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El cardenal Cipriani defiende violadores
Augusto Álvarez Rodrich
El período cardenalicio de Juan Luis Cipriani ha sido lamentable para la iglesia católica peruana y para el país porque, en vez de ser un factor de unidad nacional, como fue tradicional, es un elemento de desintegración y división.
Pero esta vez Cipriani ha dado un firme paso adelante en la ruta de la pérdida de su escasa reputación, al catalizar un consenso amplio luego de verter su idea absurda y peligrosa de que las mujeres tienen la culpa de los acosos sexuales que sufren.
Por increíble que parezca, eso fue lo que dijo ayer el cardenal en su programa radial de los sábados por la mañana. “Las estadísticas nos dicen que hay abortos de las niñas, pero no es que hayan abusado de las niñas, son muchas veces porque la mujer se pone como que en un escaparate, provocando”, dijo Cipriani.
Lo que se desprende de lo que el cardenal sostuvo es que la razón de la violación es el cuerpo de la mujer, el cual queda –bajo esa óptica perversa– como un objeto para ser usado y que si el mismo se ‘exhibe’ demasiado en, por ejemplo, un escaparate, el abuso podría tener un atenuante.
En un país como el Perú, donde siete de cada diez mujeres sufren algún tipo de acoso sexual, y donde la violación es una práctica terriblemente frecuente, lo cual ha generado una ola de rechazo que se va a expresar en la marcha prevista para el sábado 13 de agosto, el comentario del cardenal constituye, en la práctica, una defensa del violador.
Esto resulta inaceptable, además, en un cardenal como Cipriani que tuvo un comportamiento tan sospechosamente parsimonioso en las denuncias de violaciones y abusos perpetrados en el Sodalicio.
Aunque luego el Arzobispado de Lima emitió un comunicado tratando de ‘interpretar’ al cardenal, señalando que “nada justifica una agresión a una mujer” –justamente lo contrario a lo que dijo en la mañana–, la crítica justificada se hizo sentir.
Cómo habrá unido al país el exabrupto del cardenal, que el único que lo defendió fue el homofóbico pastor José Linares a través del twitter: “Mi Solidaridad con el Cardenal Cipriani quien es víctima del odio de los hijos (de) Marx y Engels. La prevención ante cualquier amenaza”.
A Juan Luis Cipriani solo le quedan poco más de dos años en el puesto de cardenal, pero el Vaticano haría bien, por la reputación del catolicismo peruano, en adelantar el relevo de alguien que distancia a la iglesia de la gente, y que divide al país por defender, con tanta torpeza causas particulares y anacrónicas.