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EMPATE TÉCNICO PARA SIEMPRE
Por Mirko Lauer (La republica)
Algunos tenían la esperanza de que el debate dirimiera de una vez por todas el famoso empate técnico. Fue la gran oportunidad de hacer buena nota entre los ayayeros de los medios, pero en verdad el debate no ha hecho sino reforzar los parecidos entre las figuras de los dos candidatos. De modo que no se va a saber realmente nada hasta que hable la ONPE.
Tampoco las encuestas privadas de último momento resolverán el hambre de datos decisivos. La presencia de votos del extranjero y de la periferia rural más remota quitará mucho impacto a los sondeos de boca de urna, a los clásicos flashazos de la TV, y puede postergar el desenlace. Todo lo cual va a colocar al público al borde de un ataque de nervios.
Sin embargo a las dos campañas les quedan unos pocos días, y los discursos de los mítines de cierre de campaña pueden tener algo de influencia. Pero flota en el aire la sensación de que ya todo está dicho y que la cosa ya está virtualmente decidida, solo que nadie se atrevería a decir a favor de cuál candidato.
Esta ha sido una guerra de resistencia, en que para ambos candidatos y sus equipos la tarea principal ha sido sobreponerse a los aspectos negativos de sus respectivas trayectorias e imágenes. No ha sido, pues, una competencia de méritos o simpatías personales, sino una pugna por establecerse como mal menor entre una mayoría de votantes.
Con el resultado en las manos muchos votantes vamos a tener que enfrentar dos tipos de ajuste. Los perdedores tendrán que hacerse cargo del escenario catastrófico que venían temiendo. Los ganadores tendrán que cruzar los dedos (todos) esperando que su momento de alegría no se convierta en una decepción.
Con el triunfo o la derrota cada candidato inevitablemente va a desempaquetar un fardo político que se mantuvo atado durante la campaña, en la cual evidentemente solo apareció un entorno formado por los rostros más aceptables. El paso de la feria electoral a las duras realidades del gobierno no toma más de unas pocas horas.
Por lo pronto el ganador va a tener que agenciarse una mayoría parlamentaria para empezar a gobernar. Se supone que los aliados en la campaña van a aportar esas curules, pero eso va a depender de una nueva negociación, de resultado imprevisible. En un régimen presidencialista los primeros 100 días son definitivos.
A Alejandro Toledo esa negociación lo llevó al antiaprismo tipo FIM. A Alan García lo acercó al fujimorismo. Decir que este domingo en ambos casos se va a votar por personas diferentes de las que van a gobernar quizás es una exageración. Sin embargo es una exageración que conviene tener en cuenta.