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Represión en Ayacucho.

GOBIERNO APRISTA ENSANGRIENTA PARO AGRARIO

Por: Alex Chirre Tena.

24 de febrero de 2008

LOS DIAS PREVIOS

El anuncio de un paro de los agricultores que reclamaban la no privatización del agua, programado para los días 18 y 19 de febrero, no sorprendió a nadie y tampoco despertó demasiados entusiasmos. De lo contrario sesudos dirigentes se habrían precipitado en anunciar su apoyo, como siempre, para tratar de ganarse alguito. Esto demuestra una vez más el olvido del campo y de los campesinos y el menosprecio por sus actividades.

Tampoco la prensa hizo demasiada cobertura al tema. Los mismos puntos expresados en su pliego de reclamos eran diversos y hasta sorprendentes. Se pedía la derogatoria de leyes que permiten la privatización de las tierras comunales. La privatización de tierras aledañas a los monumentos culturales, sobre la ley de la selva, que permite concesiones privadas en la amazonia e incluso el reclamo sobre el TLC y la protección de los productos agrícolas sensibles frente a los productos subsidiados.

LA MUERTE DE DOS CAMPESINOS

El día 18, el primer día del paro, fue una movilización con normalidad y que subestimó lo que vendría al día siguiente. Contó con la participación de JUDRA y de los regantes del proyecto Razuhuillca de Huanta. La movilización se disolvió casi a las 2 de la tarde sin consecuencias. Al día siguiente vinieron los problemas. A las 11:15 de la mañana, en circunstancias que un grupo de unos 100 campesinos estaban por el grifo Ayacucho la policía disparó y dio muerte a Rubén Pariona Camposano (32) y Emiliano García Mendoza (50). Fue la chispa que hizo explotar el barril de pólvora. Luego de disparar los policías responsables subieron a un vehículo y se fueron protegidos por sus compañeros. Todos los vieron.

En horas de la noche los dirigentes de los regantes anunciaron la suspensión del paro que a nivel nacional dejó 4 muertos. Lo mismo hizo Teodoro Quispe Mitma, presidente de la junta de usuarios del distrito de riego en Ayacucho. También en horas de la noche el frente de defensa del pueblo en Ayacucho convocaba inmediatamente otro paro de 48, en solidaridad con los fallecidos. Fue una reacción natural de aquello que sentía el pueblo en ese momento, fue una decisión consultada con sus bases que se reunieron de emergencia. Para entonces nadie podía predecir que esta nueva oleada de protesta, iba a degenerar en actos de violencia y vandalismo, tendría como saldo la muerte de Esperanza Huamanrimachi de la Cruz (62) por asfixia en la casa de Huancasolar y un herido de gravedad Edgar Huayta Sacsara (21). A eso hay que añadir los 140 heridos y cerca de 40 detenidos. Además de ello muchas casas violentadas, vidrios rotos, miles de personas afectadas y toda la ciudad con el aliento contenido.

Para tratar de desmenuzar las circunstancias en las cuales ocurrieron todos estos hechos vamos a revisar algunas de estos elementos que confluyeron en el extraordinario desenlace de esta nueva tragedia.

LA AUTOPSIA

La autopsia de los campesinos revela que fueron asesinados a mansalva. El primero murió de tres disparos y el segundo de dos disparos, ambos en la cabeza. Los disparos fueron efectuados por la espalda. Lo mataron con balas de un calibre por precisar, de propiedad de los policías. Al comienzo todos aceptaban esta circunstancia como ciertas y el comando policial hasta se disculpaba. Pero luego se empezó a tejer la posibilidad de que las circunstancias fueron confusas, cosa que han desmentido los testigos.

La única intención de confundir las cosas ha sido para crear ahora un perverso sentido de espíritu de cuerpo, para proteger a quienes asesinaron a los campesinos. La versión de Darío Ventura que supone fantásticas historias de francotiradores y grupos paramilitares, es tirada de los pelos y busca crear una cortina de humo para tapar a los verdaderos culpables. Las versiones que quisieron incendiar el grifo Ayacucho, que habían guachimanes armados, que secuestraron dos policías, que quitaron las armas e incluso que esta arma hasta ahora no aparece; todas son parte de una bien calculada estrategia de encubrimiento. Fue también el motivo principal para toda la violencia que ahora se culpa al pueblo.

EL GRIFO AYACUCHO

Nos apersonamos hasta los trabajadores del grifo y ellos hicieron algunas precisiones. Los manifestantes no agredieron ni quisieron incendiar el grifo. Las muertes ocurrieron en la pista y no en campo del grifo, a una distancia mayor de 30m. El grifo sirvió como refugio cuando la policía intentó dispersar a los manifestantes. No existen evidencias de violencia en el grifo. El grifo tiene un personal de vigilancia, su trabajo es mantener el orden de los vehículos, pero este personal no porta ningún tipo de armas de fuego.

EL PUEBLO

El pueblo acudió al llamado del FDPA motivado por la solidaridad y por la indignación que despertaba el asesinato de dos humildes personas y la maquinaria que se puso en funcionamiento para encubrir a los verdaderos culpables. Las organizaciones se movilizaron disciplinadamente y a través de las consignas dieron rienda suelta a su furor. “Asesinos” llamaban a la policía. Es probable que hayan habido infiltrados, como no. Pero también habían muchos que salieron a protestar genuinamente, con la intención de decirle a los policías que estaba mal su conducta y que asesinar a dos hombres humildes no es la mejor manera de mantener el orden.

Habían también muchas personas que salieron a mirar, como si se tratara de un espectáculo, de la función en vivo de una gesta, hasta llevaron a sus hijos. Todos, en mayor o menor grado, fueron agredidos por la policía. Los gestos de solidaridad han sido diversos. Personas que desde sus casas apoyaban a los manifestantes, sacaban mangueras, daban refugios, gritaban en contra de la violencia. Fueron atacados incluso desde el helicóptero de donde se lanzaban las bombas lacrimógenas cuando todavía los cuerpos de los campesinos asesinados estaban en la plaza mayor. Fue un pueblo desconcertado cuando se enteraron que la movilización del día siguiente estaba suspendida.

Fue un pueblo esperanzado cuando pensaban que llegarían miles de personas del VRAE para apoyarles, cuando parece que todavía no están enterados que la FEPAVRAE ya no es siquiera el remedo de lo que fue. Que ya no tiene la convocatoria, la organización, ni la fuerza de años atrás cuando lo dirigía Nelson Palomino. Es el mismo pueblo que aprovechó para hacer catarsis por los desplantes del gobierno en la Mesa de Dialogo

LA POLICIA

Un hecho importante es que muchos de los policías que estuvieron en la represión de la marcha vinieron de afuera. Vinieron de Lima. Y para ellos nosotros somos los cholitos que se puede matar impunemente, como se mata a un corderito, una llama o un guanaco, que son también parte de los sobrenombres que se dan al campesino. Y nos consideran tan estúpidos que después de matarnos, se nos puede mentir para salir impunes. No eran – no todos – los policías que siempre se les conoce. Estaban tan nerviosos por las circunstancias que les tocaba vivir como cualquier ser humano puede estarlo. Tenían el temor que la población de desbordara y los tomara vivos para ajusticiarlos.

Tal vez por eso actuaron con tanta violencia, convencidos que su mejor defensa era un buen ataque. Incluso reforzando esta seguridad estaban los policías antidrogas salidos de la escuela de suboficiales donde estudian apenas nueve meses y no aprenden siquiera a conocer algo de leyes. Además que están acostumbrados a obedecer órdenes y eso fue lo que hicieron en todo el proceso. Hubo venganzas y cuando detenían a alguien lo maltrataban y golpeaban salvajemente. Hubieron también heridos y algunos incluso fueron trasladados a Lima por apenas unos rasguños, no para curarse como se quiere hacer creer, sino para devolverlos a su lugar de origen. Su trabajo no es matar, pero sus miembros se han manchado las manos con sangre inocente. No puede haber espíritu de cuerpo que valga. Nos han hecho creer que actuaron profesionalmente. Con 3 muertos, un herido grave y 140 heridos han actuado profesionalmente. Debemos suponer que el día que actúen de manera poco profesional, estaremos hablando de un asesinato masivo o un genocidio.

LOS DIRIGENTES

El Presidente Regional Ernesto Molina ha hecho una apuesta por la paz y ha llamado a la tranquilidad en pleno día del paro. Ha llamado violentistas a quienes salieron a protestar. Pero ha sido sincero. Anunció el fin del paro 3 horas antes que sucediera, manifestando que había llamado a Darío Ventura para que levantara la movilización y este le hizo caso como el eco a la voz. German Martinelli, alcalde de Huamanga, ha hecho hincapié que estas situaciones de violencia no favorecen al turismo y que la semana santa va a estar menos concurrida. Comparto su opinión. Pero sería bueno también que igualmente reclamaran al gobierno la atención de las demandas del pueblo que se movilizó y entregó una cuota de sangre. Darío Ventura convocó al paro de 48 horas, pero luego no estuvo en la movilización. Se hizo humo y dejó a las masas en el más completo caos. Perdió el control de la marcha y ahora parece que no quiere hacerse responsable de sus actos. Su convocatoria hizo posible los nuevos muertos y heridos y ahora para evadir su responsabilidad se ha levantado como el defensor de la policía nacional tratando de eximirlos de toda responsabilidad. A acusado falsamente a grupos paramilitares del partido aprista y no se da cuenta que levantó el paro el día 21, sólo para que los compañeros pudieran celebrar el Día de la Fraternidad de manera tranquila y sin movilizaciones. Firmó un acta sin consultar a sus bases y los engañó diciendo que habría reunión en la casa del maestro a la que no acudió. Las expresiones de “vendido” sonaron fuerte de parte de sus mismos compañeros que los esperaban y los comentarios de los mercados son igual de duros.

Ninguno estuvo a la altura de convocar y liderar esta marcha de protesta, iniciaron un proceso que no supieron como terminarlo, lo abandonaron y ahora nadie quiere hacerse responsable político de estos enfrentamientos. Es seguro que si las autoridades hubieran presentado a los culpables de las muertes el pueblo se hubiera serenado, la justicia habría hecho lo suyo y la violencia se hubiera reducido significativamente. Pero nada de esto sucedió. Todos callaron y dejaron que la violencia hablara.

EL MINISTERIO PÚBLICO

Visitamos la dirección del Instituto de Medicina Legal y la Dra. Carla Cruz Salas consultó a su superior si podría darnos una entrevista. La respuesta fue negativa. El Fiscal encargado de las investigaciones, Dr. Hugo Martínez, de quien tratamos de recoger la versión de los hechos se disculpó manifestando que las investigaciones eran reservadas. Lo mismo el perito balístico Walter Cubas Rentaría. Nadie quiere hablar sobre el tema.

Los resultados de las muestras enviadas a la ciudad de Lima se conocerán recién en un mes. Efectivamente se trata de un caso extraño de personas muertas con tres y dos tiros en la cabeza, lo cual lleva más bien a suponer si fueron rematados luego de recibir el primer impacto.

LAS NOTICIAS

Las noticias volaron de numerosas fuentes y muchas de ellas expresaban temores, deseos y esperanzas. Temores que anunciaban la muerte de estudiantes, policías e incluso un reportero de televisión, corrieron fuerte entre la turba y en la plaza de armas. Cada uno pretendía estar mejor informado que otro.

Deseos también por que anunciaron cierto momento el incendio de la comisaria de Quinua, la emboscada a un vehiculo policial, la muerte de cinco efectivos, luego de dos e igual número de circunstancias. Esperanzas señalando que venían refuerzos del valle y con esos bravos combatientes se lograrían vencer. Al final nada fue verdad. Muchos periodistas tuvieron que tragar bastante gas para cubrir información. Otros tuvieron golpes y rasguños. Hubo algunos que con intención de ganar primicias lanzaron hipótesis y conjeturas. Pero hubo serenidad y responsabilidad también. Los temores alimentaron la imaginación de mucha gente en esas horas inciertas. Con heridos que desfilaban en frazadas y niños irresponsablemente llevados por sus padres, que padecían de los horrores de la protesta y sus consecuencias.

LAS CONSECUENCIAS

Son conocidas las consecuencias de muertos y heridos. Todavía queda por establecer las heridas a nivel humano y emotivo, eso que llaman salud mental. Tenemos una ciudad que ha luchado y ha sentido que el gobierno le había declarado la guerra. Y al día siguiente el mal gusto de las autoridades de izar en la plaza mayor una bandera blanca, en señal de rendición, en los códigos de guerra. No le faltó a la gente valor para vencer, pero lo peligroso es que haya deseos de que las posibilidades materiales puedan estar allí. Ha quedado una ciudad sacudida otra vez desde sus cimientos, otra vez el análisis y la reflexión sobre las conductas sociales.

Una ciudad con calles anegadas de agua que se rompieron para salvarse de las bombas lacrimógenas. Una ciudad de vidrios rotos, casas afectadas, negocios violentados, vecinos afectados y mercados cerrados. Una ciudad que va recobrando la calma nuevamente, desconfiando de sus autoridades y sospechando de sus dirigentes. Parece increíble que apenas hace un mes atrás bailábamos los carnavales, se cantaban festivas canciones, se tiraban al aire serpentinas de colores, talcos, espumas y los cohetes reventaban en señal de alegría y de jolgorio.

La misma plaza mayor era testigo de un derroche de tradición y colorido, donde se premiaba a las mejores comparsas. Es la misma Huamanga con historias entrelazadas de alegrías y penas, pero siempre cargada de esperanzas y alternativas.

LOS FUNERALES

En Quinua, el lugar donde se selló la independencia latino americana se llevaron a cabo los funerales de los dos campesinos fallecidos. Sobre ellos se ha dicho que eran comprometidos luchadores sociales, mártires del campesinado y de sus luchas. Pero no dicen que eran padres de familia y mantenían el hogar con su trabajo. No sólo hay que enterrarlos bien.

La gratitud es un animal de corta vida y si en el futuro se les rinde algún homenaje y si recordamos lo que pasó probablemente se les recuerde como una cifra y hasta sus nombres pasen desapercibidos. Es un deber del gobierno y las autoridades de solicitar una indemnización justa para las familias que ahora quedan en el desamparo.

LAS ENSEÑANZAS

Muchas enseñanzas pueden sacarse en claro. Creo que es hora de pensar en el tema de seguridad ciudadana en serio.

La ley 27933 establece que el GRA debe liderar y presidir este sistema y que debe subordinar a los institutos armados. Si alguna reunión se tiene no debe ser en el Hotel de Turbo, donde se suscribieron los acuerdos.

Debe realizarse en la oficina de seguridad ciudadana del GRA. Allí deben concentrarse los líderes para no ser intimidados y llegar a acuerdos válidos. Pero también todos debemos preocuparnos otra vez de nuestros hermanos del campo, es necesario que no solamente en épocas de campaña electoral se les visite y recuerde sino también ahora para conversar y tratar de entender sus conflictos y problemas. Muchos de ellos derivados de la desatención de sus demandas.

¿Quién dice algo sobre el TLC y los impactos negativos sobre el agro? ¿Sobre las consecuencias de la carretera transoceánica? Sobre las tierras que tradicionalmente han sido de las comunidades y donde a ellas no se les aplica la posibilidad de la seguridad jurídica que tanto invocan las empresas transnacionales.

El problema del agua que es fundamental para su supervivencia. Sobre sus derechos humanos y el respeto a su integridad. Tenemos que buscar lazos de integración y el campesinado debe tener su lugar no solamente en las mesas y las sillas, sino también en nuestro cerebro. Nadie puede sentirse inocente de lo ocurrido, todos en mayor o menor medida hemos contribuido a que las cosas lleguen al punto donde llegaron.

La sangre nos ha salpicado a todos. Pero no perdamos las lecciones que esta tragedia nos deja, de lo contrario muerte y violencia habrán sido en vanos.