3 de noviembre de 2024

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Martín Vizcarra o cómo robar con la ley en la mano

Por Gabriel Adrian y Santiago La Chira

18 de mayo de 2019

El actual presidente del Perú, Martín Vizcarra, se encuentra en la cima de su popularidad. Las encuestas le dan altos índices de aprobación debido a su supuesta lucha contra la corrupción. Estamos, una vez más, frente a la ingenuidad generalizada, y la manipulación de información por los medios de prensa. La verdad tiene otro rostro. Vizcarra es tan paladín en la lucha contra la corrupción como lo son dos conspicuos miembros de la banda de ex presidentes peruanos: Alan García o Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Lo cierto es que Vizcarra es un político sinuoso y criollón más: típico espécimen de la vieja y vergonzosa política peruana. Si bien es cierto que su talante es algo más discreto, su prontuario tiene poco que envidiarle al de sus predecesores.

No hay que olvidar que Vizcarra accedió a la Presidencia de la República, en marzo del año pasado, porque el ex presidente Kuczynski debió renunciar, al enfrentar una denuncia por compra de votos de congresistas para amnistiar al asesino-en-serie Alberto Kenya Fujimori Fujimori. Tal medida fue el agradecimiento al partido de este, Fuerza Popular, al haber votado contra la moción de vacancia a Kuczynski por la imputación de recibir millonarios sobornos de la empresa brasileña Odebrecht.

Al ser Vizcarra vicepresidente de Kuczynski, ¿se puede creer que no sabía en qué estaba metido su jefe? De ninguna manera. Vizcarra fue cómplice de aquella compra de votos para evitar la vacancia; y fue, por lo tanto, cómplice de encubrimiento de un delito. ¿Qué es lo mínimo que debió haber hecho? Irse con Kuczynski. En cualquier puesto de alto rango (en el Estado, empresas privadas y hasta ONGs), cuando el jefe renuncia también lo hace el equipo que ha llevado. Es una cuestión de ética. Pero esta palabra es desconocida para el actual mandatario. ¿Qué hizo Vizcarra? Se atornilló cómoda y cínicamente al vetusto sillón presidencial.

Sin embargo, la carrera delincuencial de Vizcarra no comienza con este encubrimiento y acomodo; ya que enfrenta una serie de procesos penales que van desde peculado hasta malversación de fondos. Veamos. En un reportaje del programa televisivo “Panorama” –y también en otras investigaciones periodísticas–, se demostró que CyM Vizcarra es una empresa grande, con 25 años de trayectoria, conformada por los hermanos César y Martín Vizcarra Cornejo. Y que, según el estatuto de la constructora moqueguana, el gerente general –que era su hermano César Vizcarra– y el gerente de operaciones gozaban de amplias facultades y atribuciones para representar y administrar los negocios de la sociedad.

Por lo tanto, Martín Vizcarra conocía cada movimiento de su empresa, estaba encargado de supervigilarlos. Ya se sabe que contrató con la firma brasileña Odebrecht: la misma que está hundida en denuncias por haber sobornado a todos los gobiernos del Perú desde los años 80 en adelante. No solo hizo negocios (‘entripados’, sería una palabra más exacta) con la principal consorciada de Odebrecht, que es Graña y Montero S.A, sino con Conirsa- Odebrecht y otras consorciadas de la transnacional carioca, como se puede leer aquí.

La denuncia más notoria es por haber favorecido a la Sociedad Aeroportuaria KunturWasien la licitación para la construcción del aeropuerto de Chinchero en Cusco. El director de este consorcio habría financiado la campaña de Kuczynski. Y aunque el mes pasado se archivó la investigación contra el actual presidente del Perú, la Procuraduría Anticorrupción, que impulsó desde un inicio la denuncia por presunto delito de colusión contra Vizcarra, tiene la prerrogativa de interponer un recurso que revierta la decisión de darse el caso. Bajo la óptica del procurador Amado Enco, la adenda del proyecto Chinchero implicaba un beneficio irregular a favor de KunturWasi, sustentado en un documento de 20 páginas que contienen sólidos elementos de sospecha (Ver aquí).

Estas son solo algunas perlas del frondoso prontuario de Vizcarra.Los ilusos, que piensan que Vizcarra encabeza una frontal lucha contra la corrupción, se olvidan de que este personaje preside un gobierno al servicio del gran capital internacional (en la misma línea de su depuesto jefe, el trapichero lobista al servicio, principalmente, del capital yanqui, Pedro Pablo Kuczynski). En coherencia con esta trayectoria política, al sancionar el presupuesto 2019 exoneró de impuestos las grandes empresas mineras afectando la realización de imprescindibles obras públicas. De igual manera, ha presentado un proyecto de ley sobre reforma laboral que es una puñalada contra la clase trabajadora.

El conocido sociólogo y catedrático Francisco Durand lo ha sintetizado de este modo:
“Vizcarra es ‘más de lo mismo’, un continuador de PPK en cuanto a materia económica se refiere. La muestra más palpable es la manera cómo el grupo Rodríguez Pastor (dueño de IPAE y principal constructor y operador de centros comerciales que contratan mano de obra joven) ha preparado, con ayuda del ex ministro Zavala, su nuevo gerente (InRetailPeruCorporation), una Política Nacional de Competitividad y Productividad. Esta ‘nueva política’ mejora y aumenta la impopular ‘Ley Pulpín’ re-introduciendo regímenes laborales con menos derechos en momentos que los grandes empresarios solo pueden aumentar sus ganancias por estas vías. Mientras el país estaba en vilo con la corrupción en la Fiscalía y el caballazo de Chavarri, Zavala, el grupo Intercorp vía IPAE, y la CONFIEP dirigida por el minero Roque Benavides, preparaban otro caballazo, el DS 345-MEF, emitido también en vísperas de Año Nuevo. El Estado sigue estando capturado por la CONFIEP y el DS 345 demuestra que el decretismo y el secretismo en la manera como la legislación ha sido privatizada y opera de forma inconsulta” (https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10156365908281312&id=265279311311).

Así que la problemática del trabajo vuelve al centro del debate, en el Perú, con dichas medidasantipopulares. Nuevamente se imponen, como política de Estado, los intereses del grancapital y sus operadores políticos en el gobierno y medios de comunicación. Lo anterior se puede resumir en la siguiente lógica perversa: para ser productivos, hay que ser competitivos, y ser competitivos significa estar en capacidad de competir con otras economías, lo que se consigue abaratando costos, entre otros, los derechos de los trabajadores conquistados en décadas de lucha. Flexibilización y desregulación laboral, en una palabra, sobreexplotación de los trabajadores, es la receta que vienen aplicando los gobiernos desde la dictadura militar de Morales Bermúdez, en los 70, y aun con mayor durezay autoritarismo durante el fujimorato.

En suma, Martin Vizcarra no solo es un pendejo criollo más, sino un suertudo. De la nada, le cayó la Presidencia,y a la vez se montó en la ola de la llamada lucha contra la corrupción, donde ha sabido posicionarse en una de las dos grandes fracciones en pugna por el control del Estado peruano y, esta vez, contra los apristas y fujimoristas. Su régimen representa a aquella fracción del capitalismo burocrático que tiene la libre empresa como eje; en función de lo cual el Estado refuerza su rol de cautelar los intereses, negociados y prácticas lesivas del interés mayoritario, por parte de la empresa privada, principalmente la vinculada al gran capital multinacional.

Con el cuento del combate a la corrupción, busca manipular a las masas para aplicar mayor recorte de derechos y lanzar sus paquetazos antipopulares; a la vez que, mediante leguleyadas y estratagemasnon sanctas, trata de evadir su responsabilidad en las más de 25 denuncias que pesan sobre su cabeza por corrupción ligada a la venta del país como presidente regional y como ministro de Kuczynski.

Pero, como demuestra la historia en todo tiempo y lugar, cada ataque contra la clase trabajadora genera, a su vez, su respuesta, y vuelveurgente su organización y lucha indesmayable. Como en otras épocas, el resultado de dicho procesoserá un salto cualitativo que vuelva a poner en jaque a las élites en el poder, a sus amos multinacionales, a esta política de explotación laboral y saqueo nacional que los serviles medios de prensa callan. Con decisión, claridad y firmeza, el resultado será la victoria final de las masas,al haber cerrado el pasado con gruesas lágrimas de acero, como entrevió el joven poeta y guerrillero Javier Heraud, y para que por fin el cielo sea nuestro, nuestro el pan de cada día, así como el trigo y la tierra.