7 de octubre de 2023

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Un presidente "democrático".

BELAUNDE GENOCIDA, EL PUEBLO NO TE OLVIDA

Por: Dante Castro Arrasco.

18 de febrero de 2008

El ex-presidente de la República don Fernando Belaunde Terry (FBT) fue un gran violador de los derechos humanos. No se trata de que su ministro del Interior, el gaucho Luis Cisneros Vizquerra, implementara una política de tierra arrasada, sino que ese generalote lo dijo a la prensa: la política antisubversiva de las Fuerzas Armadas en América Latina es así. La política antisubversiva del primer y del segundo belaundismo fueron así. En su primer gobierno (1963-68), FBT implementó una guerra sin prisioneros contra las guerrillas del MIR y del ELN. En su segundo gobierno (1980-85) aumentó su capacidad de matar en masa a los peruanos. Por lo tanto, el gaucho Cisneros no inventó nada, no inventó la pólvora ni hizo su propia campaña. Declaró lo que acostumbran a hacer las FFAA, declaró lo que tenía en el portafolio bajo el brazo el mismo Fernando Belaunde.

La primera etapa de la campaña antisubversiva del segundo belaundismo (1980-1982) estuvo caracterizada por la impunidad de los miembros de las Fuerzas Policiales: masacradores, torturadores, violadores de adolescentes campesinas, gozaban del manto de impunidad que les otorgaba un gobierno "democrático". Los escuadrones policiales antisubversivos, como los Sinchis de la Guardia Civil (GC) y los Llapan Atic de la Guardia Republicana (GR) se cebaron con la sangre de miles de campesinos inocentes; compitieron con la capacidad de tortura que tenía la Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Una vez que autorizó el ingreso de las FFAA a las zonas de conflicto, las masacres y genocidios se sucedieron uno tras otro frente a la mirada atónita de la opinión pública. En esa segunda etapa (1982-85), el terrorismo de Estado alcanzó cifras espeluznantes con miles de peruanos que fueron a parar a los cuarteles y después sus restos eran hallados en fosas comunes que hasta el día de hoy no terminamos de descubrir. Cada día aparecen más.

Si para las fuerzas represivas, para los fascistas de uniforme y de sotana, fue significativa la captura de Abimael Guzmán Reynoso (el camarada Gonzalo) y puso fin a la guerra interna, mucho más significativa era la campaña antisubversiva por aire, mar y tierra. Totalmente innecesario ha sido todo ese baño de sangre del pueblo, sabiendo que a Guzmán han podido capturarlo innumerables veces, pero las fuerzas reaccionarias del país tenían que terminar no sólo con quien inició la violencia en 1980, sino con vastos contingentes de las fuerzas populares en el campo y en la ciudad. Por ejemplo, a Cipriani le interesaba acabar con la Teología de la Liberación y a la derecha con todo vestigio de izquierdas. A los oficiales egresados de las escuelas de cadetes, les interesaba tener una guerra, alguien contra quien disparar, muchos contra quienes aplicar todo aquello que habían aprendido. A los generales les interesaba prolongar toda la serie de coimas y comisiones que se ganan individualmente o como mafia en una guerra, si es prolongada, mejor. Por lo tanto, más importante era la prolongación del genocidio que los operativos "inteligentes".

Después del gobierno dictatorial de un gran violador de los DDHH como el general de división Morales Bermúdez, era necesario el tránsito a la democracia mediante una Asamblea Constituyente lidereada por Haya de la Torre y el APRA, para llegar a restituir en el poder a la derecha más recalcitrante representada por el pacto Acción Popular-Partido Popular Cristiano (AP-PPC). Ese relevo fue tan eficaz que emprendió la guerra a muerte contra todo aquello que le pareciera subversivo, rojo, comunista, etc.

Por lo tanto, no olvidemos el lugar que le corresponde a Fernando Belaunde Terry en la galería de criminales más perversos que ha conocido la historia de la humanidad. Allí debe estar junto a Alan García, Somoza, Fujimori, Pinochet, Morales Bermudez, Videla, Bush, etc.