EL RÁPIDO FINAL DE LA “NUEVA EUROPA.
Por: Claudio Testa.
Es un hecho que los “globos inflados” por el imperialismo y el capitalismo van teniendo una vida útil cada vez menor. La “guerra contra el terrorismo” de Bush se ha ido desgastando a una velocidad asombrosa. Ahora también se ha pinchado otro globo, el de la “nueva Europa”. Es que lo de Hungría parece ser sólo la punta de un iceberg de descontento que abarca toda esa región.
Con ese nombre, EEUU y la burguesía “atlantista” de Europa bautizaron a los ex “países comunistas” del Este europeo, el Báltico y los Balcanes. Se quiso establecer un contraste con la “vieja Europa” occidental, decadente, cuyos trabajadores son vagabundos que pretenden seguir aferrados al anacrónico “Estado de bienestar”, sudar poco y ganar mucho, y que además se oponen a la cruzada santa de Bush en Medio Oriente. El peor ejemplo de esta vieja Europa serían los franceses, que vienen creando problemas desde 1789.
En contraste, se decía que los “nuevos europeos” adoran el neoliberalismo, hacen sin protestar cualquier sacrificio para ingresar a la Unión Europea, trabajan doble turno por la mitad del salario y además se enrolan en masa en las guerras de la civilización occidental contra la barbarie islámica. Son felices de ir a morir por Cristo y Bush en Iraq y Afganistán.
Por todos esos motivos, se decía, la “nueva Europa” iba en camino de alcanzar y dejar atrás a la “vieja”. Con tasas de crecimiento del PBI superiores a las Europa occidental, esa historia parecía tener algo de asidero.
Ahora resulta que las cosas van mal. La revista inglesa The Economist, órgano secular del ultra-liberalismo, pinta un panorama desalentador. Las tasas de crecimiento más altas se mantienen, pero sólo abonan un descontento social en aumento que se refleja en crisis políticas de los gobiernos neoliberales, aunque estas crisis sólo en Hungría han derivado en estallidos político-sociales. En el resto, no han llegado aún “a la calle”.
“Una teoría conspirativa -dice The Economist el 25 de septiembre- diría que este otoño ha traído algo extraño a las aguas de Europa central. La República Checa está desde hace tres meses sin un verdadero gobierno, el de Hungría está contra las cuerdas y el de Lituania está vacilante. Y ahora es el gobierno de Polonia el que también se viene abajo”.
Ya en julio pasado, esta misma revista había alertado que las cosas no venían bien: “Hubo tiempos -señalaba The Economist el 20 de julio- en que la «nueva Europa» se sentía superior a la «vieja Europa». Algo del ímpetu de esa época aún queda. Las nuevas economías continúan creciendo fuertemente. Pero en muchos otros aspectos, la región está estancada o en retroceso. Como sus contrapartes dentro de la Unión Europea, ahora la regla parece ser la debilidad política. La República Checa está sin gobierno (...) Estonia, Letonia y Eslovenia establecen coaliciones inestables (...) En Eslovaquia y Polonia, esas coaliciones añaden otro ingrediente: partidos populistas extremistas de izquierda o derecha (...) Lituania tiene un gobierno débil que ha quedado en minoría (...) Sólo Hungría tiene un sólido gobierno conformado por grandes partidos [!]”
Esto lo escribía The Economist hace apenas dos meses. Hoy, el único “sólido gobierno” de la “nueva Europa” está contra las cuerdas.
El eterno cuento del “sacrificio”
Como decíamos, esta generalización de crisis políticas y gobiernos “débiles”, que se da especialmente en los países que ya están en la UE, tiene sus raíces en el descreimiento y el descontento social. Los resultados del ingreso a la Unión Europea no tienen nada que ver con las ilusiones y las fantásticas promesas que se hicieron a las masas en su momento.
A los trabajadores y las masas populares se les hizo el cuento de siempre. "hay que hacer algunas «reformas» dolorosas, «nos» sacrificaremos por un tiempo; pero luego, cuando ya estemos en la UE, vamos a ir cada vez mejor”. Por supuesto, los que exhortaban al “sacrificio” no eran los que sufrían las consecuencias, sino políticos burgueses, burócratas o millonarios como el premier de Hungría, que se llenaban más que nunca los bolsillos.
Y las jactancias sobre el fabuloso “crecimiento” de la “nueva Europa” se han vuelto cada vez más irritantes, porque en los bolsillos de la mayoría no se derrama un euro del gran aumento del PBI. A eso se añade que los habitantes de los nuevos países miembros siguen siendo, de hecho y de derecho, ciudadanos de segunda, dentro de la UE. Un polaco o un húngaro, por ejemplo, no pueden libremente mudarse a Francia o Alemania para trabajar.
Pero incluso este crecimiento que no beneficia a la mayoría ahora está en cuestión. Se necesitan más “reformas” y más “sacrificios”, si se desea mantener lo logrado. Esto lo explica bien The Economist (20/07/06), con el cínico desparpajo que la caracteriza: “Los países centroeuropeos necesitan reformas más profundas si es que van a mantenerse a la cabeza mientras sus costos del trabajo ascienden. Tener costos más baratos del trabajo les vino bien, pero ahora hacen frente a la competencia de países en los que el trabajo es aún más barato: países cercanos como Rumania y Bulgaria, y más lejanos como India y China”.
O sea: “¡muchachos, a trabajar más barato que los indios y los chinos!”. Pero Hungría, Polonia o la República Checa no son China ni la India... ni tampoco, en la otra punta, son Alemania. Hechas un “sándwich” entre ambos extremos del capitalismo mundial, los países de la “nueva Europa” enfrentan probablemente un futuro sombrío.
¿QUIÉNES SON LA “NUEVA EUROPA”?
Bush y la burguesía “atlantista” europea llaman así a países del Centro y Este de Europa, del Báltico y de los Balcanes. Algunos eran parte de la ex URSS, constituían estados vasallos de Moscú o formaban la Federación Yugoslava. Varios han ingresado a la Unión Europea y otros están haciendo cola. Esta es la lista:
Ingresados a la Unión Europea en 2004: Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, República Checa y Polonia.
En lista de espera para entrar, quizás, entre el 2007 y el 2015: Bulgaria, Croacia y Rumania.
(Socialismo o Barbarie, periódico, 28/09/06).