7 de octubre de 2023

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“DE PUÑO Y LETRA” DE GUZMÁN” Y LA APOLOGIA DE LA TRAICION

Por: Luis Arce Borja.

18 de septiembre de 2009

El libro que acaba de editar Abimael Guzmán (el antiguo presidente Gonzalo), saca a la luz tres hechos concretos.Primero, muestra que Sendero Luminoso, desde 1993, se ha convertido en un partido político de la contrarrevolución, cuyos actos sirven exclusivamente de soporte de los gobiernos de turno, y del sistema corrompido del Perú. Segundo, deja al descubierto una vez mas, la intolerancia del sistema político peruano, cuyas autoridades administran un sistema policial, en cuyo marco se excluye entupidamente hasta la palabra de un capitulador como Gonzalo que desde la prisión sigue solicitando el perdón de sus verdugos.

Tercero, se ha visto la catadura moral de la prensa y de los periodistas del Perú, que en este caso han reeditado su vocación mercenaria y de propagandistas a sueldo del poder central. A propósito de este libro, la mayoría de los periodistas de la televisión y la prensa escrita, no han hecho otra cosa que repetir las directivas del gobierno para reprimir (aplicar la ley de apología) a los autores y editores del libro de Gonzalo. Esta prensa que sirvió de soporte a la política criminal de Alberto Fujimori, ahora sirve a los propósitos corruptos e intolerantes del régimen parasito de Alan García Pérez. Esta prensa, que resulta la peor y la más asquerosa de Latinoamérica, ha tenido un comportamiento de jauría, frente a este libro, y sin ninguna consideración ética ni moral, ha exigido represión y cárcel para los que han colaborado con la publicación de dicho texto.

SOBRE EL LIBRO

El libro, ‘De Puño y Letra”, que acaba de publicar Abimael Guzmán, es una serie de manuscritos autobiográficos, cartas y alegatos judiciales compilados por Elena Iparraguirre, su esposa y numero dos en la jerarquía de lo que se conoce como Sendero Luminoso. Este libro fue presentado públicamente el 12 de setiembre en un hotel de Lima. Su edición es de apenas mil ejemplares, y tiene 408 páginas. El contenido ideológico político de este libro reafirma una vez más la conducta traidora de Guzmán, quien en 1993 pacto una especie de paz de cementerio con Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.

El doctor Alfredo Crespo, abogado de Abimael Guzmán, en defensa de esta publicación ha dicho, que el contenido de este libro, reafirma el planteamiento de su patrocinado respecto a una propuesta de un acuerdo de paz que hizo Guzmán en 1993, y una “amnistía general para todos los que participaron en la guerra interna”, que en otras palabras significa perdón y libertad para criminales de guerra, incluidos mas de 200 generales, paramilitares, incluido Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Crespo ha dicho también, que Gonzalo, ha dado por terminado el “proceso histórico de la lucha armada”, y que ha pedido a sus seguidores, participar en las elecciones generales, y que para ello tienen que buscar sus propios candidatos electorales. El abogado Alfredo Crespo, dijo, que su patrocinado rechaza al grupo guerrillero que sigue actuando en el valle del rió Apurimac y Ene ubicado en la selva alta conformado por tres departamentos Ayacucho, Cusco y Junín, de la zona oriental de las provincias de Huanta y la Mar. Parte del contenido de este libro, es una carta de arrepentimiento de Guzmán al cura Bambaren, donde le promete que “piensa dedicar el resto de su vida a luchar por la libertad de sus seguidores presos”.

APOLOGIA DEL SISTEMA CORROMPIDO

Objetivamente el libro de Gonzalo sirve a los intereses del gobierno y sobre todo a las fuerzas armadas. ¿Entonces por qué el gobierno reprime este libro?. La razón principal para que el gobierno y las clases políticas sientan temor de la palabra de Gonzalo, tiene que ver con los propósitos de borrar de la memoria histórica del país, dos décadas de guerra interna. Borrar sobre todo los conceptos de guerra popular, violencia revolucionaria, y lucha armada para destruir al Estado y liquidar el sistema de explotación. Gonzalo, no hay ninguna duda, es actualmente un renegado de la revolución, y cualquiera de sus actos sirve a los grupos de poder y al gobierno. Su conducta nada tiene que ver con la lucha de clases ni la lucha por el socialismo. Pero no se puede olvidar que este mismo Gonzalo, ahora con 75 años a cuesta y de figura lastimera, fue desde 1980 hasta inicios de la década del 90, el jefe de la guerra popular en Perú, que al margen de sus errores, desviaciones ideológicas políticas, y conducta antimarxista, llegó a movilizar a miles de campesinos y trabajadores bajo las banderas de la lucha por el socialismo y el comunismo. Para un gobierno, lumpen y corrompido como el que dirige Alan García, cualquier recuerdo de una época donde las masas pobres se armaron de fusiles y bombas para cambiar la situación del país, es un recuerdo monstruoso y resulta una pesadilla.

El pánico del gobierno de las fuerzas armadas, de periodistas y grupos políticos (izquierda y derecha), es que el pueblo retome la experiencia de los años 80, y que por encima de traidores como Gonzalo y la cúpula de Sendero Luminoso, vuelva a la lucha armada. El gobierno, intenta no dejar rastro de la experiencia revolucionaria de los años 80, teme que la juventud peruana se nutra de un hecho que en la historia social del país significa un punto culminante y de avanzada de la lucha de las clases oprimidas, sobre todo del campesinado. La experiencia pasada (memoria histórica) debe revivirse, actualizarse en la mente de millones de peruanos, y ello debe servir para que en la próxima lucha por el poder político del Estado, no se cometan graves errores ideológicos ni se caiga en mesianismos contrarrevolucionarios como el que aplicó Abimael Guzmán durante su reinado en Sendero Luminoso.

La lucha por el poder en Perú, requiere una organización política, no personalizada, sino mas bien revolucionaria, exenta de personalismos estupidos y reaccionarios. El pueblo, no necesita salvadores ni “padres revolucionarios” como Gonzalo que se venden por un plato de lentejas. La lucha por el poder no se hace pidiendo perdón a los verdugos del pueblo, ni tampoco a través de “reconciliaciones” entre ricos y pobres, y entre victimas y victimarios”.