7 de octubre de 2023

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Bolsonaro, Trump tropical o Mussolini colonial?

Jorge Lora Cam

9 de diciembre de 2018

Lo primero que debemos establecer es, en que momento histórico vivimos. Creemos que este es un proceso de crisis del neoliberalismo, por las enormes contradicciones generadas; pero que, sin embargo, encuentra como salida manipular su hegemonía en el pensar popular, para darle una orientación violentista a la vida política, generando un movimiento anclado en una cultura religiosa o mesiánica que manipula la pobreza y a la casi siempre oportunista clase media dirigiéndolos hacia un conflicto armado interno, como viene ocurriendo en Colombia, Argentina, Perú, etc. y también en gobiernos considerados “progresistas”. Pero en que consiste esta crisis del neoliberalismo?

En que el capital financiero y la economía criminal en nuestros países por necesidades de evitar el riesgo y de generar crisis cuando crea necesario, necesita de mas administración y gestión del Estado y desarrolla una privatización del mismo. Generalmente se inicia con el poder judicial y la constitucionalización del interés privado sobre cualquier otro, continua con apoderarse del ejecutivo, pero no solo de él, sino también del electoral y de los Congresos, mas aun si no consiguen adueñarse del primero. Ante esto desaparece la representatividad electoral y con ella los partidos, liquidan el Estado de derecho, la soberanía, la ciudadanía y todos los desarrollos prácticos y teóricos, concretos, liberales. El neoliberalismo termina siendo antiliberal en lo político e incluso, en algunos casos, en lo económico.

La derecha supo aprovechar de este aparente caoscreado por el poder económico y por ella misma, para cuestionar al sistema y presentarse como antisistema, al tiempo que el PT se presentaba como el partido mas fuerte del sistema;e este contexto,la derecha supo crear un sujeto culpable de la crisis, de la corrupción, del desorden y la violencia construyendo un PT como el enemigo a vencer, mientras que este partido se apoyaba en el argumento de ser el partido mas organizado y sus intelectuales aconsejando colocarse bajo el manto del prestigio de Lula. La derecha, en tiempos de la “posverdad” y del internet, utilizo las redes para construir este imaginario llegando a los jóvenes, mientras el PT una semana antes recién definió su candidato que no fue el ni es el mejor, como en el futbol dependió de una figura: Lula, que aceptando su realidad de reo esperó hasta el final para nombrar a su sucesor. Por que no pusieron como candidatos a destacados políticos de izquierda y mas conocidos como Ciro Gomes del PD Laborista o GuilhermeBoulos?, por que eran críticos del PT?. De otro lado, la derecha de Bolsonaro capto recursos privados de empresarios y pentecostalistas, mientras el PT ya no tuvo los recursos estatales (que sirvieron para que hasta partidos de derecha llegaran al poder en AL) ni de los corruptos del PT que se apropiaron de recursos públicos y que cuando se cae la posibilidad de gobernar prudentementese alejaron. Los precursores de la mercantilización de la política cayeron en su propia trampa.

Es asi que un grupo minúsculo hasta la primera vuelta electoral, obtuvo una bancada de 52 diputados y cuatro senadores colocándose como la segunda mayor bancada.Tambien consiguio un total de 79 militares electos como diputados y senadores nacionales, o legisladores de las asambleas de los 27 estados brasileños, una participación sin precedentes. Se pueden establecer similitudes con las elecciones en Estados Unidos, al respecto Bartoche sostiene acertadamente que “El voto a Bolsonaro, no nos engañamos, no fue el voto a la derecha: fue el voto antiizquierda, fue el voto antisistema, fue el voto anticorrupción. En la cabeza de mucha gente (aquí y en los Estados Unidos, en las últimas elecciones), el sistema, la corrupción y la izquierda están ligados. El voto de ellos aquí fue el mismo voto que eligió a Trump allá. Y los pecados de la izquierda de allí son los pecados de la izquierda de aquí”.

El voto de Bolsonaro esta claro que fue contra el progresismo neoliberal y corrupto, aunque paradójicamente muchos no identifican a la izquierda con el neoliberalismo, pero si con la corrupción y por tanto no saben que si algo negativo hubo con Lula y Dilma fue su proyecto neoliberal del que deriva la corrupción, y que no quiere ser reconocida como política de este tipo de gobiernos.

Bolsonaro que es plenamente neoliberal se presenta como antisistema, acompañado de los empresarios y también del voto de los jóvenes antisistema y de parte de la clase media alta racista de la universidad privada. De los pro militares que recuerdan borrosamente la dictadura del 63 que habría sacado al país del hambre (50%) y la indigencia (25%), ahora ofreciendo la seguridad de las balas contra la creciente delincuencia que solo en el 2017 provoco 70 mil asesinatos(proporcionalmente similar a México) yde los miembros de una populosa iglesia evangélica conservadora contra el aborto, el feminismo duro y homofóbica, cuya defensa fue la pobre estrategia petista. Lo mismo que Trump, a quien dice imitar, se apoyo en una campaña en las redes y en las calles. El PT, sin legitimidad y sin proyecto creíble, ahora de la clase media ambigua e inocua, no tuvo capacidad de reacción frente a la convocatoria de militantes disciplinados, organizados y fácilmente fanatizados como son empresarios con su ejercito de jóvenes, militares y evangélicos. Bolsonaro supo inscribirse en una cultura política nunca transformada por 14 años de gobierno y mas bien, hasta cierto punto reforzada por ellos.

El golpe parlamentario contra Dilma, fue el principio del fin, pues desorganizó aun mas a las instituciones políticas y judiciales y a las agrupaciones políticas de las clases populares. Según Tarso Genro, lider autocritico del PT “ Esto despertó los demonios, las vocaciones autoritarias y totalitarias, y en las capas populares más despolitizadas se generó la esperanza de una resolución inmediata de la crisis, aunque sea por la vía de la violencia y el autoritarismo. Esta es la emergencia de Bolsonaro y de ese espíritu fascista que hegemonizó a la derecha en Brasil y que, extrañamente, ha logrado atraer a algunos liberales temerosos de las consecuencias de una victoria de Haddad y encantados por la posibilidad de un poder autoritario.

La acción del PT que movilizó a miles de personas en las redes y en las calles con mensajes proaborto y matrimonio igualitario, subestimó que, faltando apenas una semana la pauta feminista y lgbti llevaría al electorado evangélico, en su momento simpatizante de Lula, a una disyuntiva moral obligándolos a rechazar a Haddad como opción. Un Hadad deslegitimado en un acto, se enfrentaba a un Bolsonaro que supo ocultartres decadas de corrupción, solo recuperando sus constantes llamados al exterminio físico de la izquierda, gays, afros y mujeres.La población acepta este pasado dejando de lado el como un político se corrompe y se enriquece, y apreciandolo como posible protector de su seguridad ante el incremento de la violencia. Opta por Bolsonaro.

El destacado sociologo norteamericano James Petras afirma que el presidente Trump celebró la victoria electoral de Jair Bolsonaro, “porque coincide plenamente con sus prioridades: promete acabar con las regulaciones económicas y los impuestos corporativos a las multinacionales; es un ardiente defensor de la guerra económica de Trump contra Venezuela y Cuba; promete armar a los derechistas escuadrones de la muerte y militarizar a la policía; y garantiza secundar fielmente las políticas bélicas de EE.UU. en el extranjero”.

Petras, sin embargo advierte que Bolsonaro no puede respaldar la guerra comercial de Trump, especialmente con China, receptora de casi el 40% de la agroindustria de exportación brasileña. Esto es así, principalmente, porque la élite de la agroindustria es uno de los principales apoyos financieros y en el Congreso de Bolsonaro. Si tomamos en cuenta la escasa influencia de Washington en el resto de América Latina, el régimen neofascista de Brasil se convertiría en el principal aliado se Trump en la región. Desplazando a los corruptos y noliberales Mauricio Macri y Peña Nieto que estan en graves crisis o de salida.

Bolsonaro es producto coyuntural de la crisis económica y social, con sus violentas secuelas de miedo e inseguridad. De una población empobrecida, unas clases medias presas del pánico y lo mas importante, una corrupción de la izquierda en el Gobierno, producto de los descarríos neoliberales del PT en el poder. Una derecha pragmática disputaba plazas y calles con una izquierda entretenida en tareas gubenamentales neoliberales, ya desde el 2013, los progresistas de izquierda ignoraran las luchas callejeras oesquivaran las movilizaciones, solo atinaron a defender a Lula y el PT, criminalizados por una enorme corrupción. Tambien se vieron obligados a la defensa del neoliberalismo y del sistema político existente, incluyendo políticos aliados ( PMDB, PP, PSDB), y otros asociados lumpen-empresarios y lumpen-financieros.

Una sombra cultural se proyecta sobre la sociedad No hubiera sido posible que creciera de forma exponencial si no existiera un ethos, una cultura, una “colonialidad del poder” hecha de una memoria y tradiciones esclavistas y dictatoriales asumidas por quienes mandan: terratenientes, extractivistas, militares (coronelismo) y evangelicos individualistas y consumistas, que atraviesan todo el territorio hasta el control social de cada poblado, que comparten y confirman la percepción de que los negros, los pobres, los migrantes y los que practican sexualidades diferentes son los verdaderos culpables del desastre brasileño.

El desarrollismo colonial y la idea de crecimiento via inversión privada que sigue operando como núcleo férreo de nuestra condición dominada. Según Machado Araos es la más difícil y desafiante barrera epistémica y política a superar, para realmente imaginar/proyectar los cambios emancipatorios que precisamos, “la frontera política entre un reformismo inconducente y estéril y las alternativas emancipatorias se sitúa entre la línea que separa las políticas de “inclusión”, de las políticas de transición radical hacia otros paradigmas civilizatorios.”

Ante el neoliberalismo duro y puro, las politicas de saqueo y reformas estructurales, frente a la inminente violencia y terror estatal y social contra la izquierda, el PT y otras organizaciones democraticas, contra los maestros y estudiantes, lideres sociales, movimientos y luchadores contra el despojo y los derechos humanos solo queda reconstruir desde abajo la resistencia.