BENEDICTO XVI QUITA IMPORTANCIA A SU RENUNCIA: HAY NAZIS MÁS JÓVENES PARA REEMPLAZARLO
Revista Bercelona.
La noticia sorprendió al mundo: el 28 de febrero, Joseph Ratzinger dejará de ser Papa por su propia voluntad. “Impulsar políticas ultra conservadoras y cubrir los escándalos financieros del Vaticano son tareas que exigen mucha vitalidad, mucha garra, mucha energía y Benie (por Benedicto XVI), a sus 85 años, siente que sólo le quedan fuerzas para retozar, muy cada tanto, con un monaguillo y poco más”, afirmó un edecán de Ratzinger, guiñando un ojo con suma picardía, luego de la misa pública realizada ayer en la que el Papa anunció su retiro. Según explican los expertos, se trata de una decisión inédita para la Iglesia Católica. “Nunca un Papa rechazó su elevada tarea de mantener en la oscuridad y apañar manejos turbios como, por ejemplo, los del Instituto para las Obras Religiosas (IOR), banco al que se sospecha vinculado con la mafia y con el lavado de dinero”, afirma Giovanni Tedeschini, especialista en la Santa Sede que prefiere mantener su seudónimo en el anonimato. Joseph Ratzinger, que fue miembro de las Juventudes Hitlerianas entre 1941 y 1942, ejerce el cargo de Sumo Pontífice desde el 19 de abril de 2005, cuando reemplazó al malogrado Juan Pablo II. “Ya está; no quiero más lola; tengo los gobelinos hinchados de tanto quilombo”, habría informado Benedicto XVI, ya en privado y con un desusado lenguaje coloquial. Y habría agregado:
“Hay cantidad de nazis jóvenes que están en condiciones de combatir la Teología de la Liberación y todo movimiento afín o meramente renovador”. ¿Llegó la hora de Bergoglio? En ese sentido, la esperanza argentina se renueva.
El dato. En 2005, tras la muerte de Juan Pablo II, el nombre del cardenal Bergoglio sonó de lo lindo entre los candidatos a ocupar el trono máximo de la Iglesia Católica. Sin embargo, tras la elección de Ratzinger, el argentino no tuvo más remedio que asumir que “por más buchón de la dictadura que digan que fuiste, en el camino a ser Papa no se puede competir contra un ex miembro de las juventudes hitlerianas”.
Ningún allegado a Joseph Ratzinger quiso perderse el final de su papado. Amigotes de sus lejanos días en las Juventudes Hitlerianas, obispos ultraconservadores y briosos mancebos creyentes y llenos de hormonas se agolparon para saludar a Benedicto XVI en su último día al frente de la Santa Sede. El ahora ex Papa saliente fue agradecido con quienes se acercaron a respaldarlo y, siempre austero y despojado de los bienes materiales, no dudó en treparse al alambrado del Vaticano para ofrendar a los fans su camiseta, sus shorts, su sotana, sus botines, su sombrero y sus medias con ligas.