7 de octubre de 2023

INICIO > OTRAS SECCIONES > Especiales

ITALIA: PERDIERON TODOS

Por: Jorge Altamira.

18 de abril de 2008

La izquierda pagó, con 3% de los votos, su integración al gobierno Prodi, donde cargó con la responsabilidad por sus planes de austeridad y por el financiamiento de sus operaciones de guerra en Líbano y Afganistán
Las elecciones italianas han producido un resultado que hunde a Italia en una crisis política todavía más profunda. Los datos que envían los cables de noticias son engañosos, porque aunque es cierto que el exhibicionista Berlusconi ganó por un amplio margen al centroizquierda personificado en el "partido democrático" (PD) (lo cual le asegura un dominio completo de las cámaras), su Partido de la Libertad, formado por su grupo Forza Italia y la fascista Alianza Nazionale, retrocedió en relación con 2006.

Lo que inclinó la balanza fue la performance extraordinaria de un aliado de Berlusconi, La Lega del Nord, que dirige Umberto Bossi, que ganó en forma plebiscitaria en la mayor parte del norte del país y progresó en la misma forma en el centro, la Emilia-Romagna, un bastión que el centro-izquierda había heredado del ex partido comunista. La Lega obtuvo en esta fortaleza siete veces más votos que la llamada Sinistra Arcobaleno [Izquierda arcoiris], que fue barrida del escenario parlamentario. Con este resultado, la Lega volvió a sus registros más altos, de cuando surgió a mediados de los ’90.

De este modo, el fiel de la balanza del poder de la derecha se ha desplazado hacia un partido xenófobo, represivo, partidario de introducir un régimen federal e incluso hostil hacia la Unión Europea. En momentos en que el capital financiero internacional reclama para Italia una política de austeridad, privatizaciones y hasta el desmantelamiento de viejas posiciones de la burguesía peninsular para beneficiar el ingreso de capital extranjero, el fortalecimiento espectacular de la Lega plantea una seria crisis.

La Lega, por su lado, está obligada a compensar con medidas sociales al electorado que acaba de conquistar, en especial el de los obreros y sectores precarizados. Los dirigentes de la Lega, comprensiblemente, se han apresurado a declarar que no pondrán palos en la rueda del nuevo gobierno, lo cual es una constatación del desequilibrio que han dejado las elecciones. Es probable que los cimbronazos comiencen a manifestarse por el lado de Alianza Nazionale que, a diferencia de la Lega, aceptó disolverse en el partido único que le reclamó Berlusconi.

El gran derrotado fue el PD, que precisamente volteó al gobierno de Prodi, primero con la expectativa de inducir a Berlusconi a un gobierno de coalición y luego con la pretensión de atraer a una parte del electorado de centro-derecha. Ya hace medio siglo que el stalino-progresismo de Italia busca ganar votos en el centro por medio de operaciones de maquillaje (transformismo). Ha vuelto a fracasar.

A fuerza de ‘aggiornamentos’ sucesivos acabó perdiendo frente a las expresiones más retrógadas de la política nacional. Mantuvo sus votos de la elección pasada, no porque avanzó sobre la clase media sino porque diezmó a la Sinistra Arcobaleno, o sea que le sacó votos a la izquierda, provocando su desaparición y la renuncia en cadena de sus líderes, con el egocéntrico y ‘presidenciable’ Fausto Bertinotti en primer lugar.

Un columnista del Corrière della Sera no se privó de hacer la agudísima observación de que la derrota del PD constituye otro fracaso más del ‘entrismo’ del gran capital financiero italiano en el progresismo del país, al que pretendió convertir en su instrumento de gobierno por excelencia. Ahora, esta burguesía con ínfulas de ilustrada deberá volver a vérselas con el fugitivo permanente de la Justicia, Silvio Berlusconi (la acusación principal de Berlusconi contra sus adversarios en las elecciones del pasado domingo fue que querían ‘judicializar’ la política) y hasta con los enemigos de la unidad italiana, la Lega del Nord.

Todo sumado, la política italiana se encuentra al borde del colapso, el cual ocurrirá inevitablemente cuando se constate que el nuevo gobierno, en el cuadro de la crisis económica internacional, presidirá un mayor empobrecimiento de las masas y fracasará en sus maniobras con la burguesía internacional. Un referendo sobre la reforma política, que debería tener lugar antes de seis meses, podría ser el pretexto para convocar a nuevas elecciones o, como recurso último, a un gobierno de coalición, que no dejaría de provocar la escisión de la derecha.

El mayor desastre electoral lo registró la Sinistra Arcobaleno (una coalición de Rifondazione Comunista, Il Partito dei Comunista, Verdi y Sinistra Democratica), que luego de fantasear con un 13% de la votación, obtuvo votos apenas por encima del 3%, perdiendo de este modo las decenas de diputados y los senadores que tenía. Pagó así su integración al gobierno Prodi, donde cargó con la responsabilidad por sus planes de austeridad y por el financiamiento de sus operaciones de guerra en Líbano y Afganistán. No la salvó, siquiera, ir unida. En el caso de Rifondazione Comunista existe un virtual estado de disolución política. La plata que dejan de recaudar por las posiciones perdidas no es un dato menor para su futuro.

Otra de las viudas del gobierno Prodi, Sinistra Critica (que reúne a los partidarios italianos de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia), también resultó vapuleada: obtuvo apenas el 0,46% de los votos. Mientras el gobierno Prodi estuvo en pie, Sinistra Critica integró Refundación Comunista; con la excusa de la "disciplina de voto", sus diputados y senadores dieron innumerables "votos de confianza" al gobierno Prodi, en cuestiones tan vitales como el presupuesto o el reforzamiento de la misión militar italiana en Afganistán.

El Partido Comunista de los Trabajadores [Partito Comunista dei Lavoratori, PCL, trotskista] -que rompió con Refundación Comunista cuando el partido de Bertinotti pasó a integrar el gobierno de Prodi- obtuvo el 0,6% de los votos (207.000 sufragios). Los votos del PCL se concentraron en ciudades predominantemente obreras, como Turín y Brescia; en los barrios obreros de estas ciudades, su votación superó el 1%.

Considerando que se trata de la primera elección en la que se presenta y que fue objeto de una censura de prensa furiosa, particularmente en los medios "de izquierda", el PCL ha recibido una votación notable. No sólo superó a Sinistra Critica y otras organizaciones menores de la izquierda; su votación es muy importante respecto de la "Izquierda Arcobaleno", el frente encabezado por Bertinotti, que reunía a cuatro partidos con diputados, senadores y un gran despliegue de prensa.

Prensa Obrera