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LAS SERPIENTES DEL OPORTUNISMO: A UN AÑO DE GOBIERNO DE HUMALA
Por: Eduardo Canepa (El diario Internacional).
Gustavo Espinoza Montesinos, es un “comunista” (ex compañero de ruta del mega oportunista Jorge del Prado) que al triunfo electoral de Ollanta Humala vaticino al límite de la locura que el Perú ingresaba a una etapa histórica, de triunfo popular, de camino al socialismo, y de derrota demoledora contra la derecha peruana. Este mismo personaje, acaba de hacer un recuento del “primer año de gobierno de Humala”. Y el pobre Espinoza hace contorciones de serpiente para ocultar que sus previsiones políticas no fueron otra cosa que la expresión oportunista, del político rastrero envejecido y corrompido que en cada periodo electoral mueve la cola al candidato presidencial de turno.
En el “balance” de 12 meses del gobierno de Humala, Espinoza se ha olvidado los recientes crímenes cometidos por su gobierno “popular” y “nacionalista”. Ni una letra de los 18 trabajadores asesinados en la represión militar-policial ordenada por el Ollanta Humala. Ni una línea en relación a las luchas populares en Cajamarca, y otras regiones que se han declarado en rebelión contra las transnacionales que Ollanta Humala sostiene y protege. Ninguna letra sobre la huelga de profesores que luchan contra la política antipopular del régimen actual. Ninguna letra sobre la militarización del Perú, y ninguna letra sobre los hechos graves de corrupción que Ollanta Humala protege. Ninguna letra contra el perdona que viene de otorgar Humala a la banda de militares asesinos del grupo Chavin de Huantar y al grupo paramilitar Colina que asesinó a 9 estudiantes y un profesor universitario.
En el “balance” de Espinoza, no hay que olvidar dice él que “la victoria de Humala le pertenece a él porque fue depositada en sus manos, pero no es tampoco -estrictamente hablando- una victoria suya. Es la suma de todos, el triunfo de la Unidad, y de la fuerza de un pueblo que fue capaz de vencer innumerables obstáculos y alzarse, luego de enfrentar durante décadas el horror y el oprobio. No le pertenece, entonces específicamente a ningún Partido y a ningún movimiento. Para administrar esta victoria y hacerla imperecedera, ese pueblo debe unirse aún más, y organizarse. Y ambas, son tareas pendientes. Pero, además, urgentes”.
En otras palabras, Espinoza, ya casi en la locura, pide más unión en torno a Humala. Espinoza delira y vomita sus viseras de oportunista para volver a decir que el “advenimiento del nuevo gobierno fue el triunfo de la unidad y de la fuerza de un pueblo que estaba presto -y aún lo está- a luchar por grandes transformaciones sociales, para cuyo efecto debía unirse más y organizarse mejor”.
Para Espinoza, Humala va por buen camino, y el solo problema es que la “victoria” electoral de este militar, “aún no ha alcanzando metas definidas ni objetivos precisos. De alguna manera, se ha diluido en acontecimientos complejos y contradictorios, que nos han permitido ver a contraluz las limitaciones de un proceso…”. Y dice Espinoza (para exculpar a Humala), la “derecha” aprovecha las “contradicciones del gobierno”.
Dice Espinoza: “En el plano interior se ha empeñado el gobierno en cumplir sus programas sociales mostrando en esa línea el Presidente Humala voluntad y acierto y su esposa Nadine evidente empeño”.
Dice Espinoza: “La debilidad estratégica del proceso peruano deriva de la falta de unidad en el pueblo, de la ausencia de una clara conciencia política en la gente, de la carencia de organizaciones representativas y vigorosas que puedan dar sustento a un escenario de cambios. Y de la falta de una Izquierda suficientemente desprendida y ágil que vea, por encima de los intereses personales de corte electoral de sus líderes, la importancia que tiene la lucha por la transformación del país”.
En la parte final, el “balance” de Espinoza es de antología. Recurre a los héroes peruanos, no para decir que hay que luchar contra el gobierno reaccionario de Ollanta Humala, sino para anunciar que la “victoria de segura para el pueblo”, pero no dice lo que hay que hacer. Que tal carcamán. Así dice Espinoza: “La voluntad de lucha de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, el ejemplo heroico de Melgar y de Zela, la abnegación y el sacrificio de Miguel Grau y Bolognesi, y la claridad y el desprendimiento de figuras de nuestra historia, como González Prada, José Carlos Mariátegui, Jorge Basadre o José María Arguedas; constituyen la base ética y moral de una lucha que no puede arredrarse, y que tiene que perseverar en su propio derrotero seguro de victoria”.