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Raucana: el Comité Popular en Lima

Equipo El Diario Internacional

24 de agosto de 2019

Raucana ha pasado a la historia como la experiencia urbana de un Comité Popular del Partido Comunista del Perú (PCP), conocido por la prensa como "Sendero Luminoso". El asentamiento humano fue fundado tras una ocupación que hicieron pobladores en las tierras de un antiguo fundo de la acomodada familia Ísola el 28 de julio de 1990, en el distrito de Ate-Vitarte. La toma de tierras fue repelida a sangre y fuego por la policía ocasionando la muerte de tres personas. El primero de los cuales fue el ciudadano Félix Jorge Raucana, de 24 años. En honor a este valeroso poblador, el asentamiento tomó su nombre. En 1991, vivían en Raucana entre 1,600 y 2,000 pobladores, y la mitad de la población tenía entre 21 y 40 años de edad.

El PCP contribuyó a construir un sistema de organización colectiva que se asemejaba a un Comité Popular. Por su casi perfecto funcionamiento y por la cercanía que se le atribuía a dicho partido, Raucana atrajo rápidamente la atención de la prensa. En el diario de derecha Última Hora se podía leer lo siguiente sobre Raucana: "El área que ocupa, unas 215 hectáreas, está distribuida en orden. Todos trabajan para todos. La colaboración es mutua y organizada perfectamente, es increíble. El sistema de trueque no falla. Todos tienen su huerta y en cada una se siembra diferentes verduras, así se consigue un total variado de producción, que cubre las necesidades alimenticias, para ser luego intercambiada por el grupo. Tienen campos deportivos. Hacen adobes. Todos están unidos" (Última Hora, citado por Carlos Castillo 2006).

A través de la organización colectiva, los pobladores podían hacer frente a la pobreza. Así construían sus casas, cavaban pozos de agua sin ayuda de máquinas, formaron huertas en las que sembraban verduras y frutas y construyeron granjas con animales para el autoabastecimiento. Habilitaron un sistema de agua y desagüe y contaban con una farmacia que abastecía a los pobladores con medicamentos de manera gratuita. Instalaron una posta médica en la que estudiantes de medicina atendían a los pobladores. Estos se ayudaban mutuamente en las tareas cotidianas sin pedir nada a cambio, y daban una contribución mensual para los gastos del asentamiento. Quien no tenía dinero podía ofrecer su trabajo en tareas comunales como pago.

Raucana contaba, a su vez, con un sistema de justicia autónomo que era ejercido por la Junta de Delegados. Faltas y delitos eran vistos en juicios populares. Cuando un poblador atentaba contra el código de buena conducta de la población, por ejemplo, maltratando a su mujer o hijos, o tenía un comportamiento irrespetuoso con sus vecinos, se le advertía. Si no se corregía, se le llevaba a la Asamblea General que decidía un castigo. La pena era, normalmente, realizar horas de trabajo para la comunidad. Las autoridades y miembros de Raucana eran abordados por otros asentamientos para que les resuelvan sus problemas de seguridad interna.

Se contaba, asimismo, con un propio sistema de seguridad que garantizaba el orden público e impedía el ingreso de bandas de ladrones o traficantes de drogas como ocurría en otros poblados. El sistema de defensa se encargaría de repeler los ataques de la policía que, en un principio, pretendía desalojar a los pobladores. Con esta organización autogestionaria, Raucana se convirtió rápidamente en un asentamiento modelo. Para los que avizoraban el ideal de una nueva sociedad sin opresores ni oprimidos, aquí se estaba se plasmando un modelo embrionario de sociedad socialista.

Raucana estaba dividido en diferentes sectores que realizaban sus asambleas y que elegían un delegado para la Asamblea General que tomaba decisiones para todo el asentamiento. La Junta de Delegados elegía la Junta Directiva. En las Asambleas Generales podían participar jóvenes y niños. Los pobladores podían hacer propuestas de acciones a emprender, las que eran discutidas por los delegados junto con la Junta Directiva. De esta manera, se aseguraba que todos pudiesen participar en la toma de decisiones. Raucana era un ejemplo de democracia directa.

Según el historiador Carlos Castillo, ni los delegados ni la mayoría de los pobladores de Raucana eran miembros del PCP, pero se respetaba las decisiones de las asambleas y de los delegados. Los entrevistados por la Comisión de la Verdad han asegurado que nadie fue obligado para pertenecer o apoyar al PCP (Comisión de la Verdad 2003, Tomo 5, página 442 (Castillo 2006: 114).

El Partido Comunista tampoco ha reconocido explícitamente que ejercía gobierno en Raucana. Todo apunta, sin embargo, a que Raucana cumplía la función de un Comité Popular, y fue el primero en la ciudad. Esto resultó altamente inusual porque los Comités Populares se erigían en el campo. El PCP llevaba adelante la estrategia de cercar las ciudades desde el campo. El poder popular se debería forjar aquí para, en una segunda etapa, cercar las ciudades, asfixiarlas económica y militarmente, hasta finalmente tomarlas por asalto (1). Al mismo tiempo, se deberían crear las condiciones en las ciudades mismas, generando espacios de poder. En esta estrategia, los asentamientos humanos, los barrios empobrecidos, cumplían un papel fundamental. La prensa los denominaba "Cinturones de Pobreza". Los comunistas, en cambio, los denominaban "Cinturones de Hierro" (2).

El Estado peruano no perdonó al Partido Comunista ni a los pobladores de Raucana: tenía que destruir el asentamiento no solo porque cobijaba un nido de "terroristas", sino porque demostraba que el modelo de sociedad que proponía el PCP funcionaba. El socialismo existía y era, en la práctica, superior al país oficial que representa el Estado.

El 6 de setiembre de 1991, Raucana fue ocupado por un contingente de 2,000 soldados que erigieron una base militar y se quedaron 10 años. La ocupación fue sangrienta. Comandos conjuntos de soldados y policías entraron a todas las casas violentando las puertas, robando y destruyendo las pertenencias de los pobladores, deteniendo, torturando y desapareciendo a muchos de ellos. Los militares acabaron con los huertos y las granjas matando a sus animales (Comisión de la Verdad 2003, Tomo 5, página 444). Es evidente que los militares querían destruir los recursos de supervivencia de los pobladores, así como el proyecto Raucana. Varias mujeres denunciaron que fueron abusadas y violadas por militares y policías. Entre 1991 y 1993 fueron detenidos todos los miembros de las Juntas Directivas electas en estos periodos. Ya antes de la ocupación, en abril del mismo año, los militares habían asesinado a 4 pobladores y herido a decenas cuando protestaban por la detención de sus dirigentes. Estos asesinatos, desapariciones, torturas y detenciones arbitrarias han sido documentados, incluso, por la Comisión de la Verdad;la misma que, sin embargo, dedicó su trabajo a desprestigiar el Partido Comunista y a limpiar políticamente a militares, policías y ronderos de sus crímenes de guerra.

Los asesinatos, en la represión en Raucana, se hallan plasmados en una entrevista al fotógrafo Carlos Saavedra: "En el año 1991, cuando el Ejército iba a retomar el barrio de Raucana, donde vivían miembros de Sendero Luminoso, fui herido de bala en la pierna. Fue una reyerta entre militares y pobladores. El Ejército desalojó a la prensa y la policía. Yo de terco me metí y comenzó la balacera. Era bravo. Busqué un cuadrado de cemento a modo de trinchera y me fui al otro lado del pueblo, y vi a la gente tirada en el suelo por la balacera. Yo estaba parado con mi cámara. Luego, sentí un roce que me quemaba la pierna; pero la bala no me cayó a mí, mató a un señor que estaba detrás" (IDL-Reporteros 2010).

Las fuerzas de ocupación destruyeron la organización comunal de la población como un castigo y para hacerlos, a su vez, dependientes de las donaciones de alimentos que les entregaban. Esta era la antigua táctica del "garrote y la zanahoria" que utilizó el Estado en su guerra contra el PCP. Los militares hicieron repartos de alimentos durante años en los asentamientos humanos para ganarse a la población y, de esta manera, alejarla de la guerrilla maoísta. En el caso de Raucana fue diferente, los militares redujeron rápidamente las donaciones de alimentos, porque se dieron cuenta de que ni de esa ni otra manera iban a ganarse a la población. Y tenían razón: los pobladores se habían impregnado del ideal y la práctica socialistas.

El historiador Carlos Castillo ha documentado el maltrato sistemático que los militares hicieron contra los habitantes de Raucana. La base militar se quedó 10 años allí. La ocupación militar impidió que los pobladores pudieran continuar organizándose para salir adelante. Se convirtió en un asentamiento miserable, con pésimas condiciones de higiene y salubridad en que los pobladores padecían hambre y una serie de enfermedades crónicas. El diario La República informaba sobre Raucana, en 1998, de la siguiente manera: "No hay qué comer. Abundan los niños enfermos, tebecianos, desnutridos, los alcohólicos y las madres solteras. Raucana, el poblado donde Sendero Luminoso instaló su primer comité popular abierto en la capital, es el infierno en la Tierra (...) Pero desde hace ocho años el Haras sufrió un cambio radical y se convirtió en el asentamiento humano Jorge Félix Raucana, una de las barriadas más miserables y tristes de Lima" (La República 09.08.1991, Castillo 2006, página 264).

Este autor ha documentado que muchos pobladores acusaban problemas psicológicos y los niños padecían malformaciones. El Estado aplicó lo que el filósofo Michael Foucault definió como bio-política, es decir, ejercer dominación a través del dominio sobre el cuerpo. El Estado pretendía destruir la voluntad de lucha de los pobladores de Raucana, y lo hizo quitándoles sus medios de supervivencia y creando las condiciones para que se enfermen. De este modo, siguió atacando a esta población aun después de la derrota del PCP.

Queremos enfatizar que nadie ha sido juzgado por estos crímenes, por los muertos que ocasionaron los soldados al balear pobladores desarmados, militares y policías que desaparecieron, torturaron y violaron a pobladores. Ninguna organización de derechos humanos alzó su voz en protesta y ni la Comisión de la Verdad hizo esfuerzos para que se investiguen y abran procesos por estos hechos. La justicia para esta comunidad no ha llegado ni llegará bajo la actual estructura del poder.

La experiencia de Raucana ha pasado a la historia como una de las más aleccionadoras y significativas en el marco de la guerra popular, al ser una muestra de que solo luchando, de forma unida, el pueblo se liberará de las viejas cadenas de opresión. El costo que ha pagado la población de Raucana fue alto. Pero superior ha sido la contribución de este valiente pueblo a la lucha por una sociedad más justa en el Perú. Su experiencia y lucha constituyen una contribución insoslayable en el largo camino al socialismo. Y su heroica entrega jamás será olvidada. La historia les dará el meritorio lugar que corresponde.

NOTAS
(1) Si extrapolamos esto al terreno literario, puede citarse el célebre poema de José María Arguedas, “Túpac Amaru Kamaq Taytanchisman Haylli Taki" (’A nuestro Padre creador Túpac Amaru Himno-Canción’), de su único libro de poemas Katatay y otros poemas (1972: originalmente escrito en quechua); donde se recrea literariamente la historia del cerco de inmigrantes provincianos sobre la capital del país. Por cierto, no se trata este poema de una paráfrasis de la referida estrategia maoísta -porque no hay argumentos para probar esto sobre Arguedas-, pero cabe la acotación como una coincidencia de objetivos entre diferentes sectores sociales de coyunturas diferentes en la República criolla peruana.

(2) Es importante resaltar, al respecto, las batallas políticas a nivel del lenguaje y la simbolización en el imaginario colectivo. Así como aquel ejemplo citado arriba, hay diversos otros casos para evidenciar lo anterior. Por referir uno emblemático: a las hediondas cárceles donde el Estado peruano recluía a los prisioneros políticos de guerra (como hacía con el resto de la población penal, por cierto), los miembros del PCP-SL las rebautizaron como "Luminosas Trincheras de Combate" (LTC). Lo cual conllevó, por ejemplo, a que una matanza como la ocurrida en los penales durante el primer gobiernos de Alan García, fuera renominada como "Día de la Heroicidad". El pionero y recomendable libro de los semiólogos Juan Biondi y Eduardo Zapata, El discurso de Sendero Luminoso: contratexto educativo (Lima, 1990), aborda este tipo de batallas simbólicas a nivel del lenguaje en el campo cultural-pedagógico de aquellos años.

Fuentes:

Arce Borja (2009). Memoria de una Guerra. Perú 1980-2000

Castillo Vargas, Carlos (2006). Rompiendo el Silencio. Raucana, historia de una posible base de apoyo del Partido Comunista del Perú, o de cómo se formó el "nuevo poder"

Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003). Informe Final, Tomo 5
IDL-Reporteros (2010). El ninja de la fotografía