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PRIMER MINISTRO PERUANO: SALE UN POBRE DIABLO Y ENTRA UN MAFIOSO
Por: Luis Arce Borja.
EL NUEVO PRIMER MINISTRO. EL PUEBLO SIGUE EN LAS MISMAS
Javier Velásquez Quesquén, aprista, y presidente del congreso es el nuevo primer ministro del gobierno aprista. Es el que reemplaza al pobre diablo de Yehude Simon, que en notas anteriores hemos calificado de “miseria humana”. Velásquez Quesquén, es un fanático aprista y es un hombre de confianza de Alan García Pérez. Algo así como el nuevo Agustín Mantilla, aquel siniestro personaje que durante el primer gobierno aprista (1985-1990) dirigía desde el ministerio del Interior el grupo paramilitar “Rodrigo Franco” responsable de una centena de asesinatos selectivos. Durante el fujimorismo (1990-2000), Mantilla fue el puente entre Alan García y la banda dirigida por Fujimori y Montesinos. Era un asiduo visitante del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), desde donde se dirigían cientos y miles de masacres de estudiantes, profesores, campesinos y trabajadores.
Si Yehude Simon fue una marioneta en el gobierno aprista, este nuevo primer ministro, no será diferente y solo servirá para acentuar aun más la precariedad de la presente administración peruana. Su presencia en el gobierno confirma la continuación de la lumpenización de las clases políticas de este país que por el momento detentan el poder del Estado. Con el nombramiento de este primer ministro queda claro la falsedad que se esconde tras aquellas consignas entupidas de la “oposición” que a raíz de los hechos sangrientos en Bagua (5 de junio), exigieron como solución milagrosa a los problemas actuales de los indígenas, “la renuncia del primer ministro Simon”. Esta demanda, “la renuncia del gabinete Simon”, ha servido de fuego artificial para encubrir que el problema peruano no es un asunto de un ministro o de cualquier otro personaje. Se trata de las clases que se han apoderado del pais, y se trata de partidos políticos mafiosos como el APRA que funcionan desde el Estado como bandas delincuenciales organizadas para saquear el país, y en ese objetivo son capaces de asesinar y reprimir violentamente cualquier evento de protesta. El problema del Perú no resuelve con simples cambios de personajes en el gobierno, ni con nuevas constituciones ni con elecciones fraudulentas. El cambio del primer ministro aprista es bueno para el espectáculo, para la distracción, pero en lo concreto todo sigue igual. El cambio de esa miseria humana que se llama Yehude Simon, por un mafioso aprista, no significa nada; absolutamente nada a favor de los pobres y sus reivindicaciones.
Javier Velásquez Quesquén salido de las canteras corruptas del aprismo, hace poco dijo que el fujimorismo “era una oposición constructiva”. Una apreciación de este flamante primer ministro proviene de Alfredo Montenegro, quien ha señalado que Javier Velásquez Quesquén, es “uno de los politicastros más corruptos que ha parido el alanismo. Se desempeña como recadero de Palacio de Gobierno y criado de la mafia de Castillo Gálvez. Velásquez Quesquén es un símbolo de lo que la gente repudia”. (Alfredo Montenegro Bermeo, abril 2006). Montenegro lo acusa tambien de haber tomado el puesto en el congreso como si se tratara de “una mamadera” que no quiere dejar por nada, y que ha sido un furibundo opositor para que no se investigue la mafia y corrupción en el poder judicial.
Hace poco, en junio pasado se descubrió que su secretaria personal Giovanna Díaz Moreno estaba involucrada en hechos de corrupción por más de un millón de soles. Ella desde su oficia compartida con Velásquez Quesquén dirigía su empresa privada y delincuencial. El primer ministro de Alan García, siempre ha estado vinculado a las peores mafias políticas del Perú. Para lograr ser presidente del congreso contó con el apoyo de la congresista Keiko Fujimori, hija del mafioso y criminal Alberto Fujimori. Se conoce que fue el mismo Fujimori, quien desde su cárcel dorada dio las instrucciones a su hija para que respalden a Velásquez Quesquén en el parlamento. Naturalmente esa unidad Apra-Fujimorismo, garantiza beneficios para el fujimorismo, sobre todo para lograr liberar al mafioso ex presidente, y preparar el terreno para que Keiko Fujimori llegué a la presidencia de la Republica en las próximas elecciones generales.