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PERÚ: DE BOFETADAS, PATADAS, CACHIPORRAS Y METRALLA. VIOLENCIA EN LA TRADICIÓN APRISTA
Por Jorge Agurto.
(SERVINDI)- La bofetada propinada por el Presidente Alan García a un joven que le dijo “corrupto” no es una casualidad. El 2004 el mismo Alan García propinó una patada en plena marcha pública a una persona humilde que iba delante de él, esmerado en escoltarlo y abrirle paso. Una filmación impidió que negara el hecho como lo viene haciendo esta vez, a pesar de las evidencias y testigos.
Pero las agresiones de los apristas no acaban aquí. El partido de la estrella tiene fama y tradición de matonería política y parte de esta la conforma la “bufalería aprista”.
Jorge del Castillo, otro conspicuo representante del aprismo, también propinó hace varios años un soberano golpe de puño que desangró a un ciudadano que también le vociferó algo en público.
El tristemente célebre Arturo “Búfalo” Pacheco se hizo conocido por dirimir a golpes de cachiporra las diferencias que no se resolvían por las buenas. Pacheco dirigía un comando de 40 a 50 matones apristas que armados de revólveres, cachiporras y manoplas, sembró el terror en las universidades y a partir del primer gobierno aprista (1985-1990) amplió su radio de acción en sectores populares, incluso con el apoyo de fuerzas policiales.
Y no menos célebre es “Chito” Ríos, o Miguel Ríos Sáenz, que según el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) habría liderado y desempeñado como jefe operativo del comando Rodrigo Franco, un grupo paramilitar que operó durante el gobierno de Alan García y cuyas muertes, hasta hoy, no tienen responsables. Al Comando Rodrigo Franco se le atribuye el frustrado atentado contra el Diario Marka, el asesinato del abogado Manuel Febres Flores y el asesinato del líder sindical Saúl Cantoral Huamaní y de Consuelo García.
Foto de “Chito” Ríos. Blog: Desde el Tercer Piso
El 2007, Carlos Martínez, alcalde de la provincia de San Ignacio, Cajamarca, denunció que “Chito” Ríos habría vuelvo a las andadas pues le hacía vigilancia e incluso intentó agredirlo en un contexto de amedrentamiento a líderes comunales y ambientalistas.
Agustín Mantilla, personaje clave en la corrupción y la violencia aprista
Mantilla no solo fue filmado recibiendo 30 mil dólares de Vladimiro Montesinos sino que manejó 6 millones de dólares cuyo origen no ha sabido explicar
Otro personaje aprista asociado al ejercicio de la violencia es Agustín Mantilla, conocido como “Rambo”, personaje clave y secretario personal de Alan García durante su primer gobierno. Mantilla fue el encargado de los asuntos del “interior”, habiendo ocupado los cargos de viceministro y luego ministro del Interior.
La CVR recogió suficientes evidencias que lo sindican como el promotor del grupo paramilitar Comando Rodrigo Franco y haber participado directamente en la masacre del penal El Frontón.
Dicho comando utilizó la infraestructura e información del Ministerio del Interior e incluso contó con la participación de algunos efectivos de la Dirección de Operaciones Especiales (DOES) y del Delta 5 de la Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE) de la Policía. Y es que el partido aprista ha cultivado con esmero dos tradiciones partidarias de las cuales ha hecho escuela y formación de sus cuadros políticos.
Una es la escuela de oratoria donde desde pequeños se les enseña a los niños apristas a ejercitarse en la práctica de la demagogia. Como lo advierte Guillermo Giacosa en un artículo de antología, a los niños oradores del partido aprista se les enseña metódicamente a fingir lo que no sienten, alardear con retórica y de manera convincente incluso sobre temas de los cuales no están seguros.
Esa tradición retórica y demagógica nace con el propio mentor del aprismo, Víctor Raúl Haya de la Torre y forma parte de la tradición aprista.
Cachiporra antigua. Instrumento para dirimir diferencias políticas
La otra tradición es la violencia matonesca, expresada antes en la macana, la manopla y la cachiporra, que con el APRA en el poder se convierte en el asesinato artero y a mansalva con révolver y metralla como en los asesinatos del comando Rodrigo Franco.
Por eso, a pesar de que la corrupción corroe al actual gobierno de pies a cabeza, y la ciudadanía la sindica como uno de los principales flagelos de la política actual, la intolerancia de los apristas a las críticas demuestran -más que dignidad y entereza ante la moral ofendida- falta de escrúpulos y sinvergüencería.