7 de octubre de 2023

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LAS RODILLAS DE LOS ILUSTRES

Por: Juan Pablo Vildoso Vacaflor *

20 de mayo de 2009

El cristianismo, nacido entre los oprimidos de un imperio, se había vuelto instrumento de opresión en manos de otro imperio que entraba en la historia a paso avasallante. No había, no podía haber, otras religiones, sino supersticiones e idolatrías; toda otra cultura era mera ignorancia. Dios y el Hombre habitaban Europa; en el Nuevo Mundo moraban los demonios y los monos. El Día de la Raza inauguró un ciclo de racismo que América padece todavía. [1]

Tenemos una memoria tan lúcida que todos quienes habitamos esta tierra somos capaces de repetir a diestra y siniestra los acontecimientos del 25 de mayo de 1809; si no es necesario saber de historia para entender que aquí se dio el primer grito de libertad, y que como símbolo queda una campana rajada que fuera protagonista de los hechos suscitados hace 200 años.

Pero no podemos empañar, mucho menos opacar las fiestas mayas y el tan esperado festival de la cultura, recordando hechos que fueron la antesala de este bicentenario.

Y es claro, si podemos recordar como si hubiera sido ayer lo sucedido hace dos siglos, ¿no podrá caber en alguna parte de nuestras frágiles mentes, un pasado inmediato como lo sucedido el 24 de mayo de 2008?
Y es que un año antes de vivir el bicentenario, esta ciudad ya se reservaba el derecho de admisión, de quiénes podían y quiénes no, participar del mismo; claro, los que no se encuentran a la altura de los ilustres, y mucho peor, no circula sangre azul por sus venas, no son bienvenidos en esta tierra.

Pero las sociedades inmaduras, no acuden al simplismo de ser cordiales y utilizar los buenos modales que bien pueden caracterizar a la aristocracia, para pedir a los ajenos que se vayan por donde vinieron; porque era el momento crucial para hacer públicos, hechos que atentaron contra la dignidad e inclusive la integridad física de personas que creían que aún en la diversidad se podía convivir.

Porque diversidad, es un término que ha sido mutilado antes de poder compenetrar y permitir interactuar a los habitantes de Sucre, si no estás con la consigna de la capitalía, si no estuviste en la Calancha, si fuiste capaz de dar un paso atrás (porque dar un paso al costado todavía estaba permitido), si te arrepentiste de pensar como todos para pensar por ti mismo, eres un traidor y debes ser desterrado de esta tierra, porque si vuelves, tu vida y la de los tuyos corre peligro.

Y si a eso le añadimos, la euforia de ver por primera vez al presidente de la república, de vernos en el espejo de la realidad para sentir el orgullo de llevar ponchos, polleras, sombreros y chancletas; lo siento mucho pero estás destinado a pasar por el callejón de la amargura para terminar en una especie de campo de concentración.

Te dan la opción de escapar, pero como todo está bien calculado, cuando crees que todo ha terminado, la pesadilla apenas comienza, te sacan de tu refugio, de tu propio hogar, te golpean delante de tu familia, con insultos te obligan a portar la bandera de su libertad, símbolo de su triunfo, y como trofeo de guerra te llevan amenazado hasta el lugar donde se fundó la patria, una patria a la que nunca perteneciste, eres despojado de tu vestimenta y por la fuerza obligado a ponerte de rodillas, besar el suelo y pedir perdón por el simple hecho de haberte visto en el espejo de la realidad y aceptarla con orgullo.

Decirles a los ilustres de esta ilustre, que desde hace mucho tiempo atrás se ponen de rodillas ante quienes han visto esta tierra como el patio trasero de su nación camba.

Porque las rodillas de los ilustres no han derramado ni una gota de su sangre, pero sí la dignidad de quienes habitamos esta ilustre ciudad.

En realidad, la cultura de la clase dominante, hecha cultura de la sociedad entera, contiene su propia negación. Lleva, en la barriga, los embriones de otra cultura posible que es, a la vez, memoria de una larga herencia acumulada y profecía de una realidad diferente. [2]

* Juan Pablo Vildoso Vacaflor, es miembro de CODEPANAL.

buchi.vacaflor@gmail.com

[1] EDUARDO GALEANO, EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA QUE TODAVÍA NO FUE Y OTROS ESCRITOS, pág. 116, SIGLO XXI EDITORES.

[2] EDUARDO GALEANO, EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA QUE TODAVÍA NO FUE Y OTROS ESCRITOS, pág. 30, SIGLO XXI EDITORES.