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MEMORIA DE UNA GUERRA: “LOS PERROS LADRAN” (*)
Por: Luis Arce Borja.
Sólo bastó dos pequeños extractos del libro Memoria de una guerra. Perú 1980-2000 (322 páginas), para calentar los temperamentos de algunos individuos afectados por lo que se dice en este libro. Uno de los improvisados críticos dijo que aún no había aún leído el libro, pero intentó con poca suerte descalificar este texto que analiza dos décadas de la lucha social en Perú. Han sido insultos y supuestos desmentidos, pero ningún argumento nuevo en la sinuosa conducta de la gente que se llama de izquierda en Perú. La supuesta respuesta, pobre y sin ninguna imaginación, solo ha servido para confirmar la mediocridad de esa izquierda y sus dramáticas contorciones para soportar su negro pasado político como soporte de los regímenes de turno. Con cinismo y sin ninguna originalidad se vuelve a repetir que el voto a favor de Alberto Fujimori en 1990, fue para cerrar el paso a la derecha (Mario Vargas Llosa), y que en “ese momento nadie tenia elementos de juicio sólidos como para predecir la conducta futura de Alberto Fujimori”, ha dicho lastimeramente el vocero del PCP ex pro soviético. .
¿No conocían al “chinito” Fujimori?, como decían en ese tiempo. ¿Engañados?; o simplemente pillos. La historia es aún reciente, y como se recuerda en 1990 (antes que se concretice la segunda vuelta electoral) diversos medíos de comunicación habían denunciado la catadura moral de Fujimori y sus ilícitos negocios en el campo inmobiliario. Fraude y estafa al fisco, y precios ficticios de casas y departamentos, cuyos delitos penales junto con conducirlo a la cárcel, le impedía ser candidato a la presidencia. ¿No conocían esto?. La candidatura electoral de Fujimori (en segunda vuelta electoral) fue planificada y ejecutada por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y el gobierno de Alan García Pérez. Fue el SIN y el APRA quienes encargaron al el ex capital del ejército y abogado Vladimiro Montesinos, “limpiar” en el poder judicial las fechoría cometidas por Fujimori y de esa manera evitar una prohibición electoral. Cualquier peruano, intelectual o no, sabe que Fujimori estaba enganchado a las fuerzas militares y a la CIA americana mucho antes que se apodere del sillón presidencial el 28 de julio de 1990. ¿ No sabía esto la izquierda legal, sobre todo los “marxistas-leninistas” del PCP ex pro soviético, o “Patria Roja”, el PUM o cualquier otro de los grupos que en ese tiempo integraban izquierda unida?.
Más que inocencia fue oportunismo de la peor especie, y no fue solamente en el caso de Fujimori. En 1985 también se montaron el carro electoral de Alan García Pérez, y el pretexto fue el mismo para “oponerse a la derecha y al imperialismo”. En el 2001 se fueron con Alejandro Toledo a quien denominaron el “cholo de todas las sangres”. Toledo, gracias a esta izquierda mercenaria, afirmó un gobierno antipopular que fue la continuación del fujimorismo. Y como se dice en Perú “gallina que come huevo así le corten el pico”, ¿y en qué militar de lustrosas botas han puesto los ojos vidriosos esta izquierda perdida?.
(Memoria de una guerra. Perú 1980-2000)
Breve extracto del capitulo cuarto: La Izquierda peruana durante la guerra interna.
“Uno de los factores que aceleró la crisis de la izquierda legal fue el inicio de la confrontación amada en 1980. Las acciones guerrilleras, en su desarrollo influyeron para que las masas pobres elevaran su conciencia política. La insurgencia, como fenómeno político social, fue determinante para dar otra perspectiva a la lucha de los trabajadores. Hay que recordar, que como parte del impacto del proceso armado, a mitad de la década del 80 algunos sectores del proletariado urbano habían introducido en sus métodos y formas de lucha el paro armado. La modalidad del paro armado, estaba referido a la lucha sindical combinada con acciones armadas ejecutadas por contingentes de la guerrilla maoísta implantados en los centros fabriles donde se realizaba la acción de fuerza.
Antes de 1980, el Perú vivía, una etapa sin guerra interna declarada, y la lucha de clases no había alcanzado rigores antagónicos y violentos. En ese terreno de “calma chicha”, a la izquierda le resultaba fácil hablar de lucha armada y de otros tópicos revolucionarios sin arriesgar nada. Traficaba con slogans marxistas y revolucionarios, y sacaba provecho de la atracción que sienten las masas por el socialismo. Eso cambio radicalmente con el inicio del conflicto armado y la aceleración de la lucha social. La izquierda, al igual que la derecha peruana sintió pánico por el proceso armado, y ello la obligó a cambiar de discurso. Si antes que se embarcara en la aventura electoral, hablaba de acumular fuerzas para la revolución violenta, ahora decía con simpleza que había que defender la democracia y la paz social.
La lucha armada fue durante casi dos décadas el fenómeno político fundamental de la sociedad peruana. Ello, junto con contribuir a la toma de conciencia de las masas, dejó al descubierto el contenido falso y demagógico del discurso de la izquierda legal. Antes de 1980, cualquier grupo político de la izquierda, podía hablar de la lucha armada, del comunismo y de la “dictadura del proletariado” como si estaría vendiendo un producto de moda. En el discurso se decía con facilidad, el “poder nace del fusil” (eslogan de Patria Roja”), y cualquier dirigente sin ninguna calidad política se autocalificaba de Mariateguista, marxista, leninista o maoísta. Esta fraseología perdió sentido en boca de aquellos que sentados en el parlamento o cualquier otro puesto del Estado, exigían represión para los alzados en armas. El electorerismo descubrió la verdadera esencia política de la izquierda legal, y puso al descubierto que su fin como organización política no era, ni el socialismo, ni la defensa de los intereses del pueblo, sino más bien convivir como aliado menor de las elites políticas y de los gobiernos de turno.
La fanfarria electoral, obligó a la izquierda a renegar de su viejo discurso incendiario, y reemplazarlo por uno al gusto de las elites políticas, y sobre todo que en su contenido ideológico expresara la defensa del sistema y el rechazo a cualquier idea de cambio. Las consignas panfletarias de “luchar por el socialismo y el comunismo”, fueron sustituidas, y en su lugar se dijo, “defender la democracia” y “luchar contra el terrorismo”.
Un factor que favorece el crecimiento de Sendero Luminoso, decía en 1991, el Instituto de Defensa Legal (IDL) es la “crisis de legitimidad de las fuerzas políticas en general y, en particular, la debacle de la izquierda que, producto de su división, ha debilitado seriamente su capacidad de representación e interlocución de los sectores populares, dejando un vacío político importante que el senderismo pretende llenar” (25).
El último tramo del drama de IU se inicio en las elecciones de 1990, cuando se divide en dos grupos, una parte se aglutina con Henry Pease, y la otra parte hace alianza con Alfonso Barrantes Lingan. El membrete de IU queda en poder de Pease, quien como candidato a la presidencia solo obtiene 8.2% (536,920) de la votación valida. Su slogan electoral es antiterrorista, y anuncia que “El gran derrotado en estas elecciones es Sendero Luminoso, Izquierda Unida se ha convertido en el principal muro de contención del terrorismo” (26). Barrantes Lingán, al frente de Izquierda Socialista (IS), apenas alcanzó el 4. 8% (315,541) de los votos para la presidencia de la Republica. Tanto IU como IS, acabaron apoyando en segunda vuelta la candidatura presidencial de Alberto Fujimori. El gobierno que surgió de las elecciones de 1990, y que contó con el apoyo de IU, aparte de haber sido representante de los grupos de poder locales, estaba vinculado estrechamente con la CIA americana. Fue con el apoyo de los servicios secretos de los Estados Unidos (la CIA y DEA), que el gobierno fujimorista, hizo grandes negocios con el narcotráfico y el contrabando de armas. Las autoridades americanas cerraron los ojos cuando Fujimori y Montesinos convirtieron al Perú en una caricatura de sociedad democrática, donde no existían leyes ni ningún respecto por la vida de la mayoría de los peruanos”.
(*) Los perros ladran Sancho, es señal que avanzamos. (Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, 1547-1616).