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Homenaje al inmortal camarada Luis Arce Borja
por Adrien Arce-Farcy
Homenaje al inmortal camarada Luis Arce Borja*
Queridos camaradas, hermanos y hermanas, respetados amigos y amigas,
¿Cuál es el arma más poderosa que se puede dar a un ser humano? ¿Cuál es el compás más fiable que una persona puede recibir para conducirse hacia un puerto seguro, para evitar perderse en los meandros de la sociedad actual? ¿Cuál es la antorcha que, cualquiera que sea la oscuridad, hace el sendero luminoso? En resumen, ¿cuál es el regalo más hermoso que un ser humano puede recibir? La respuesta es: la concepción comunista, marxista-leninista, del mundo.
Mi padre encendió esa antorcha en mí hace muchos años. La claridad con la que me hizo ver el mundo, nunca la olvidaré. Él dio sentido a mi vida. Nunca esa antorcha podrá extinguirse. Nunca podré agradecérselo lo suficiente.
Luis Arce Borja era ante todo un comunista, un revolucionario. Desde muy joven, tuvo el espíritu de un luchador de la resistencia, lo que lo llevó a rechazar cualquier signo de injusticia, no importa de dónde viniera.
En el tormentoso marco social y económico del Perú, fue conquistado por los ideales comunistas. Desde entonces, nunca dejó de participar con todas sus fuerzas, con todo su corazón y a riesgo de su vida, en la lucha por una sociedad comunista, es decir por una sociedad armoniosa donde cada ser humano encuentre su lugar y su florecimiento, donde la explotación del hombre por el hombre, las desigualdades e injusticias hayan por fin desaparecido.
Aunque pudo haber tenido días tranquilos, dejó de lado su individualidad, puso sus múltiples habilidades enteramente al servicio de las clases explotadas, e ingresó para siempre en las filas de las masas combatientes.
El acto más notable que realizó como un comunista fue el de dirigir, con brillantez y poderosamente, El Diario: el periódico que se constituyó en la voz de uno de los más importantes movimientos comunistas y populares en la historia de América Latina. Por eso podemos afirmar que fue uno de los más grandes periodistas de la historia peruana. Pero la lista de sus servicios a las clases oprimidas es extremadamente larga y variada: entre los cargos y responsabilidades que asumió, destacaron la de ser un militante comprometido o la de líder de un gran sindicato de clase… Esto lo convirtió en un revolucionario profesional a tiempo completo, como no abundan.
Hasta su último aliento escribió para la gran causa proletaria. Incluso, dedicó tiempo y energía a defender los derechos de los más débiles aquí, en Bélgica, por ejemplo, dándole nueva vida y organizando activamente a un sindicato de inquilinos precarios.
Mientras la vida intentaba abrumarlo y debilitarlo, prosiguió la lucha por la causa con honor, heroísmo y todas las fuerzas que tenía a su disposición.
Hasta su último aliento, mantuvo el puño izquierdo levantado con orgullo. Este es literalmente el caso: fue encontrado muerto con el puño izquierdo levantado.
Su firme disciplina, abnegación y valentía le permitieron tener una vida de una densidad impresionante, que sería envidiada por cualquier comunista y que galvanizaría a cualquier comunista.
Luis quería todo el universo para el ser humano, pero nada para él. Quería “cosas infinitas: felicidad, salud, seguridad, pero para todos, y a costa de su salud, su felicidad, su seguridad y su existencia”** .
Tengo mucho más que decir, pero no hay tiempo suficiente. Por lo tanto, concluiré leyendo un pasaje de un libro bien conocido de los comunistas. Su autor, Nicolás Ostrovski, provenía de la clase obrera soviética y participó heroicamente y hasta el final de sus días en la gran revolución bolchevique. Como él, el camarada Luis es un ejemplo, un modelo inmortal, para los revolucionarios. El libro es Así se templó el acero. He aquí el pasaje:
“Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez, y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor torturante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y para que al morir se pueda exclamar: ¡toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad! Y hay que apresurarse a vivir. Pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica pueden cortar el hilo de la existencia”.
Luis, tu vida se resume en una sola palabra: la palabra “lucha”. Seguiré tu ejemplo con todas mis fuerzas. El proletariado pierde un gran y devoto aliado.
Luis, te saludamos por última vez, y expresamos nuestro inmenso orgullo de haber vivido contigo y haber sido tus alumnos.
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* El camarada Luis Arce Borja falleció el lunes 15 de octubre de 2018. El presente réquiem fue leído durante su ceremonia de despedida, el día 20 de octubre de 2018 en Bruselas (Bélgica). Se publica, por primera vez y con algunas modificaciones, en esta oportunidad. El camarada estaba preparando un libro inédito sobre Cuba. Toda la documentación necesaria, tanto en formato electrónico como en papel, ha sido recopilada. Se está actualmente preparando la edición y publicación de este trabajo.
** Palabras de un poeta francés.