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OKAPIS AMAZÓNICOS
Por: Alexandro Saco.
Hace poco CNN informaba sobre una sociedad de 150000 chimpancés descubiertos en el territorio del Congo. Estos primates nunca habían tenido contacto con los humanos. Las imágenes desde el aire mostraban a cientos de ellos en distintas actividades. Luego del descubrimiento lo primero que se hizo fue considerarlos en peligro, lo cual es obvio ahora que el humano sabe de su existencia. Pero así como a nadie se le pasaba por la cabeza que pudiera haber una sociedad de primates tan grande viviendo al margen de la humanidad, pocos reparan en que cotidianamente con el avance humano exterminamos sociedades enteras de especies.
Cuando Europa, luego de haber pasado por América y Asia, dirige su proyecto colonial a África a inicios del siglo XX, las crónicas de los hombres interesados en la flora y en la fauna, dan cuenta de muchas criaturas que luego de la llegada europea desaparecieron. En el American Museum Congo Expedition, se pueden ver las imágenes que los científicos estadounidenses James Chapin y Herbert Lang, captaron cuando acompañaron a los colonizadores. Hay algunas que vale la pena comentar.
Una fila de nativos abrazando colmillos de elefante que superan los dos metros de longitud. Peces que parecen diseñados para la película Wall-E. Okapis (una mixtura de jirafa, cebra y caballo) que se creían extintos pero que hace poco han sido avistados nuevamente. El extinto rinoceronte de dos enormes cuernos. Y quizá la más interesante de todas: la de un leopardo dejándose acariciar la barbilla cual gato engreído por dos nativos; imagen que desmonta el mito sobre la peligrosidad de ciertos animales. Mientras el humano no vaya en pos de utilizarlos, ellos muy rara vez responden atacando.
Esta semana en el Perú han sucedido una serie de levantamientos de sociedades amazónicas en varias regiones. Algunas han llegado a tomar las instalaciones de empresas extractivas buscando impedir que se les siga despojando y contaminando su territorio; el gobierno ha designado al Ministro del Ambiente como mediador. Estoy convencido de que esta actitud coordinada por una serie de sociedades que habitan la selva, es lo mejor que pueden hacer frente al avasallamiento que se sigue consumando. Y aquí no se trata de estabilidad jurídica, atracción de inversiones o respeto a las reglas de juego para empresas que prometieron traer el gas a Lima y no lo han hecho; el propio Ministro Brack ha señalado la prepotencia y carencia de entendimiento de la visión occidental frente a los otros. Los amazónicos rebeldes simplemente defienden su libertad a vivir en sus territorios y en la forma en que lo desean.
Si bien los animales o las plantas no están en la capacidad de organizarse para repeler el ataque del falso desarrollo, lo humanos sí lo pueden y deben hacer. Más aun si consideramos que estos grupos amazónicos u otros que habitan en la jungla o no han sido contactados, son los que guardan en su conocimiento y en sus prácticas la mejor manera de relacionarse con la naturaleza. Antes de presentarlos como salvajes que toman empresas (varias de las que han cambiado las famosas reglas de juego o a las que venimos pagando en los recibos de luz para que acerquen el gas), lo que cabe es frenar el exterminio disfrazado de grado de inversión PBI 9%. El trayecto que Chapin y Lang en África u otros han registrado en paralelo al avance colonizador, es evidencia de una guerra que los animales no saben responder pero que algunas sociedades sí.
Mientras tanto un hecho sigue demostrando la continuidad de las taras colonizadoras. En el reciente programa de Oppenheimer el tema discutido fue el turismo espacial y las normas aeroespaciales aplicables; pero por alguna razón, en cierto momento, el asunto se desvío al régimen legal de propiedad que debía aplicarse en la Luna o en algún planeta cuando lleguemos a él. Es indicativa la desubicación humana. A pesar de haberse observado que las colonizaciones, imponiendo ficciones legales y religiosas terminaron por quebrar o eliminar proyectos sociales y especies enteras, ahora se insiste en aplicar las mismas leyes humanas en la Luna o en X planetas.
Los proyectos coloniales, más allá de la retórica civilizatoria occidental, no han logrado sociedades mejores, sino procesos en los que luego de un aplastamiento se ha tenido que llegar a enfrentamientos bárbaros buscando un reordenamiento. De hecho las conjunciones dadas han producido manifestaciones culturales interesantes, pero siempre desde una imposición sustentada en la ley y en Dios. Los conquistadores nunca dejan de serlo por su propia voluntad, sea hace miles de años o en la actualidad. Ahora el turismo espacial y proyectos espaciales de algunas potencias, avanzadilla de una muy lejana colonización cósmica, siguen pensando como antes trasladar un sistema legal tan deficiente como el humano a los lugares de las nuevas conquistas. Pero como los siglos de colonización no han enseñado mucho y los grandes inversores de hoy se comportan como nuevos colonizadores, los okapis del algún otro planeta será mejor que nos esperen con los cañones bien cargados, para que no les suceda lo mismo que a los habitantes de las selvas en la Tierra.