7 de octubre de 2023

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La reaccionaria historia de Haya de la Torre y Alan García.

EL ALANISMO ES LA ETAPA SUPERIOR DEL TOLEDISMO.

Por: Yásser Gómez.

29 de julio de 2006

’Luis Carranza tiene muy clara la necesidad de un shock de inversiones a favor de los más pobres, de la electrificación rural, del agua potable, de la infraestructura educativa, y de
otros temas...’ (Alan García Pérez / Diario Peru21).

A pocos días de la sucesión presidencial en el Perú, las sospechas del continuismo neoliberal alanista se confirman y su mini gira por algunos países de la región, nos demuestra que sólo fue un coqueteo con EEUU, para que, luego del 28 de julio, Alan García haga oficial la sumisión del gobierno aprista a Washington y cumpla con el besamanos oficial a George W. Bush en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Ahí donde nuevamente se ordenará nuestro destino.

¿El partido del pueblo o el partido podrido?

Eran tiempos de elecciones presidenciales en el Perú del año 2001 y el diario Liberación nos regalaba una hermosa postal fotográfica, donde se apreciaba al candidato presidencial por el Partido Aprista Peruano (PAP) Alan García Pérez, agachado y sumiso, besándole la mano a la -en ese entonces- Secretaria de Estado de los EEUU, Madeleine Albright, quien estaba de visita en Lima como una observadora ’democrática’, representante del gobierno de Bill Clinton. La leyenda decía algo así como: ’¿Y dónde quedó el antiimperialismo de Haya de la Torre?’

Seguro luego de leer este artículo, saldrá por ahí algún aprista ’puro’ envalentonado por el ’triunfo’ electoral de junio del 2006, arguyendo que esa foto no significó nada y que el PAP sigue siendo el partido del pueblo, que Haya de la Torre nunca claudicó en sus convicciones, ni cuando se bajó los pantalones ante el dictador Manuel A. Odría y acordaron la alianza APRA-UNO (Unión Nacional Odriísta). Este último, fue un movimiento formado alrededor de los intereses del tirano Odría, que había perseguido, encarcelado y torturado a cientos de apristas.

Desde mediados del siglo veinte y -sobre todo- luego del arreglo con Odría, el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) hoy PAP, ha cambiado no sólo de nombre y de siglas, sino que hizo a un lado su ideología anti-oligárquica, dejó de ser una opción política que defendía las reivindicaciones populares y se convirtió en el hermano menor de la plutocracia peruana, en el partido de los pactos, arreglos, prebendas y, para alquilarse al mejor postor de quienes detenten el poder, sea este político, económico, militar o mafioso -léase narcotráfico o mafias tipo Montesinos-.

Los que luego del ’triunfo’ electoral aprista recién se acuerdan de citar a Haya de la Torre, hoy nos intentan convencer de que el partido de la avenida Alfonso Ugarte (hasta en eso han cambiado, porque a García Pérez le gusta atender desde su oficina en el residencial distrito limeño de San Isidro) aunque tenga una cúpula de dirigentes neoliberales, las bases aún son dignas, ¿dónde están?, si eso fuera cierto, se formaría un APRA-Rebelde o algo similar, como décadas atrás lo ejecutó el -luego- heroico guerrillero del MIR, Luis De La Puente Uceda o por lo menos hubiésemos visto a algún alcalde o presidente regional aprista rebelándose, seguido por multitudes del partido -esas que extrañamente desparecieron durante la lucha contra el fujimorato- contra el aquelarre alanista de los Cabanillas, Del Castillo, Mulder o De la Matta que se han apoderado del PAP, sin dejar de mencionar al ’patriarca’ Agustín Mantilla, encarcelado y procesado por recibir dinero de Vladimiro Montesinos cuando era principal dirigente aprista y secretario personal de García Pérez.

¿Acaso cuando mencionan a las bases dignas del PAP se refieren a la estructuralista de las respuestas simples, la congresista electa Luciana León? ¿A los militantes del partido que están desparramados en las oficinas de los gobiernos regionales con innumerables denuncias por corrupción? ¿A los que con su carné aprista y como si fuesen un aluvión llenarán los ministerios a partir del 28 de julio? ¿Tal vez se referirán a los ’aguerridos’ militantes ayacuchanos de la Juventud Aprista Peruana (JAP), quienes agarraron a golpes a los familiares de los detenidos, desparecidos, torturados y asesinados durante el gobierno alanista 1985-1990, cuando estos se atrevieron a protestar, mientras García Pérez realizaba sus mítines proselitistas en la Plaza de Armas de Huamanga? ¿A los analistas-periodistas adulones-apristones que hoy -con el ’triunfo’ electoral- se multiplicaron-resucitaron en los medios de comunicación?

La verdad no se puede borrar con falacias ni patrañas, por eso, la historia primigenia del APRA combativa, ha terminado por convertirse -con Haya de la Torre y Alan García incluidos- en una novela de tragedia, terror y robo, que ha perpetrado masacres al pueblo peruano, saqueos al erario público, enriquecimiento ilícito e innumerables arreglos bajo la mesa con poderes de toda calaña. Y la obra emblemática, escrita por el fundador del PAP, denominada El Anti-imperialismo y el APRA, -el otrora vademécum revolucionario de sus militantes-, sólo es un anecdótico recuerdo para los mismos apristas, que estos días lo leerán sonriendo, como si fuese una historieta de humor. Porque ya no estamos ante el partido del pueblo, sino ante un partido podrido.

Heredero del oficio y la banda de Toledo

Cuando en aquel abril del 2002, la oligarquía venezolana celebraba su pírrico triunfo, luego de haber sacado a Hugo Chávez del poder -mediante un secuestro-, los primeros gonfaloneros de la Casa Blanca que saludaron aquel ’acontecimiento’ de la democracia neoliberal, fueron el neofranquista -en ese entonces presidente de España- José María Aznar y el peón engreído de Sudamérica, Alejandro Toledo, pero para su pesar, el comandante Chávez retornó a la presidencia, gracias a la fidelidad de sus tropas y mandos medios del ejército bolivariano y -sobre todo- a los habitantes de los cerros de Caracas que poblaron las calles pidiendo a su presidente y rechazando el retorno y el atrevimiento de la plutocracia que los empobreció durante décadas.

A partir de ese momento, el oficio de Alejandro Toledo no pudo ser más evidente, aprovecharía cualquier motivo para atacar al gobierno chavista y al propio presidente llanero. Mientras Toledo construía el segundo piso económico neoliberal del fujimorismo, también debía cumplir las órdenes de su patrón Bush en el patio trasero, atacando a la revolución bolivariana. Así transcurrieron estos años, el Perú toledista de las políticas fondomonetaristas era el hermano menor de la Colombia de Alvaro Uribe -por su fidelidad a EEUU- y estaba asesorado por el Partido Socialista de Ricardo Lagos, quien tenía a ( Esteban Silva) su katsa en Palacio de Gobierno de Lima. Y llegamos al año 2006 con las ’transparentes’ elecciones dirigidas por la ONPE de Magdalena Chu, en las que el ladrón y genocida Alan García obtiene el triunfo presidencial -aunque no se sabe hasta cuando dure su mandato, sea porque lo saque un desborde popular o porque el primer vicepresidente Giampietri ocupe el lugar de García por algún otro motivo- .

Sin embargo, durante la campaña electoral Alan García había empezado a enviar piropos a Washington, enfrentándose e insultando a Hugo Chávez de manera gratuita. Una estrategia que según las encuestas pagadas por la plutocracia peruana y los analistas neoliberales, fue ’fundamental’ para el ajustado triunfo de García en la segunda vuelta. Conocido el resultado oficial, el candidato electo comenzó la segunda fase del coqueteo con el Departamento de Estado de EEUU, avisó que realizaría una gira por el patio trasero para intentar erigirse como el líder que tumbará al ’millonario’ petrolero Hugo Chávez, y rechazar el trasnochado populismo del eje del mal La Habana-Caracas-La Paz.

Así García Pérez se paseo por Brasilia, Santiago, Bogotá y Quito. Con Lula prometió un TLC y terminar la carretera interoceánica, pero no se preocupó -igual que Toledo-en decir que exportaríamos -por esta autopista-a una de las economías más grandes del mundo. Ojalá que no terminemos produciendo prostitutas, lavacarros, destruyendo el medio ambiente y multiplicando chinganas y hotelitos de mala muerte, en una carretera que pagará el Perú y seguramente le servirá más a Brasil. Tal vez sacaremos productos para enviar por el Atlántico al Africa subsahariana, pero será como donación, porque estos pueblos están tan mal económicamente como el Perú. Lo gracioso es que cuando se aproxima un encuentro del APEC(Foro de Cooperación Económica Asia - Pacífico), los mismos demagogos de Toledo y García dicen que el futuro está en el comercio con las potencias industriales del Océano Pacífico. ¿En qué quedamos entonces?

En Santiago, el perpetrador de la matanza de los penales, se arrodilló como -lo hicieron- Fujimori y Toledo ante los neoliberales pinochetistas y juró no tocar sus inversiones, menos a Lan Chile, también prometió un TLC. Pero como García sabe lo mismo de economía que en su primer gobierno, no se percató que en el intercambio comercial entre Perú y Chile la balanza es desfavorable a nuestro país, como lo asegura el analista economico Alan Fairlie.Y el entrometido canciller chileno Alejandro Foxley casi le ordenó al gobierno peruano que firme el TLC con EEUU, porque era imprescindible, pero García no atinó a restregarle -como a Chávez- que el Perú no es colonia de Chile ni de EEUU. El electo presidente aprista estuvo agachado y sumiso como ante Madeleine Albright el 2001. Por esa misma sumisión García Pérez, no se atrevió siquiera insinuarle a Bachelet para que vote en contra de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuyo candidato servil de EEUU es Guatemala y por el que votará la pandilla aprista desde el gobierno peruano.

Para complementar este tour neoliberal García visitó a Alvaro Uribe y disfrutó de una comilona en el Palacio de Nariño, que seguramente superó a la opípara del Palacio de la Moneda. Ahí García Pérez con el estómago lleno y una contagiante sonrisa, seguro le habría contado como un anécdota a Uribe, que en el año 2001 cuando también fue candidato presidencial, le había ofrecido al pueblo peruano el Plan Perú, una propuesta aprista a los EEUU, similar al Plan Colombia, pero con mucho más presupuesto. A lo que el presidente colombiano, le habría pedido cambiar de tema, por que al fracasado Plan Colombia ahora se le denomina Plan Patriota, que es su segunda fase y también está derrotado. Los engreídos de Washington, más que discutir o acordar algo, habrán aprovechado el tiempo para repasar su libreto y perfeccionarlo. Finalmente en Carondelet, Quito, García realizó una visita diplomática a Alfredo Palacios para ver como estaba la situación, esperando -igual que la Casa Blanca-, que Lucio Gutiérrez retorne al poder.

En la madrugada del 28 de junio pasado, la bancada aprista -mayoría del Congreso peruano- votó a favor del TLC con EEUU, faltando a su promesa electoral, que era no hacerlo. Sumado al reciente nombramiento de Luis Carranza Ugarte, como Ministro de Economía, un ultraneoliberal, ex funcionario del FMI, ex director del Banco Central de Reserva, ex ejecutivo del BBVA en España y ex viceministro de Hacienda del toledismo. El episodio que exhibe su ortodoxia económica se da cuando renunció a este cargo en julio del 2005, porque discrepaba con el entonces Ministro de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, al que acusaba de aumentar excesivamente el gasto público. Si a esto le agregamos la frase de García Pérez que sirve de epígrafe para este artículo, donde amenaza con privatizar todo lo que falta, estamos ante la mejor muestra de que el tiempo que dure el alanismo en el poder, continuará aplicando las políticas fondomonetaristas y para eso, se esta rodeando de tecnócratas fuji-toledistas y haciendo caso a los consejos de fundamentalistas del libre comercio como Cecilia Blume, con quienes construirán el tercer piso neoliberal, que lo inició Fujimori. Si Alan García es el heredero del oficio y la banda presidencial de Toledo, se puede decir que el alanismo es la etapa superior del toledismo.