifestaciones, como la corrupción o el rechazo a gobiernos, a partidos o a los políticos. La práctica y la experiencia van definiendo antagonismos, clarificando objetivos y descubriendo elementos potenciales encubiertos. Es el caso boliviano. Aquí, el Gobierno,como sostiene Zibechi, no imaginabadejar el poder, porqué no conciben la política sin aferrarse al Estado. Abandonaron la construcción de poderes populares, los autogobiernos, solo les intereso la gente organizada clientelarmente y evitaron las organizaciones autónomas y comunitarias, incluso a través de la represión y el terrorismo de Estado.

Notas:
(1) Luis Tapia, “CRISIS POLÍTICA EN BOLIVIA: LA COYUNTURA DE DISOLUCIÓN DE LA DOMINACIÓN MASISTA. Fraude y resistencia democrática”, CIDES-UMSA, 10/11/2019
(2) Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia, El Salvador o Chile, Argentina, Brasil o incluso, forzando las cosas, Perú.
(3) Salvador Lopez Arnal, Entrevista a Alfredo Apilánez sobre la Teoría Monetaria Moderna,TMM (I) “Hay dos paradigmas monetarios que determinan la visión del sistema económico y de las políticas públicas”, Rebelion.org , 30-10-2019