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RACISMO Y REPRESION CONTRA EL PUEBLO
Pronunciamiento ante la II Conferencia contra el racismo y la xenofobia de la ONU
(CAOI-AYI) La discriminación y el racismo contra los pueblos indígenas se expresa en vulneración de derechos y criminalización de su protesta.
Del 20 al 24 de abril se reunió en Ginebra, Suiza, la II Conferencia contra el Racismo y la Xenofobia de las Naciones Unidas, Durbán II, que examinó el cumplimiento por parte de los Estados de los instrumentos internacionales contra estas prácticas, en particular la aplicación de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
Los pueblos indígenas de la Región Andina y sus organizaciones articuladas en la CAOI, nos hemos dirigido a la comunidad internacional para expresar lo siguiente:
El racismo es una ideología creada a raíz de la invasión europea a América y África, para justificar la imposición de la esclavitud y el colonialismo, el genocidio físico y cultural de los pueblos originarios de los continentes invadidos y el saqueo de sus bienes naturales.
Las repúblicas creadas en América a raíz de las “independencias” criollas, no significaron el fin del racismo y la discriminación contra los pueblos indígenas, pues continuaron con el modelo de saqueo y sometimiento a los países ricos.
Con la llegada de la llamada “globalización”, que no es otra cosa que la imposición a escala mundial de un modelo homogenizador económico, político y cultural, el racismo y la discriminación se han acentuado, al identificar las culturas y formas de vida de los pueblos indígenas americanos como sinónimo de “atraso” y obstáculo al “desarrollo”.
La globalización se traduce en más saqueo a favor de las empresas multinacionales y, con ello, en la vulneración de los derechos de los pueblos indígenas reconocidos por instrumentos internacionales como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración sobre Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU.
Los pueblos indígenas reclaman entonces a los Estados el respeto de sus derechos y la respuesta es la criminalización, expresada en leyes que penalizan la protesta, estigmatización, procesos penales y carcelería, desplazamientos forzados, detenciones, torturas, desapariciones y asesinatos.
El racismo “moderno”, entonces, se expresa en vulneración y criminalización de los derechos de los pueblos indígenas. Y existen muchas pruebas de ello:
Perú: los artículos que bajo el título El Perro del Hortelano publicó el año pasado el presidente Alan García Pérez, insultando a las comunidades indígenas; los 11 decretos legislativos emitidos para penalizar la protesta, el centenar de decretos legislativos para implementar el TLC con Estados Unidos y los más de mil dirigentes comunales procesados
Colombia: la brutal represión contra los Pueblos Indígenas por el gobierno de Álvaro Uribe en aplicación del Plan Colombia y la doctrina de “seguridad democrática”, destinada a allanar el camino para el ingreso de las multinacionales a los territorios de los pueblos originarios, y que ha puesto a 18 de ellos al borde de la extinción.
Chile: el debate de una “Ley Indígena” que, paradójicamente, nunca fue consultada a los pueblos indígenas e incluso desconoce su propia existencia; las continuas incursiones de los carabineros en las comunidades Mapuche y los procesos penales contra sus dirigentes utilizando leyes de la dictadura de Pinochét, por el gobierno “democrático” de Michelle Bachelét.
Ecuador: la contradictoria actitud del gobierno de Rafael Correa, que se presenta al mundo como progresista, pero insulta a los pueblos indígenas (recordemos su lamentable expresión “cuatro pelagatos” refiriéndose a ellos) e impone leyes que vulneran sus derechos para favorecer a las multinacionales.
Esa “modernidad” ha creado también otras formas de discriminación: la ejercida contra los migrantes con leyes de inspiración nazi, como la Directiva del Retorno y campos de concentración; y el genocidio palestino por el Estado de Israel. La resistencia a incluir estos temas en la agenda de Durbán II, así como la negativa a discutir reparaciones históricas en el caso del esclavismo, han provocado presiones de la Unión Europea y la amenaza de Israel, Estados Unidos e Italia de boicotear la Conferencia.
Todos estos hechos fueron denunciados por la Misión Diplomática de la CAOI en Washington DC, Estados Unidos (20 de marzo) y Europa (30 de marzo al 9 de abril).
Y frente a ellos:
Llamamos a los movimientos sociales de todo el mundo a articular propuestas para eliminar toda forma de racismo y discriminación ejercida para mantener y reproducir el dominio de los países poderosos y las multinacionales.
Llamamos a los organismos de las Naciones Unidas a pronunciarse con una enérgica condena al racismo que los Estados ejercen contra los pueblos indígenas, bajo la forma de vulneración y criminalización de sus derechos.
Convocamos a las organizaciones indígenas del continente americano y el mundo a continuar articulando sus demandas y propuestas, para construir un nuevo orden global basado en la equidad, el respeto y valoración de la diversidad, la armonía entre los seres humanos y la Madre Naturaleza, la reciprocidad, la complementariedad y el Buen Vivir.
Lima, 16 de abril de 2009. Miguel Palacín Quispe, Coordinador General CAOI.