7 de octubre de 2023

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ACABAR CON LA POBREZA

Un cuento de Eduardo Pérsico (*).

25 de noviembre de 2006

- ... es el divino mandato que tenemos en esta gloriosa hora - prosiguió la presentadora del Especialista Explicador de la Realidad que llegara a nuestro pueblo, cada día más lleno de miserables. Es que nuestra obligación consistía en atender al visitante, eminente diplomado en institutos del Primer Mundo: digamos Francia, Estados Unidos, la Gran Bretaña y otras universidades alemanas de nombre muy difícil.

- Señoras y señores, este verdadero genio de la Ciencia Económica y Política, explicará a nuestras mentes cualquier duda que tengamos sobre cómo acabar con los pobres - y cerró su introducción la mujer con una sugestiva sonrisa. Entonces ahí mismo el hombre de buena estatura y cabello claro se hizo cargo y simpatizó pidiendo no ser interrumpido, reiteró ser Graduado en Economía Absoluta con más otros varios diplomas de Explicador Oficial en la lucha contra la miseria, ‘tan desagradable’, y como la mayoría estábamos con ánimo de recibir algo, le dimos mucha atención. Así que siguiendo con la clase magistral, el hombre anotó en el pizarrón ‘la pérdida de algunos valores tradicionales ocasionó la actual confusión de la humanidad’, una inscripción que aprobó entusiasta un señor gordo vestido con sotana, - el Obispo Mayor de la región, dijo alguien- y alentó más al Graduado en Explicaciones.

- Es que a veces no sabemos quién manda - agregó el disertante, mirando ya con fijeza a una pareja con tres chicos en la última fila de bancos. Ahí mismo los tipos empezaron a irse, hicieron bien, tras ellos salieron otros mal vestidos y los demás recibimos un soplo de tranquilidad. El Obispo volvió a sonreír.

- Es mejor así, en definitiva no entienden la cuestión y perderían el tiempo- el hombre siguió exponiendo sin la molesta mirada de gente confundida, y vigorosamente escribió ‘rehacer el mundo exige no entorpecer el éxito de los eficaces’.

- Esta ley es inapelable y única verdad de peso, ya se sabe - subió el tono- y basta de complejos de culpa, planes de ayuda al prójimo ni piedad chabacana, que impida el avance a los mejores de la especie.

En ese párrafo el hombre bebió un vaso de agua y controló con la mirada al último grupo de hambrientos apurados en salir del aula. Una mujer con zapatillas deshilachadas escondió la vista, su hijo menor nos sonrió; cosas de chico; al verlos alejarse los abucheamos con normalidad y el Gran Explicador nod dijo algo del ‘lastre que son los perdedores en toda empresa humana’.

- ¿Y es justo fracasar por culpa de los inferiores?- se preguntó-. Todos deben saber que ningún Dios bendice la ordinariez que ambula por las estaciones ferroviarias ni a esos inconscientes que se acoplan entre los yuyos, sin guardar el recato, siquiera, de evitar la cría. Cada día y desde todos los púlpitos sagrados, se dice y se repite que Dios no quiere más miserables en el mundo, y el momento de lograr semejante dicha ha llegado, queridos hermanos. Entonces, salvemos a nuestra especie acabando con la pobreza de una vez por todas.

Ese Explicador que nos mandaron al pueblo resultó brillante; al fin escribió otra frase en el pizarrón, desechó responder a una duda insustancial de alguien y al hacernos repetir en voz alta ‘salvemos definitivamente a nuestra especie’, sentimos la novedosa sensualidad de pertenecer a los triunfadores como él. En verdad, viendo al mundo desde su lugar disfrutamos el bienestar que sentiría el Graduado en su misma infancia; y en esta hora gloriosa aquí estamos nosotros, los mejores, esperando que nos traigan las carabinas antes del amanecer.

Nota:

(*). Eduardo Pérsico, narrador y ensayista, publicó libros de cuentos, seis novelas, algún poemario y la tesis “Lunfardo en el Tango y la Poética Popular". Nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.