7 de octubre de 2023

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¡ABAJO LA FARSA DEL REFERÉNDUM!

Gabriel Adrian

9 de diciembre de 2018

El actual Presidente Martín Vizcarra ha convocado, para este domingo 9 de diciembre, a un referéndum dizque para reformar el modelo de gobierno y justicia. Esta convocatoria fue una oportuna jugada del ilegítimo presidente que debió haberse ido cuando el anterior mandatario, Pedro Pablo Kuczynski, fue obligado a renunciar luego de hacerse público su compra de votos de congresistas para no ser vacado (por denuncias que lo sindicaron de corrupción). Cualquier persona con un ápice de ética hubiese renunciado ante tamaña denuncia; pero el ex-vice presidente Vizcarra, típico vivazo criollo (como infestan varios, y por largo tiempo, el patio político nacional. Véase: https://www.facebook.com/notes/per%C3%BAcomuna/malditos-bastardos-las-ratoneras-del-poder-en-el-per%C3%BA/2215329175449763/), aprovechó la oportunidad para ceñirse la banda presidencial.

Vizcarra asumió la presidencia cuando los sectores políticos dominantes eran –y siguen siendo– cuestionados por las mayorías, que mostraban su hartazgo por tanta corrupción: orden de captura contra Alejandro Toledo, prisión preventiva a Ollanta Humala (incluida su esposa, Nadine Heredia), investigación y denuncias de corrupción contra Alan García, Kuczynski, la candidata Keiko Fujimori y la ex-alcadesa de Lima, Susana Villarán, además de la amnistía fraudulenta al criminal Alberto Fujimori. Al mismo tiempo, un Congreso y un Poder Judicial hundidos en la corrupción. Es decir, el sistema político peruano, en su conjunto, es un pantano de heces. En este marco, ante el creciente descontento popular y cuando el pueblo esperaba de Vizcarra cambios profundos, este sujeto llama a un referéndum para reformas políticas. De este modo, no asume ninguna responsabilidad; sino que, elegantemente, saca cuerpo y pasa la papa caliente a las urnas. Como quien le dice al pueblo: jódete.

Ante tan deslucido panorama, ¿cuál es la conducta de la prensa y los partidos políticos? La de siempre. Hacerle el juego a la criollada; en este caso, la de Vizcarra y su referéndum. Si hasta parecieran concertados para hacer creer que el régimen democrático-constitucional funciona, y que la galopante corrupción actual se puede combatir con retoques cosméticos. Hasta la autodenominada izquierda del Frente Amplio entra, muy oronda, al juego del referéndum, haciéndose cómplice de esta gran estafa.

Este referéndum puede ser utilizado para un curso básico de Ciencias Políticas sobre los límites del sistema representativo; o de cómo cambiar las cosas, en apariencia, para que no cambie nada realmente. Se ofrecen cuatro preguntas para marcar SÍ o NO. Mas estas preguntas son complejas; ya que requieren conocimiento, que no cualquiera posee, sobre el sistema político De seguro que ni los congresistas (que no brillan, precisamente, por su sapiencia, formación, ni honestidad) saben qué hay detrás de cada pregunta. Entonces, cómo se pretende hacer cambios institucionales que supongan, a su vez, modificaciones en ese bodrio que es la Constitución (herencia del fujimorato, además), sin que el pueblo esté informado debidamente.
Lo anterior evidencia que este referéndum es una farsa: una más del régimen político peruano. Tan farsa como las sempiternas elecciones para elegir presidentes, parlamentarios, y autoridades municipales y regionales. Cómo puede ningún votante elegir “libremente” sin saber lo que un candidato pretende realmente hacer, si no entiende lo que este propone. Tal modus operandi desvirtúa el sistema representativo-constitucional y sus principios, y más bien revela su verdadero carácter antidemocrático. Esto no lo dicen Marx, Lenin ni Mao, como tal vez podría suponerse, sino los propios teóricos de la democracia como el estadounidense Robert Dahl.

El segundo aspecto que muestra la desfachatez de este referéndum se halla relacionado con las propias preguntas. Expliquémoslo brevemente:

¿Aprueba la reforma constitucional sobre la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia, antes Consejo Nacional de la Magistratura?
La reforma sugerida deja abierta la posibilidad que los jueces y fiscales sigan nombrándose entre ellos. Actualmente, también se les nombra por méritos. El Poder Judicial y Ministerio Público son un mismo andamiaje que permite formar fracciones políticas de acuerdo a intereses económicos. Siempre ha sido así y no cambiará con una mayor regulación. Lo que se pretende es descabezar a las facciones fujimoristas y apristas, enquistadas en el Poder Judicial, a través de las reformas judiciales que sobrevinieron después del golpe fujimorista de 1992 y también del 2000 en adelante; es decir, luego de la caída del fujimorato. En el fondo, se pretende mantener la misma dinámica de blindaje a políticos corruptos, solo que esta vez cambiarían los actores a blindar. Este es, por ejemplo, el caso del escándalo de corruptela con el Aeropuerto de Chincheros, donde se supo que Vizcarra estuvo involucrado, y por el cual fue obligado a una cura de silencio destacándolo como diplomático peruano en Canadá; hasta que la abrupta caída de Kuczynski lo obligó a salir de la congeladora.

¿Aprueba la reforma constitucional que regula el financiamiento de organizaciones políticas?
La propuesta de regulación de donaciones a partidos políticos jamás evitará que poderosos grupos de poder favorezcan determinados partidos. Ni en países como Alemania o Francia se puede evitar que los grandes consorcios empresariales financien los partidos, ni que estos, una vez en el poder, den leyes en su beneficio. El lobbismo siempre exigirá una compleja pesquisa para hallar las rutas del dinero. El caso de Alan García evidencia la compleja trama de idas y venidas del dinero, el empleo de testaferros, palos blancos, así como múltiples estaciones de paraísos fiscales y empresas offshore. Ningún corrupto extiende factura por sus nefastos servicios (creerlo es una ingenuidad); ni todo el tiempo los corruptos dejarán huellas fáciles de rastrear, como las dejadas en la campaña de Keiko Fujimori del 2011, y que no resistió la pequeña pesquisa de un estudiante de derecho arequipeño que develó las claves para desenmascarar el oscuro financiamiento de dicha campaña electoral.

¿Aprueba la reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República?
La no reelección de congresistas determinará que haya mayores recambios. Pero no evitará que los congresistas continúen sirviendo a los grandes oligopolios y a las transnacionales. Esta medida solo permitirá que se renueven los rostros de personajes que, con certeza, repetirán las proezas de sus antecesores. En el anecdotario parlamentario, queda para la posteridad una retahíla de escándalos que evidenció múltiples bajezas y miserias humanas como, por ejemplo, los casos del “comepollo”, “la lavapiés”, “la planchacamisas”, “el mataperro”, “la robacable”, hasta los últimos e infames casos de congresistas que falsificaron su certificado de estudios secundarios (Yesenia Ponce), que minimizaban su privilegiado salario o creían merecer más de lo que ganaban como congresistas (Leila Chihuán); y también, por supuesto, el inefable Moisés Mamani, quien no solo se hizo célebre por grabarle los arreglos privados de Kenji Fujimori con las huestes de Kuczynski, para la amnistía a favor de Alberto Kenya Fujimori Fuimori, sino que más temprano que tarde se vio involucrado en un escándalo de acoso sexual a una aeromoza brasilera.

¿Aprueba la reforma constitucional que establece la bicameralidad en el Congreso de la República?
La bicameralidad permitiría un mayor control de proyectos de ley. Pero esto no implica ningún cambio de fondo. En tiempos que había cámara de diputados y senadores se hacía igualmente una política al servicio de la gran empresa, en detrimento de las clases populares. La promulgación de leyes será más tediosa, pero igual de corrupta y de espaldas al pueblo. Además, la aprobación de este punto, podría abrir la puerta para que los viejos parlamentarios vuelvan a postularse.

En conclusión, desde esta tribuna al servicio de los intereses populares, llamamos al pueblo peruano en su conjunto a rechazar este referéndum por ser un insulto contra la inteligencia de sus ciudadanos y ciudadanas. La opción es No Votar o, de ser necesario, Anular El Voto. Por el contrario, ejercer el voto (que es, además, obligatorio: otro rasgo anacrónico e incoherente de la democracia peruana) en este referéndum es legitimar la podredumbre en que se hallan sumidos el Estado peruano y sus testaferros políticos. ¡No seamos cómplices de la farsa electoral ni de la seudo democracia imperantes!

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