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STEVEN LEVITSKY Y LAS “CLASES POLÍTICA” DEL PERU
Por: Luis Arce Borja.
Steven Levitsky es un politólogo norteamericano y profesor en la universidad de Harvard. También es profesor invitado en la universidad Católica de Lima. Recientemente (21 de agosto) estuvo en Perú y fue uno de los participantes de la conferencia “La Política sin Políticos en el Perú”.
En dicha conferencia Levitsky, adaptándose a su auditorio, dijo que hace 20 años, “los peruanos tumbaron a su clase política y que desde el gobierno de Alberto Fujimori el Perú es gobernado por técnicos. ¿Confusión del profesor norteamericano o desconocimiento de la realidad política peruana?.
Las “clases políticas” no están determinadas por uno o varios partidos políticos en el gobierno. Los políticos y sus partidos (“clases políticas”) hacen parte de la supraestructura política construida por los grupos de poder para imponer su dominación a la sociedad. Son estos grupos de poder quienes determinan que partido o que personaje se turna en la administración del Estado. Para Engels, “la estructura económica de la sociedad, en cada momento histórico” es el cimiento real sobre el cual se levanta todo el edificio de las instituciones jurídicas, políticas, ideológicas religiosas y filosóficas, de cada periodo histórico. La función de los partidos políticos y de sus representantes, no esta condicionada por su magnitud partidaria, ni por el tamaño de la organización, ni por su antigüedad en el medio político, sino más bien por su utilidad para los grupos de poder locales y el imperialismo.
“Clases políticas” que en forma corriente se emplea en el discurso o texto para referirse a los partidos y personajes políticos, es una terminología inexacta. Para los grupos de poder los partidos y los políticos, de la misma manera que cualquier mercancía son descartables cuando pierden su valor de uso. El sistema político burgués no depende de un partido político. Cuando este partido se presenta inservible y deja de ser apto para estafar a las masas populares, simplemente es reemplazado por otro nuevo, no importa que este no tenga historia ni trayectoria política. Además hay que ver que ver que en ciertas condiciones políticas-represivas, los grupos de poder dejan de lado a sus “clases políticas”. Son indeficientes para enfrentar la coyuntura política y proteger el sistema de explotación. En esas condiciones son mejores los militares, que sin pertenecer a las “clases políticas” asumen la conducción del gobierno y la administración del Estado.
En las sociedades burguesas las clases políticas o los políticos son testaferros de los grupos de poder. Estas “clases políticas”, ya sea en Estados Unidos, Europa, Perú o en cualquier otra parte del mundo, funcionan como mercenarios de las elites que dominan la economía, la producción, las finanzas y el Estado. En los sistemas “democráticos” mas avanzados del mundo capitalista, los partidos políticos solo son un reflejo de la contextura moral ética, ideológica y política de los grupos de poder. Así se puede ver que en Estados Unidos. Los dos principales partidos (el Demócrata y el Republicano) asumen la voracidad y agresividad militar sin límites de las transnacionales de este país. De la misma manera se comprueba que en la mayoría de los países del “tercer mundo”, sobre todo en America Latina, los partidos políticos representan la esencia lumpenesca, delincuencial y mafiosa de la burguesía y de terratenientes.
El caso peruano.
En el caso peruano la cosa es más simple de explicar. El Perú desde el inicio de la Republica en 1821 ha sido gobernado por dos clases sociales (burguesía y terratenientes) ineptas, mafiosas y corruptas. Estas clases han acumulado grandes fortunas no en función del desarrollo económico, industrial, o la competencia del país, sino en base a la extrema explotación del pueblo, al robo, el contrabando, coimas y al tráfico de las riquezas del Perú. Estos grupos de poder son apenas subsidiarios de las transnacionales y controlan el Estado a través de la fuerza militar o con el uso grosero de su sistema político vigente en cuyo seno actúan los partidos y organizaciones políticas.
Es en este terreno, abonado por un sistema jurídico y político corrupto, han proliferado los partidos políticos transitorios o permanentes cuya naturaleza solo expresan el sistema político corrompido del Perú. Estas organizaciones actúan como empresas individuales y controlan, no solo sindicatos o centrales obreras. Manejan universidades, medios de comunicación, grandes organizaciones no gubernamentales (ONG), mutuales, inmobiliarios, etc. Estos partidos o clase política, como dicte el señor Steven Levitsky, hacen parte del sistema político social peruano, y la única forma de sacarlos del medio, es destruyendo el Estado y el sistema impuesto por burgueses y terratenientes.
Cuando en 1990 el grupo de Alberto Fujimori reemplazó en el gobierno al partido de Alan García (APRA), no significo que las “clases políticas” fueron desplazadas o como dice Levitsky “tumbadas del poder”. Nada de eso, lo que ocurrió fue un movimiento de reciclaje en el campo político. Explicamos: en 1990 la lucha armada dirigida desde 1980 por Sendero Luminoso había removido con violencia los cimientos políticos de la sociedad peruana. Esa guerra popular se había robustecido y desarrollado con rapidez, casi al mismo ritmo que el desprestigio y descomposición de los partidos políticos oficiales, principalmente del APRA, Acción Popular (AP), el Partido Popular Cristiano (PPC) y la izquierda legal.
En esas condiciones las “clases políticas” integradas por la derecha y la izquierda ya no daban garantía de controlar la situación, ni detener las explosiones sociales y menos aun hacer frente a un movimiento subversivo que amenazaba traerse abajo el Estado. Es aquí donde interviene Alberto Fujimori, quien de comerciante de casas y departamentos llegó al gobierno sostenido por las fuerzas armadas y la CIA americana. La conversión de los partidos oficiales hacia el fujimorismo se concreto desde la campaña electoral de 1990. El Partido Aprista (APRA) que dejaba el gobierno, Acción Popular, Izquierda Unida, el Frente Democrático (Fredemo) que lideró Mario Vargas Llosa, el Partido Popular Cristiano, y otros sostuvieron a “Cambio 90” que lideró Fujimori. Estas mismas organizaciones se adjudicaron y se distribuyan ministerios, y altos puestos en el flamante gobierno de la CIA y de los militares. De esa manera, las “clases políticas” no fueron echadas del gobierno, sino que se reciclaron en gran forma al interior del fujimorismo.
El mismo proceso político se repetirá una vez mas el año 2000 cuando Fujimori abandonó la presidencia y salió huyendo a Japón. Fue Alejandro Toledo, quien sin ningún curriculum político fue elegido presidente en el 2001 en reemplazo de Fujimori. Toledo, de la misma manera que el gobierno anterior, sirvió para reciclar los partidos oficiales de la derecha y la izquierda peruana. Cuando Toledo cayó en desgracia los grupos de poder recurrieron a Alan García Pérez, quien en 1990 había sido acusado de genocidio, crímenes, robos, coimas y otros delitos penales. García fue perdonado de sus delitos y en el 2006 volvió a la presidencia peruana y con ello se repitió la corrupción gubernamental y la debacle económica y social.
Ahora es el turno de Ollanta Humala, otro personaje que ha salido directo de los cuarteles militares (sin historia política) pero que ha sido sostenido por los mismos que apoyaron la candidatura electoral de Fujimori. Humala ha contado con el apoyo de las fuerzas armadas, de Alan García, Alejandro Toledo, y hasta el fujimorismo se ha embarcado con este militar en el gobierno. Aquí nuevamente se repite el fenómeno de reciclaje político. Así se verá que la nueva administración del Estado, incluido ministerios, empresas públicas, el parlamento, el poder judicial y otras instancias está poblada por lo que en Perú se denomina falsamente “clases políticas”. De esa manera Ollanta Humala, ha devenido el presidente, no solo de los militares, sino del conjunto de los corruptos partidos políticos del medio peruano.