7 de octubre de 2023

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GENOCIDIO E IMPUNIDAD

Por Cathy García.

20 de abril de 2009

Los genocidios perpetrados en el Perú en los 80’s y 90’s no fueron accidentales o actos de unos cuantos elementos descarriados de las FFAA y policiales como propagandizan los gobiernos de turno desde Belaunde al gobierno actual de García Pérez. Estos argumentos son refutados por los mismos autores y protagonistas. El acusado Presidente García Pérez y el principal ejecutor del genocidio del Frontón almirante Luis Giampietri sostienen que los asesinatos en masa de campesinos desarmados en la sierra peruana y de presos políticos en los penales fueron "combates" regulares. Con este argumento el intento de genocidio de García Pérez y su vice-presidente esta establecido. Garcia declaro en una reunión-desayuno en la víspera del genocidio del Frontón: "Que pasa si nos bajamos a todos? Nada pues". Hizo similar aseveración durante un Consejo de Ministros la noche anterior de la masacre. ¿Qué es lo que aprendido García Pérez del Frontón? Nada, hoy en dia lo esta repitiendo en el Valle de los Rios Apurimac y Ene (VRAE) . Desafia a la Comisión Internacional de DDHH: "Yo no me hubiera dejado presionar por la Corte de Derechos Humanos" (Critica a Toledo, El Comercio 27/12/05). García Pérez sigue siendo el mismo demagogo genocida de siempre.

¿Qué estamos tratando de demostrar? Primero, los genocidios en el Perú fueron implementados bajo la dirección explicita y tacita de las autoridades del Estado para "combatir" a los enemigos del viejo orden. Cuando Giampietri dice que derribo las paredes del Frontón para enterrar vivos a presuntos "terroristas" por orden del Viceministro Agustín Mantilla, establece la responsabilidad del gobierno aprista en representación del Estado. Segundo, las pruebas del intento de las autoridades de exterminar físicamente en forma consistente a sospechosos de pertenecer o simpatizar con el Partido Comunista del Perú (PCP) no son circunstanciales sino conclusivas. Considerando que las cárceles y las comunidades campesinas eran centros de resistencia popular, la orden expresa del gobierno aprista era "la de ANIQUILAR toda resistencia" como testimonia Giampietri, y la forma más efectiva y superior del aniquilamiento en masa de enemigos políticos es el genocidio. Pero no solo fue el Estado que pedía abiertamente el aniquilamiento de senderistas sospechosos (libres, presos e inocentes) por los escuadrones de la muerte del Estado, sino también la prensa "independiente" y "democrática" que coordinaba (y sigue coordinando) con el Estado en las labores de guerra sicológica contra el pueblo peruano. Cesar Hildebrand, un histérico periodista pide a gritos: limpien el VRAE (allí viven cerca a medio millón de personas!). No ese llamado similar al de la Alemania Nazi, como lo prueba la obra Mein Kampf de Hitler y la prensa de Goebbels, donde promovían la eliminación física de las personas?

El marino corrupto Giampietri sigue sirviendo a los gobiernos de García Pérez y Fujimori (el Apro-fujimontecinismo). Al primero como ejecutor principal del genocidio del Frontón (y vice-presidente) y al segundo como enlace de Montesinos para los sobornos de la trasnacional chilena Luccheti. Fue candidato a regidor de la municipalidad de Lima en la lista del fugitivo Hurtado Miller que recibió un millón de dólares del SIN. Giampietri es un fascista abierto: "Cuando la Comisión de la Verdad (CVR) califica de "masacre" los sucesos del Frontón, es tal cual hacen los judíos cuando recuerdan su Holocausto" (Diario La Primera, 15-7-2005). Lo que esta afirmando este genocida es que los masivos crímenes contra el pueblo peruano perpetrados por las FFAA en el Perú son tan falsos como el aniquilamiento de millones de judíos por los Nazis.

Giampietri no esta de acuerdo que la CVR haya recomendado (y minimizado) que unos cuantos "descarriados" de las FFAA sean procesados judicialmente. El y los altos mandos del Ejercito piden el retorno del Fuji MonteCinismo, lloran y repudian la sentencia del nipón, pero se mantienen en el poder ahora encarnado en Alan García, hasta el regreso de los jueces sin rostro y el grupo Colina. Plagiando la tesis de los mismos subversivos a quienes dicen combatir (solución política a los problemas de la guerra), piden impunidad solo para los miembros de las FFAA encausados por crímenes. Con arrogancia declaran: "hemos sido juzgados, sentenciados y sobreseídos de la causa." (La Republica, 26-12-2005). Pero lo que ignoran estos individuos es que de acuerdo a la ley internacional los crímenes de guerra no pueden ser sobreseídos (no tienen estatutos de limitación).

La CVR, cuyos miembros en su mayoría estuvieron involucrados como ONGs en la guerra contra subversiva desde los 80’s, casi todos financiadas por el imperialismo, hizo el papel de juez y parte. Minimizaron el rol genocida del Estado a solo unos "excesos" de algunos "militares descarriados". Por otro lado le imputo al grupo rebelde 35,000 muertos para preservar la "buena imagen" de las FFAA y policiales. Así trataron de voltear la mesa y presumir que el movimiento revolucionario era el agresor y el viejo Estado la victima. Con este propósito, manipularon los datos en forma criminal, inflaron las cifras de victimas (ya documentadas con anterioridad), tergiversaron los argumentos del movimiento maoista y finalmente torcieron los testimonios de 17,000 personas que lograron entrevistar. Por ejemplo, cogieron unas líneas de un documento público del PCP que describe brevemente la acción guerrillera en Lucanamarca donde causaron decenas de bajas a las rondas paramilitares (las masas nucleadas y usadas como parapetos por el ejército).

Pero no reportaron que como represalia a esta acción subversiva, las FFAA aniquilaron esa comunidad campesina (lo desaparecieron del mapa). La CVR, sin proponérselo, reconoce que la revolución peruana fue dirigida por un Partido Comunista, reconoce que esa revolución fue esencialmente una guerra campesina en el cual 3 de 4 victimas eran campesinos quechua-hablantes (Prefacio del Reporte de la CVR). Pero el mismo documento del PCP que la CVR cita una y otra vez, presenta una estadística clara de sus acciones guerrilleras comparada a la de las FFAA. El 99% de los crímenes son atribuidos al Estado.

El aniquilamiento selectivo solo llega al 1% del total (acciones guerrilleras y el sabotaje económico). Por otro lado, demuestra que la aniquilación y el arrasamiento de comunidades campesinas eran parte de la estrategia contra subversiva. Junto a ello el cautiverio de poblaciones indefensas en nucleamientos militares (las llamadas liberaciones de bases senderistas), el maltrato sistemático, el asesinato en masa como forma de exterminación y el odio de clase para infundir temor y terror, fueron parte de la doctrina contrainsurgente. Pero para demostrar lo contrario y tapar los genocidios del Estado, la CVR no-tenia otra alternativa que fabricar cifras abultadas de victimas imaginarias con el fin de achacárselos a los rebeldes. Para tal propósito contrataron al Dr. Bell, un experto en interpolaciones estadísticas seudo-científicas que trabajo para EEUU en Kosovo, Bosnia e Iraq. La CVR llego al colmo de fabricar censos apócrifos para justificar el numero de victimas imaginarios atribuidos al PCP, que fue denunciado por varios investigadores sociales.

Acusar de crímenes de guerra a movimientos revolucionarios es vieja táctica del imperialismo para desacreditarlos ante la opinión publica mundial. Tal como lo hacen contra el PCP, lo hicieron en el Congo con el movimiento revolucionario de Kabila, con Hamas y la Intifada en el medio oriente, con los maoístas en Nepal, el ERI en Irlanda, etc. Hasta se atreven a comparar a los maoístas peruanos con Pol Pot de Camboya. Esta comparación grosera es negada inclusive por el senderologo Scott Palmer de Harvard: Los crímenes atribuidos a Pol Pot presuntamente se cometieron cuando estaba en control del Estado (si lo hubo fue terrorismo de Estado), la ideología de Pol Pot era nacionalista (persiguió a sus ciudadanos de origen chino y musulman) y el Khmer Rouge no era un Partido Comunista. Nadie puede negar que el PCP fue autor de aniquilamientos (especialmente como respuesta a los genocidios del Frontón en 1986 y Cantogrande el 92), pero esos episodios fueron muy selectivos y representaron menos del 1% de sus acciones guerrilleras que sobrepasan el millón (documentadas y probadas). Nada comparable con los genocidios persistentes y sistemáticos perpetrados por el Estado peruano durante mas de dos décadas. Los episodios breves y selectivos de asesinatos políticos no pueden ser considerados genocidios (B. Harff, 2000).

El genocidio del Estado peruano es comparable a la de Guatemala (1978), donde operaron escuadrones de la muerte de las FFAA, hubo múltiples masacres contra militantes y simpatizantes comunistas, incluyendo un desplazamiento poblacional forzado. Otro ejemplo es el de Sri Lanka (1989), etc.

La campana de la impunidad se convierte en tema central de cada circo electoral. El corrupto congreso de García Pérez impulsa un proyecto de ley que otorgue una segunda amnistía a varios militares identificados como autores materiales de horrendos genocidios cometidos durante la guerra contra subversiva. La primera amnistía a criminales de guerra (miembros de escuadrones de la muerte) lo otorgo el Congreso controlado por el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) de Montesinos en los 90’s pero quedo anulada por la Corte Internacional. Además de buscar la amnistía, están buscando el apoyo del gran elector histórico en el Perú: las FFAA, que siguen siendo controladas por militares fascistas y genocidas que prestaron lealtad al FujiMonteCinismo.

En conclusión, los genocidios y asesinatos políticos en masa en el Perú lo ejecutaron y lo siguen ejecutando escuadrones de la muerte de las mismas FFAA quienes responden a políticas de Estado. Todos los episodios de genocidio y asesinatos políticos en masa desde el Estado han sido perpetrados por las clases sociales en el poder con el propósito de aniquilar o destruir en su totalidad o en parte a grupos que le cuestionan y disputan el control del Estado peruano. Finalmente, como lo anticipo José Carlos Mariategui la revolución peruana fue y será fundamentalmente una guerra campesina.