7 de octubre de 2023

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¿Quién vota a Vox? Los datos desmontan el mito del voto obrero a la ultraderecha

Por David Romero

20 de mayo de 2019

Tomado de RT

Un análisis de los últimos resultados electorales y de la procedencia de los apoyos a Vox revela que los de Abascal seducen mejor a las clases acomodadas que al votante obrero.

A principios del pasado mes de diciembre, el partido ultraderechista Vox obtuvo doce escaños en las elecciones al Parlamento de Andalucía. Era la primera vez en 36 años que diputados de extrema derecha accedían a un parlamento en España.

Desde entonces, se ha especulado mucho acerca del fenómeno Vox: su detonante, sus causas y su futura evolución se han convertido en temas primordiales en el análisis político del momento, y el supuesto perfil de su votante en un asunto ampliamente discutido.

El auge de Vox en el panorama político español se entendió, desde algunos planteamientos, como parte de una dinámica transnacional: después de todo, otras ultraderechas habían alcanzado recientemente importantes cuotas de poder en Europa. En países como Dinamarca, Suiza, Francia, Polonia o Austria, la extrema derecha seduce a más de un 20% del electorado. Además, algunas de las características ideológicas de Vox presentan similitudes con las que se han percibido en los planteamientos de Donald Trump en EE.UU. o de Jair Bolsonaro en Brasil, ambos triunfantes en sus respectivos países.

Las últimas elecciones generales españolas han otorgado al partido de Santiago Abascal un éxito mucho más modesto: el 10% de los votos, y en el contexto particular del país, el perfil de este votante parece tener características propias y distintivas.

¿Voto obrero o voto de las élites?

Un análisis pormenorizado de la procedencia del voto a Vox revela circunstancias particulares y parece desmentir algunas de las conjeturas con las que trató de explicarse inicialmente el incremento del apoyo electoral a este partido.
Una de ellas era el supuesto predominio de un ’voto obrero’, proveniente de las rentas más bajas, alentado por un enfado ante la precariedad laboral y económica de las zonas más deprimidas del país y orientado a castigar los excesos y la corrupción de las élites. Esta teoría asumía que la extrema derecha estaría usurpando así una función que tradicionalmente había desempeñado el voto obrero de izquierdas.
Las cifras de los últimos comicios, sin embargo, no apoyan enteramente esta hipótesis: por una parte, en las poblaciones con rentas más bajas, las más castigadas por la precariedad, no se aprecia que la izquierda haya disminuido su presencia electoral en favor de Vox, ni que los de Santiago Abascal hayan obtenido unos resultados significativamente superiores a su cifra media en el conjunto de España. Y por otra, en los municipios más ricos de España, donde la renta media es mayor, el porcentaje de votos a Vox sí ha doblado esa media nacional, sugiriendo, esta vez sí, un vínculo significativo entre rentas altas y apoyo a la extrema derecha.
En los municipios más ricos de España, nueve de los cuales están en la Comunidad de Madrid (Pozuelo de Alarcón, Boadilla del Monte, Majadahonda, Alcobendas, Las Rozas de Madrid Torrelodones, Villanueva de la Cañada, San Agustín del Guadalix y Venturada), y uno en Valencia (Rocafort) Vox obtuvo una media del 18,94% en porcentaje de votos. En varios de estos municipios madrileños se superó incluso el 20%.

Por otra parte, en los municipios con menor renta del país, la presencia de Vox es considerablemente más modesta. Zahínos, Fuenlabrada de los Montes, Higuera de Vargas y La Parra, en la provincia de Badajoz, son las poblaciones más pobres. En ellas, Vox ha logrado porcentajes que van entre 7,5% y el 14%. En otros municipios en la lista de los 15 con menor renta, como Cervantes (Lugo), Almáchar (Málaga), Montejícar (Granada) o Piornal (Cáceres), Vox no ha llegado a reunir ni el 5% de los votos.

Vox gana en los barrios más ricos

Si profundizamos aún más en el análisis geográfico de la composición del voto, vemos incluso que los mayores éxitos de Vox se han producido en algunos de los distritos más acomodados de España. Madrid presenta así una significativa radiografía de la distribución del voto a la ultraderecha, que transluce una no menos significativa relación entre el apoyo a Vox y los niveles altos de renta.

Tres de los cuatro barrios más ricos de España están en Madrid, y son la urbanización de La Moraleja, al norte de la ciudad, Somosaguas-Húmera (en el municipio de Pozuelo de Alarcón), y Salamanca-Goya, en el centro de la capital.
Los resultados hablan por sí mismos: en los tres ha ganado el PP, pero Vox ha sido la segunda formación más votada tanto en La Moraleja como en Salamanca-Goya. Además, entre Salamanca, Retiro y el también acomodado barrio de Chamartín se encuentran las manzanas donde Vox ha logrado los porcentajes más altos de la capital. En Húmera, el segundo partido más apoyado ha sido Ciudadanos, pero justo al lado, en la lujosa urbanización La Finca, ha ganado Vox.

En los barrios con rentas mas bajas ocurre lo contrario, completando una imagen que sería capaz, por si misma, de derribar lo que algunos llaman ya "el mito del voto obrero a Vox".

En barrios madrileños de tradición eminentemente obrera, como Vallecas, Usera o Carabanchel, la izquierda ha permanecido igual de sólida que en las anteriores elecciones, y los votos obtenidos por Vox coinciden casi exactamente con los que ha dejado de percibir el PP, a la vista de la comparación con los últimos comicios.

¿Por qué votan los ricos españoles a Vox?

Entre las medidas económicas que propone la formación de Santiago Abascal, encontramos algunas propuestas de corte decididamente neoliberal, que podrían estar en sintonía con los intereses de las clases más altas.

La supresión del llamado Impuesto sobre el Patrimonio y otras importantes reducciones de la carga fiscal; la liberalización total del suelo urbanizable (en un país en el que algunas de las grandes fortunas están fuertemente asociadas a los negocios inmobiliarios), o la clara y explícita voluntad de reducir del gasto público y la propia estructura del Estado, apuntan a un tipo de panorama económico neoliberal potencialmente atractivo para los sectores más acomodados de la sociedad española.
Además, buena parte de estas propuestas de Vox, agrupadas en su programa bajo el epígrafe ’economía y recursos’, reflejan la clara vocación de estimular la iniciativa privada mediante ayudas a las empresas, simplificación de trámites y eliminación de cargas impositivas, algo generalmente aplaudido en los entornos más pudientes, y que han contribuido a que Vox pueda competir en este sentido con Ciudadanos y con el PP, los otros dos partidos de la derecha española.

Una escisión del voto conservador

A la vista de los resultados, existen pocas dudas acerca de que una buena parte del apoyo otorgado a Vox proviene de antiguos votantes del PP.

El partido de Abascal ofrece efectivamente a estos electores conservadores un programa económico relativamente congruente con las razones por las que antes votaban al PP, y añaden además la plusvalía ideológica de un endurecimiento del discurso en varios frentes en los que el PP no ha sabido satisfacer las expectativas de sus votantes más reaccionarios.

• La crisis territorial catalana y la Unidad de España

La integridad territorial de España ha sido una pieza clave en el argumentario de Vox. Desde mucho antes de que comenzara la campaña electoral, la manera de situarse con respecto a la crisis territorial desatada por el proceso independentista catalán (que llegó a efectuar una proclamación de independencia en el Parlamento regional, considerada un "golpe de estado" por el común de los partidos derechistas) ha sido central en la definición de la estrategia de cada partido.

Un gesto programático de Vox define la postura de este partido: la "suspensión de la autonomía catalana hasta la derrota sin paliativos del golpismo y la depuración de responsabilidades civiles y penales" es la medida número uno, la primera de las 100 que componen su programa electoral.

Ciudadanos, PP y Vox no dudaron en competir por erigirse como el valuarte definitivo frente al secesionismo catalán, poniendo en marcha una escenificación que incluía invariablemente la exaltación de los símbolos patrióticos, la puesta en valor de la unidad territorial de España como un elemento incuestionable, y una intensa animadversión contra los representantes del independentismo.

De hecho, las críticas más virulentas que hacían al presidente Pedro Sánchez estaban relacionadas con su gestión del conflicto catalán: por un lado, le reprochaban haber accedido a la presidencia del Gobierno mediante una moción de censura apoyada por grupos separatistas, y por otro, le acusaban de doblegarse ante los independentistas para mantenerse en el poder con su apoyo.

• Feminismo, violencia de género y derechos del colectivo LGTBI

Vox ha mostrado además un perfil ultraconservador en el terreno social, mediante otras propuestas que parecen expresamente articuladas para exhibir una oposición, cuando no cierta hostilidad, frente a los movimientos feministas que están incrementando significativamente su presencia en el relato sociopolítico del país, y frente a la realidad y las necesidades específicas del colectivo LGTBI.

En esta faceta de su propuesta electoral, medidas como la derogación de la actual Ley Integral contra la Violencia de Género, o la "supresión" de lo que Vox llama "organismos feministas radicales subvencionados" se combinan con su intención de excluir de la cobertura sanitaria pública las intervenciones quirúrgicas que los de Abascal consideran "ajenas a la salud" como la operación para el cambio de género o el aborto.

• Inmigración

La postura de Vox en materia de inmigración contiene elementos comunes con la mayor parte de las actuales ultraderechas europeas, y se materializa en medidas que traslucen una visión determinada de la figura del inmigrante. Vox inaugura este epígrafe proponiendo la "deportación de los inmigrantes ilegales a sus países de origen", y también la de aquellos "que estén de forma legal en territorio español pero que hayan reincidido en la comisión de delitos leves o hayan cometido algún delito grave".

Además, aluden en su programa a uno de los mantras clásicos de la derecha en su discurso sobre la crisis migratoria: "acabar con el efecto llamada", para lo que proponen crear un marco legal en el que "cualquier inmigrante que haya entrado ilegalmente en España estará incapacitado, de por vida, a legalizar su situación y por lo tanto a recibir cualquier tipo de ayuda de la administración".

Otras de sus promesas electorales consiste en asegurar que "la inmigración se afrontará atendiendo a las necesidades de la economía española y a la capacidad de integración del inmigrante". Así mismo, proponen la instauración de "cuotas de origen", que se elaborarán "privilegiando a las nacionalidades que comparten idioma e importantes lazos de amistad y cultura con España".

Desde su paquete de medidas para gestionar el servicio público de salud, también se refieren a los inmigrantes: proponen directamente la "eliminación del acceso gratuito a la sanidad" para los que estén en situación irregular," y exigir "copago para todos los residentes legales que no tengan un mínimo de 10 años de permanencia" en territorio español.

Triunfo en la batalla por la extrema derecha

La dureza de los planteamientos de Vox ha seducido sin duda al sector más extremo de los votantes derechistas del PP, y una de las estrategias discursivas más utilizadas por la formación de Santiago Abascal ha sido precisamente incidir y destacar esa diferencia con respecto a los populares, a quienes se refieren despectivamente como "la derechita cobarde".

La reacción del PP en ese sentido ha sido significativa. Después de una campaña en la que parecían estar emulando algunas de las posturas extremas de Vox en varios ámbitos (estridentes condenas del aborto, promesas de contundencia en la crisis de Cataluña...), y tras comprobar el escaso éxito que obtuvo esta táctica de cara a los resultados, han pasado a distanciarse del perfil extremo de Vox y a pretender postularse como un partido más cercano al centro ideológico. Desde esta nueva postura, han llegado a referirse a Vox, por primera vez desde su irrupción en la primera línea electoral, como un partido de extrema derecha.

Perfil del votante: 45 años, hombre, y con ingresos superiores a 2.000 euros
Un análisis estadístico llevado a cabo por la agencia Metroscopia revela que dos de cada tres votantes de Vox (el 65%, exactamente) proceden del PP, y uno de Ciudadanos (35%). Esta simple proporción casi basta por si sola para derribar el argumento de quienes afirman que Vox ha acaparado el llamado "voto obrero".
El mismo análisis señala que uno de cada cuatro votantes de Vox perciben ingresos mensuales superiores a las 2.000 euros, y solo un 10% menos de 800.
Para completar este bosquejo del votante de Vox, las estadísticas señalan que 7 de cada 10 personas que les votaron son hombres (72%), frente a 3 mujeres (24%). La media de edad de los votantes masculinos a Vox es de 51 años, y la de las mujeres se sitúa en 45