7 de octubre de 2023

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LUCHA INTERNA EN BUROCRACIA CHINA.

Por: Xulio Ríos.

22 de septiembre de 2006

Argenpress). Los entretelones del Partido Comunista de China (PCCH).
La tradicional opacidad de la política china impide o hace muy difícil conocer, a ciencia cierta, la naturaleza de los debates o tensiones que pueden habitar en la cima de las estructuras esenciales del poder. No obstante, la proximidad de la reunión del Comité Central (CC) del Partido Comunista de China (PCCh), prevista para octubre, la celebración a finales del próximo año del XVII Congreso del PCCh, y algunos indicios políticos sugieren la existencia de tensiones importantes.

Entre esos indicios, cabe señalar los siguientes. En primer lugar, la circular del 8 de agosto del Buró General del CC en la que se disponen numerosas medidas de control, no sólo del partido, sino de todo el entramado institucional. Dicha circular oficializa los períodos máximos en los que se pueden ejercer cargos de representación a todos los niveles, con un nivel de detalle hasta ahora nunca visto. Esas instrucciones deben permitir una renovación significativa de muchas instituciones, a lo largo y ancho del país.

En segundo lugar, la activación de la campaña contra la corrupción y el abuso de poder. Las actuaciones en este campo se han multiplicado en los últimos meses, y afectan a sectores tan importantes como la construcción (que concentra más de la cuarta parte de los casos de corrupción descubiertos) o a la inminente imposición de medidas de ordenación de las miles de oficinas de los gobiernos locales y de grandes compañías que funcionan en la capital y considerados el origen de una corrupción desenfrenada que implica a miles de funcionarios “útiles” en los departamentos del gobierno central. La gran hipoteca de la estrategia anticorrupción de las autoridades chinas sigue siendo la exclusión de la participación social. Sobre el mismo Partido que acumula los escándalos descansa la responsabilidad de su persecución. Y ello explica el escepticismo y desencanto social y nutre las especulaciones acerca de su sentido real: ¿Lucha contra la corrupción o utilización de la corrupción para desembarazarse de rivales políticos?

En tercer lugar, las medidas adoptadas para reducir la ignorancia de las autoridades territoriales respecto de las indicaciones del poder central, especialmente en el orden económico o social. La colaboración de los poderes territoriales en el control del crecimiento ha venido debilitándose en los últimos tiempos. Hace escasas semanas, a mediados de agosto, el viceprimer ministro chino, Zeng Peiyan, invocó a las autoridades locales a seguir las instrucciones del poder central respecto al control macroeconómico y ya se han impuesto las primeras sanciones públicas con vocación de ejemplaridad (a las principales autoridades de Mongolia Interior). La agencia de noticias XINHUA, por otra parte, daba cuenta de un informe, según el cual, los servicios de la Fiscalía Popular Suprema detectaron que, alrededor de dos tercios de los accidentes graves que se registran en las minas de carbón, un tema especialmente sensible y sangrante, se producen en minas pequeñas o medianas, mal supervisadas debido a la corrupción reinante entre las autoridades locales.

En cuarto lugar, la vigilancia del proceso electoral interno que debe renovar más de 100.000 cargos de responsabilidad en todo el país. En los últimos tiempos, se ha constatado la creciente interferencia del mundo de los negocios en los procesos de elección-nominación en el seno del PCCh. Las elecciones internas movilizan a fracciones, protectores, clanes, y demás grupos de interés, plenamente conscientes de que no pueden desaprovechar la oportunidad de situar sus peones en puestos decisivos para garantizar la buena marcha de sus intereses. La fidelización de cuadros del Partido de diferentes niveles a esos grupos de poder adultera seriamente los mecanismos normales de funcionamiento del PCCh y amenaza con fragmentar y desorientar su discurso. Por ello, a instancias de la Comisión de Disciplina, también se ha anunciado que los procesos electores en pueblos, cantones, prefecturas y provincias serán objeto de una mayor vigilancia. Si a escala de todo el país, la teoría de las tres representaciones de Jiang Zemin ha despertado el debate acerca de si el PCCh puede controlar a los nuevos empresarios o si serán estos quienes acabarán controlando el PCCh, la realidad, en muchas localidades chinas, parece acabar imponiendo lo segundo.

En quinto lugar, la circular interna del 29 de agosto que exige a todos los cuadros y responsables del PCCh que informen no solo de todas sus inversiones económicas, sino de su status matrimonial o de sus familiares más próximos (si se casan con extranjeros, por ejemplo), en otra vuelta de tuerca para extremar la vigilancia en todos aquellos aspectos (negocios, moralidad, etc.) que afectan a la imagen social de los dirigentes partidarios.

En sexto lugar, el reciente giro en la política de comunicación, propiciado por las instrucciones dictadas el pasado 10 de septiembre, según las cuales, la agencia de noticias XINHUA debe autorizar la distribución de la información que los medios de comunicación extranjeros hagan llegar a sus usuarios y clientes chinos, con el propósito de hacer respetar las leyes y reglamentos del país donde residen. La censura aplicada a las agencias de noticias extranjeras fue desmentida desde Londres por el primer ministro Wen Jiabao, quien se apresuraba a señalar que China protege sin ambages los derechos de los medios extranjeros, en especial, los relacionados con la información económica y financiera o los Juegos Olímpicos. Wen apostilló que tanto estas como otras medidas, en especial los llamamientos efectuados para lograr una mayor calidad en el tipo de inversión exterior, en nada cuestionan la política de apertura, que permanece invariable. En cualquier caso, esta potenciación del papel de XINHUA limitará la circulación de la información y ofrecerá otro filtro a las autoridades.

Todo ese conjunto de elementos tienen un denominador común, el gran esfuerzo por controlar y moralizar la conducta de los militantes del Partido. Y todo ello bien pudiera ser indicativo de la disposición de Hu Jintao, su secretario general, por asegurarse un triunfo claro en el próximo Congreso, liquidando a los afines a Jiang Zemin, su antecesor, para disponer del margen de maniobra suficiente que le permita pilotar su propia sucesión en 2012. Como no podía faltar en este tipo de contextos, para reforzar esa convicción, el 29 de agosto, la Comisión Militar Central, también presidida por Hu, ha promovido a 28 oficiales al grado de general de división. La fidelidad del Ejército Popular de Liberación y de los servicios de seguridad, factor esencial para poder desplegar su proyecto, estaría asegurada.

La medida del éxito o fracaso de la estrategia de Hu se determinará, esencialmente, en función de la radiografía de la Comisión Permanente del Buró Político que salga elegida en el XVII Congreso del PCCh, a celebrar a finales del año próximo. Hay miembros que se pueden dar por jubilados, entre ellos, Huang Ju, afín al clan de Shanghai y con problemas de salud -además de sospechoso de estar involucrado en prácticas corruptas-; también Luo Gan, el poderoso responsable de seguridad, del clan de Shandong; igualmente, Wu Guanzheng, responsable de disciplina. Con Hu podrán continuar: Wen Jiabao, su primer ministro; Li Changchun o Wu Bangguo, presidente de la Asamblea Popular Nacional. En la cuerda floja se encontrarían Jia Qinglin, presidente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino y, sobre todo, el vicepresidente del Estado, Zeng Qinghong. Este último es el principal aliado de Jiang Zemin en la cúpula del poder chino y el principal exponente del éxito de la estrategia de Hu vendrá determinado por la derrota de Zhen. Jiang Zemin, al parecer descontento con Hu Jintao, mueve sus hilos entre bambalinas para seguir conservando cierta influencia. Hu se ha apurado a jubilarlo definitivamente con la reciente publicación de sus Obras Escogidas, y organizando unas “pompas fúnebres” solemnes en las que ha invitado a todo el Partido a estudiar su contenido.

Entre las figuras que crecen en influencia y de las cuales podría emerger el sustituto de Hu Jintao a partir de 2012 podrían citarse a varios miembros del Secretariado, entre ellos, Liu Yunshan, Zhou Yongkang, He Guoqiang, todos ellos integrantes del Buró Político. Y, por supuesto, el viceprimer ministro Zeng Peiyan, también miembro del Buró Político. Otros nombres que suenan son: Xi Jinping, Bo Xilai, o Li Keqiang Pero es probable también una promoción que tenga más en cuenta la presencia de nuevos activos procedentes de la Liga de la Juventud Comunista e, igualmente, de algunas regiones claramente subrepresentadas. En el actual Comité Permanente, la influencia de la zona costera y más desarrollada es absoluta, ya no solo por cuestiones de origen de los dirigentes (ninguno es del centro u oeste) sino también por su experiencia política: solo Hu puede acreditar el paso por regiones como Tíbet o Gansu. Sobre esas nuevas bases podría establecerse el desembarco de la quinta generación, llamada a tomar el relevo a partir de 2012.

Se trata de una batalla por el poder, pero hay más. Detrás de las opciones personales de unos y de otros, existen matices importantes en la política a desarrollar. No es solo cuestión del ritmo de la reforma, sino también de su orientación final. Siguiendo la estela taiwanesa, algunos consideran llegada la hora de poner proa a una reforma política que en el plazo de una década pueda convertir a China en un país internacionalmente homologable. Hu parece resistirse a tirar la toalla, y sigue postulando la vigencia de la actual política concediendo la máxima prioridad a la revitalización del Partido y a la solución de los desequilibrios territoriales y sociales, exacerbados durante el largo mandato de su antecesor, Jiang Zemin.

* Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China (Casa Asia-Igadi).