Ucrania: la guerra de los imperialismos
Por: Gabriel Adrian
Una parte de la izquierda latinoamericana saluda y apoya la invasión a Ucrania por Rusia. La motivación parece ser variada. Algunos apoyan a Rusia por su cercanía a los llamados gobiernos de “centro-izquierda”. En este grupo, puede haber incluso algunos que se beneficien directamente de las prebendas rusas. Otros lo hacen por su odio al imperialismo yanqui. Los más despistados ven en Rusia un proyecto progresista. Estas posiciones demuestran la orfandad teórica y de análisis de esta parte de la izquierda. La agresión de Rusia es una agresión imperialista por donde se le mire. A continuación, sustentamos esta idea.
El 24 de febrero de 2022, Rusia invade Ucrania argumentando que este país estaba a punto de adherirse a la OTAN y que esto afectaría su seguridad exterior. Además, el gobierno ucraniano llevaba adelante una guerra sangrienta contra nacionalistas rusos en la región del Donbás. Efectivamente, la OTAN con Estados Unidos a la cabeza, se han burlado de Rusia desde hace años. Antes de que Rusia acepte el desmembramiento del bloque del Este y, por ende, del pacto de Varsovia, Mijail Gorbachov, el entonces mandatario ruso, puso como condición que ningún país del Bloque del Este sería jamás miembro de la OTAN. George Bush senior y Helmut Kohl le garantizaron a Gorbachov que esto jamás pasaría. Al poco tiempo, los países del otrora Bloque del Este ingresaron a la OTAN uno tras otro.
Actualmente, muchos políticos de Occidente, con cinismo grotesco, afirman que se trató de una promesa y que no hay ningún tratado firmado al respecto. La desconfianza rusa es justificada, y se deja resumir en la respuesta de Vladimir Putin en una conferencia de prensa: “¿Que harían los Estados Unidos si ponemos bases militares en México con misiles apuntando a su territorio?”. La respuesta es evidente: los gringos invadirían México inmediatamente, o el Cono Sur si hubiese bases rusas allí. Algunos analistas aseguran que el temor de Rusia es infundado, que la OTAN jamás atacaría Rusia y que fue una excusa para invadir Ucrania. Pero, en política internacional, no hay lugar para buenas intenciones. Observemos sino cómo los Estados Unidos invaden países por doquier, bajo la excusa de salvaguardar sus intereses y defender la llamada democracia.
Los Estados Unidos han influenciado la política ucraniana contribuyendo a un cambio de élites abiertamente hostiles a Rusia. La injerencia gringa fue evidente el 2014, en la llamada “Revolución Naranja”, que determinó que los sectores nacionalistas y neofascistas se apropiaran del aparato estatal. Son estas fuerzas las que han llevado a cabo una represión implacable contras las fuerzas separatistas rusas de la región Donbás.
Es por ello que ni los yanquis, Alemania ni otros miembros de la OTAN o la Unión Europea alzaron su voz ante las violaciones de DDHH del estado ucraniano en su guerra contra los rusos separatistas del Donbás. Las potencias imperialistas de Occidente se rasgan las vestiduras ante la invasión rusa. Sin embargo, han apoyado las intervenciones militares imperialistas yanquis. Eso demuestra que no se trata de principios democráticos a defender. Se trata de conquistar espacios geopolíticos, acceso a territorios, recursos y otras riquezas apetecibles. Los Estados Unidos y varios países de la Unión Europea envían armas a Ucrania; teniendo, de tal manera, una intervención en la guerra.
La prensa de Occidente ha activado su maquinaria propagandística para satanizar a Putin y santificar a Selenzky. Es realmente escandaloso que el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre violaciones de DDHH en la guerra de Ucraina casi no haya recibido cobertura por parte de la prensa en Europa. Este informe da cuenta de violaciones de DDHH por ambos bandos (también de las fuerzas ucranianas). Es por ello que la prensa servil al gran capital y a sus gobiernos no da cobertura a este tipo de documentos. En la Europa “libre” no hace falta la censura: los grandes medios de comunicación la ejercen ellos mismos. (1)
A pesar de lo expuesto, y a pesar que el gobierno ucraniano esté infestado de fuerzas fascistas, la agresión de Rusia a Ucrania no tiene justificación. Rusia pudo intentar otros caminos antes de tomar el camino bélico. La guerra está devastando Ucrania y está costando miles de vidas de ucranianos y rusos. Y la empresa rusa tampoco está encaminada a establecer un mejor modelo de sociedad; ya que Rusia tiene un modelo neoliberal donde se reproducen muchas desigualdades.
Así, por ejemplo, el 1% de los ciudadanos rusos más ricos posee el 48% de la riqueza de Rusia (2). Es decir, el poder se concentra en unos cuantos multimillonarios mientras la gran mayoría de la población vive en pobreza y extrema pobreza. Pero el sistema ruso no solo es capitalista, sino neoliberal. En la práctica, no queda ningún vestigio del socialismo de la otrora era soviética. (3)
Ya en 1917, Lenin analizó en su libro “Imperialismo, fase superior del capitalismo” como los imperialismos no se circunscriben a la posesión de colonias, sino que implica tener influencia política, militar y económica en países periféricos. Lenin escribe que
“[...] el capital financiero manifiesta en general la tendencia a apoderarse de las mayores extensiones posibles de territorio, sea el que sea, se halle donde se halle, por cualquier medio, teniendo en cuenta las fuentes posibles de materias primas y ante el temor de quedarse atrás en la lucha rabiosa por las últimas porciones del mundo todavía no repartidas o por un nuevo reparto de las ya repartidas”. (4)
Lo que Lenin ya observaba, a principios del siglo pasado, se fue plasmando con claridad con el transcurrir del tiempo: al mismo tiempo que las colonias se liberaban, las potencias imperialistas iniciaban una carrera político-militariarizada para asegurarse territorios, materias primas y mercados, convirtiendo a muchos Estados periféricos en dependientes de ellos. En esta carrera, han sido los Estados Unidos los que han llevan la delantera y de largo. Sería ocioso aquí enumerar la larga lista de sus intervenciones militares, realizadas directamente o a través de sus testaferros a lo largo de los siglos XX y XXI.
Pero Rusia, a su vez, se ha venido erigiendo como una potencia imperialista. Desde su asunción al poder, una de las prioridades de Vladimir Putin fue convertir a su nación, nuevamente, en una potencia mundial. Para ello, tenía primero que reactivar su economía que había quedado devastada tras el desmembramiento de la Unión Soviética y del catastrófico gobierno del beodo Boris Yeltsin. La otra prioridad del gobierno ruso era reestructurar y fortalecer su ejército. Así, tras una primera década en el poder, Rusia asumió una política exterior mucho más agresiva. (5)
En 2008, Rusia llevó a cabo una guerra contra Georgia apoyando a las provincias separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, de mayoritaria población rusa, que reclamaban su independencia para posteriormente demandar su anexión a Rusia. En tal conflicto, sin embargo, Rusia no se sentía todavía en condiciones de llevar a cabo la anexión a la que se oponían los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea. Siguiendo su política expansionista, Rusia invadió Crimea y empezó a apoyar los separatistas del Donbás en 2014. Desde 2015, Rusia interviene en la guerra de Siria apoyando el régimen autócrata de Baschar al-Assad. Como efecto de sus negociaciones con Turquía, Rusia ha sido indiferente, reiteradas veces, cuando fuerzas turcas han atacado al pueblo kurdo en el norte de Siria. Es este mismo pueblo kurdo cuya lucha por su liberación e independencia goza de la solidaridad de la izquierda internacional. De igual manera, Rusia está involucrado en el conflicto en Mali, exportando armas y asesores militares. Más del mil mercenarios de la empresa rusa Wagner se encuentran luchando apoyando el gobierno de Mali en su lucha contra los yihadistas (6).
El hecho que Rusia mantenga relaciones comerciales con países del sur no tiene como base la solidaridad internacional, sino asegurar mercados e influencia política a nivel internacional. Por ejemplo, Rusia ha firmado acuerdos comerciales con 40 de los 54 países del continente africano y se ha esforzado por estrechar sus lazos comerciales como países latinoamericanos. Estos son hechos que Atilio Borón no quiere reconocer, en su defensa solapada de la invasión rusa. Borón tiene razón cuando explica la injerencia yanqui en el conflicto. Carece, sin embargo, de una posición crítica al querer justificar la agresión rusa, presentándola incluso como víctima (7). Aquí no hay víctimas: hay claramente una contienda por el control del mundo.
Rusia no representa ni por atisbo un proyecto siquiera progresista. Es una potencia imperialista que sustenta su riqueza en recursos energéticos y su fuerza militar. Es uno de los países más desiguales del mundo, donde los multimillonarios incrementan sus fortunas al amparo del Estado ruso, mientras la gran mayoría del pueblo se hunde cada vez más en la pobreza. No hay “buenos” ni “malos” imperialismos: solo hay imperialismos, enfrascados en una carrera por asegurar territorios, recursos naturales y mercados. El hecho de que el imperialismo yanqui haya sido el que más daño le ha hecho, históricamente, a la humanidad, no significa que Rusia y China (8) sean mejores imperialismos (¡hasta suena a paradoja ridícula escribirlo!). El hecho que estas potencias hayan apoyado, o sigan apoyando, a los llamados gobiernos “centro-izquierdistas” no las hace el mal menor.
Los llamados gobiernos “centro-izquierdistas” no han hecho sino modernizar el neoliberalismo, hacerlo más “digerible” para las clases populares (9). Es por ello que la izquierda auténtica e internacionalista está llamada a condenar, sin ambages y simultáneamente, la agresión rusa a Ucrania, el gobierno filofascista de Selenzki y la expansión imperialista de los yanquis de la mano de la OTAN. Hacer otra cosa es hacerle el juego a la rapaz espiral imperialista por el control de territorios, el saqueo y la repartija de las riquezas de los pueblos en beneficio exclusivo de las viejas élites en el poder y sus testaferros.
Notas:
(1) El informe da cuenta que tanto el bando ruso como el ucraniano usan a civiles como escudos humanos, y que tienen objetivos militares muy cerca de la población civil.
https://www.ohchr.org/es/statements...
(2) https://www.eleconomista.com.mx/eco...
(3) Además de neoliberal, el gobierno es autocrático ya que no respeta el derecho de las minorías, alimenta el ultranacionalismo y mantiene una cordial relación con partidos de extrema de derecha de Europa occidental.
(4) Lenin, Vladimir I. (1917) [1975]. “El Imperialismo, fase superior del Capitalismo”. Ediciones en Lenguas Extranjeras: Pekín, p. 53
(5) Leiva, Van de Maele (2017). “Russia is back: análisis de la evolución de la política exterior rusa en la ‘era Putin’”, en: Estudios internacionales (Santiago, en línea) vol.49 no.187 Santiago ago. 2017
https://www.scielo.cl/scielo.php?sc...
(6) https://www.politicaexterior.com/ma...
(7) http://www.cubadebate.cu/opinion/20...
(8) Aquí cabe mencionar el ejemplo de las grandes mineras chinas que se llevan ingentes ganancias del Perú, gozando de beneficios tributarios e infectando el medio ambiente en detrimento de comunidades y campesinos peruanos.
(9) Si uno analiza en qué medida los ricos de esos países dejaron de serlo durante los gobiernos “centro-izquierdistas”, observará que las cifras son las mismas o más favorables al gran capital que durante los gobiernos de derecha. Para muestra un botón, ver: https://analisisopinion.wordpress.c...