7 de octubre de 2023

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Su rabo de paja lo acusa.

LA NUEVA VERSIÓN DEL VIEJO ALAN GARCÍA.

Por: Ernesto J. Navarro.

5 de agosto de 2006

Como si en 16 años su país y el mundo olvidaran todo. Como recién salido de una incubadora del tiempo, Alan García asumió, por segunda vez, la presidencia del Perú. Llegó a las puertas del Palacio Presidencial y caminó con galanura, con donaire, como quien no tiene nada que ocultar, como si no tuvieses (dice un conocido adagio) un inmenso “rabo de paja”.

García es un político curtido en pleno esplendor del neoliberalismo en América y cuando los paquetes de medidas del Fondo Monetario Internacional llovían sobre el sur del continente. El ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (CAP), (que huyó del país luego de ser sentenciado por la más brutal corrupción) protegido por el gobierno de Estados Unidos, es su compadre. Ahora los une la historia, Alan ya tiene lo único que podía envidiarle a Pérez... un segundo mandato presidencial.

CAP, salió de su segundo gobierno, más rápido de lo que llegó. Alan quizá aprendiera la lección y por eso lanzó una serie de engañosos señuelos al aire, veamos: (1) Se dice de izquierda, pero moderada. (2) Antes que asociarse a Toledo, lo fustigó en su discurso de ascenso. (3) Intenta conquistar a todo el gentío que votó en su contra con un discurso de apertura, escasez y austeridad presupuestaria (lo mismo que anunció su compadre, el ex presidente fugitivo, cuando asumió el poder) (4) Pidió “fe” al pueblo en reiteradas oportunidades durante su discurso. (5) Retomó acciones de su pasado gobierno, como si el tiempo no hubiese pasado. (6) No habló nada importante de su política exterior, suponemos que hasta que la Casa Blanca lo decida ¡Ah! Dijo que cerraría 6 embajadas. Un empresario presente en la ceremonia, citado por Prensa latina el 28 de julio dijo: ’Otra vez comete el mismo error. Muchos planes, algunos muy generales y otros tan detallados que solo buscan el efectismo de sus presentaciones’.

Sólo le faltó una cosa ¡Ups! No dijo sobre el Tratado de Libre Comercio que firmó Toledo con Estados Unidos y del que desconoce el texto en todo Perú, hace un par de meses, ante los periodistas Toledo argumentó que “aún no estaba traducido”, pero de seguro eso no debe ser un problema ya que, suponemos, todo el mundo debe creer en su buena fe. De los alcances del TLC que firmó “el cholo” en inglés, nadie sabe aún nada.

Dura tarea la que emprende Alan García. Inicia su mandato entregando una serie de medidas “extraordinaria” que espera sean aprobadas en el Congreso, lo que le otorgaría poder supremo para hacer tierra arrasada con la gestión de Toledo (que de paso fue una catástrofe) y hasta con su propio pasado, al que sólo se refirió diciendo: “cometimos muchos errores, pero hemos madurado”... El tiempo lo dirá.

Una vez finalizada la pompa y el boato, Alan tendrá que comenzar a vivir su cruel realidad. Llega al palacio de Pizarro sin tener mayoría en el parlamento, ni siquiera es la fuerza mayoritaria, cosa que si consiguió Ollanta Humala, a pesar de perder las elecciones. Recodemos que el APRA (partido de García) ganó las presidenciales en segunda vuelta con votos que no le pertenecen. Tendrá que acordar con las fuerzas progresistas que lidera Humala, en los temas más sensibles de su gestión.

El día que se conoció el resultado electoral, el pasado 4 de junio, Alan pronunció un discurso ante sus seguidores en el que aseguró gobernar (palabras más, palabras menos) con los ricos, los estudiantes, los trabajadores, los empresarios ¡Con todos los sectores!, dijo, pero los indígenas, es decir los pueblos originarios del Perú, no figuraron en su discurso, tampoco en su toma de posesión.

Suponemos que a los indígenas los englobó en eso que él llamó “los pobres” y que deben nombrarlo su líder para “luchar contre el Estado” ¿Ustedes no oyeron eso? Fue justo antes de que juramentara a los ministros que tuvieron que arrodillarse ante un crucifijo que estaba delante de Alan (él más alto que Cristo) ¿No lo vieron? Pues se lo perdieron, eso fue de lujo.

Un analista peruano, Constante Travenzo, dijo que el discurso busca calmar la tensión social, pero pidió esperar los primeros 60 días para ver las reacciones del pueblo peruano... Todos queremos ver que pasará.