7 de octubre de 2023

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La realidad detrás de la propaganda electoral.

ARGENTINA: EL GOBIERNO Y LA DESOCUPACIÓN.

7 de julio de 2006

Por: Prensa de Frente.

La campaña electoral ya comenzó. El gobierno argentino, luego de su gira por España volvió “coronado” por la monarquía constitucional como mediador entre los gobiernos “más inmanejables” de la región y los intereses de las trasnacionales como Repsol y Telefónica.

La semana pasada, el presidente Néstor Kirchner recibió con toda pompa a Evo Morales en Hurlinghan y ahora se encontrará con Hugo Chávez en Venezuela. Durante el discurso que compartió con su par boliviano, el presidente -basado en un estudio mensual aún no publicado por el Indec- anunció que “hemos logrado entre todos los argentinos” la disminución del índice de desempleo del 11,4 al 9,8 por ciento. Esto siempre teniendo en cuenta a los “beneficiarios” del plan Jefes y Jefas de Hogar, que cobran un subsidio de 150 pesos, como ocupados.

Las condiciones de vida de las grandes mayorías siguen siendo críticas a pesar del optimismo oficialista. Más allá de los anuncios de reactivación y de desocupación de un dígito y de la escenografía latinoamericanista, el gobierno garantiza ganancias extraordinarias para los “inversores” y el “capitalismo nacional” mientras que las condiciones de vida y laborales de los sectores populares no mejoran.

Trabajo en negro y reactivación

El apuro del gobierno para publicitar la noticia, afirmando que la desocupación después de 13 años bajó a un dígito, intenta echar bajo la alfombra la real condición del empleo en argentina: la creciente precarización y el trabajo en negro.

En gran parte de los nuevos puestos de trabajo se gana por debajo del salario que se necesita para garantizar la canasta básica. Entre los adultos ocupados, 5 millones tienen una relación laboral clandestina con sus patrones, es decir que trabajan en “negro”.

El trabajo en negro es algo que involucra directamente al Estado, no sólo porque su rol es combatir estas condiciones laborales sino por ser el mayor empleador “en negro”.

Aún con publicidades oficiales en donde se exhorta a combatir el trabajo en negro, a pagarle en blanco a las empleadas domésticas, el Estado continúa haciando uso, abuso y beneficio de esta forma ilegal de contratar y generar puestos de trabajo.

Más allá del dígito

Además del trabajo en negro, hay que sumar a los contratados y trabajadores que están registrados pero bajo un convenio inferior al de su actividad.

Todavía hay un enorme porcentaje de desocupados que ni siquiera reciben un plan social. Por cada desempleado hay tres obreros superexplotados. Las jornadas laborales son larguísimas y las condiciones cada vez peores. Por lo menos millón y medio de niños trabajan. Muchísimas personas sobreviven como cartoneros. Y cada vez más, para muchos jóvenes, la única alternativa para obtenere un porvenir económico es el delito.

Mientras tanto, el gobierno sigue obsesionado con las cifras y los anuncios. Esta vez, para vanangloriarse con el dígito de desocupación, el gobierno tomó información parcial brindada por el Indec, que mide habitualmente el desempleo cada tres meses. La comparación presidencial abarca un sólo un mes. Recién en julio el Indec difundirá oficialmente la tasa de desocupación del segundo trimestre. Recordemos que Kirchner se había enojado cuando, al dar a conocer el índice del primer trimestre de 2006, se reflejaba una suba respecto del último trimestre de 2005. Desde entonces, el Indec anticipa la información al Presidente, violando el cronograma de difusión oficial.

Discursos de ocasión

En su discurso de la semana pasada, Kirchner sacó a relucir su oratoria altisonante: “Queremos que la Argentina crezca para todos los argentinos y para todos los que viven en esta tierra, ese es el gran desafío. Queremos que en Latinoamérica pase lo mismo, queremos la Latinoamérica de San Martín, de Bolívar, de Sucre, de los héroes que construyeron esta patria; queremos el sentido libertario de miles y miles militantes populares que dieron su vida, que pusieron todo para que nuestras patrias se puedan construir y crecer, queremos honrar la memoria de todos aquellos y queremos hacer una clara demostración de gestión y de decisión latinoamericanista porque ese es nuestro rumbo”, arengó el santacruceño envalentonado por las Wipalas y banderas bolivianas que se confundían con las distintas insignias oficialistas.

Esto a dos días del cuarto aniversario de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, quienes fueron asesinados durante la Masacre de Avellaneda cuando reclamaban por un aumento del monto de los planes sociales y la extensión del subsisidio para quienes no lo perciben hasta en tanto no se generasen puestos de trabajo para todos. O sea que reclamaban una mínima redistribución ante la devaluación que había hecho añicos los ingresos populares e instaldo la precarización masiva.

En esos días, ante el reclamo piquetero, el Estado pergeñó una represión orquestada entre las policías federales, bonarenses, gendarmería, prefectura, la Side y los gobiernos nacionales y provinciales que Eduardo Duhalde y Felipe Solá presidían en el momento de los hechos. En el caso de Solá todavía ostenta el cargo. Y estaba presente la semana pasada en el acto junto al presidente boliviano, también de campaña por su relección.

El kirchnerismo intenta expropiar las banderas de lucha por justicia para Darío y Maxi a la vez que mantiene vínculos orgánicos con los autores intelectuales de la Masacre. Y los reclamos del 26 de junio de 2002 siguen estando vigentes, inclusive más que cuando se formularon. Así coincidieron las miles de personas que confluyeron en el Puente Pueyrredón y en la Estación ahora rebautizada Darío y Maxi a principios de la semana pasada.

El menú electoral

En tanto, al gobierno, por derecha le surge una oposición no tan opositora. Alrededor de Roberto Lavagna, de larga trayectoria en el Estado, se reagrupan sectores del radicalismo y del justicialismo, en diálogo con Sobisch, Macri y López Murphy y con Elisa Carrió.

Una “alternativa superadora” es lo que se proponen: en lo económico, se sabe, no hay demasiadas diferencias en los proyectos. "El 2005 terminó con una macroeconomía en condiciones absolutamente excepcionales", dijo el ex ministro de Economía de Duhalde y Kirchner.

Confrontan por los “personalismos” y por la “calidad institucional”, por la actitud respecto a los gobiernos de Morales y Chávez. Coinciden en un mismo modelo de superexplotación y precarización laboral que brinde excedentes cada vez mayores para los grandes capitales.

Antes de la dictadura militar, “la pobreza era del 5 %, la indigencia casi no existía, la brecha entre pobres y ricos era del 12.1% contra el 54% del 2005. No había empleo en negro, se laborara ocho horas diarias y la clase obrera se quedaba con el 50 % de la torta nacional del PBI”, nos recuerda el Colectivo NPH.

Seguramente ni la coalición lavagnista ni el “pluralismo” kirchnerista se planteen revertir estas tendencias. El dígito de desocupación tal vez les parezca un logro suficiente.