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PERÚ: PARO NACIONAL ENTRE EL REFORMISMO Y LA REBELDÍA
Por: Carlos Angulo Rivas.
La jornada de censura a Alan García Pérez realizada a través de un paro nacional de incalculable magnitud no puede ser ignorada. El pueblo en todas las regiones del sur, centro y oriente se volcó a las calles en un noventa por ciento marcando un hito histórico de lo que vendrá a ser el poder popular de la democracia participativa; en las regiones del norte y Lima la contundencia de la paralización se hizo sentir fuertemente, sin embargo, es necesario mencionarlo, más como protesta que como censura. La reacción y evaluación del gobierno aprista nos muestra el gran temor de perder la administración del Estado putrefacto, único aparato de sostenimiento de la política neoliberal extremista en ejecución. Con las tres cuartas partes del país en contra en cuanto aprobación presidencial y con una nítida beligerancia exigiendo la desaparición de Alan García de la escena política, el pueblo con el contundente paro nacional le ha ganado la iniciativa y la moral al gobierno, por supuesto, esta última, si alguna vez la tuvo.
De la prepotencia y la arrogancia acostumbrada, Alan García ha necesitado humillarse ante el país para luego sacar las garras. No nos descuidemos. Antes del paro, el gobierno se vio en la obligación de recurrir al delincuente Vladimiro Montesinos para atacar a los trabajadores, campesinos, estudiantes y pobladores, mediante un spot publicitario, de muy mala factura, contra el país alzado en condena a su gobierno. Y para colmo de males, spot financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, adjunto al primer ministro Del Castillo, como si el dinero de las Naciones Unidas sirviera para tremendo despropósito. El pánico del gobierno echó mano, a su vez, a la represión masiva mediante un decreto supremo ilegal e inconstitucional autorizando a la Fuerza Armada, sin declarar el estado de emergencia, a salir a las calles a fin de amedrentar a la población. También el esbirro Mauricio Mulder, pretendido secretario vitalicio del partido de gobierno, quien se niega a la democracia interna y no convoca a la elección de nuevos dirigentes, tomó el toro por las astas y vociferó contra el paro nacional afirmando que “la CGTP y los sectores radicales buscan a través del paro, establecer su capacidad de movilización, ya que su objetivo final “es la toma del poder” “Quieren preparar un paro nacional indefinido, quieren acumular fuerzas para que puedan tener grupos que estén en condiciones de tomar carreteras 10, 15 ó 30 días sin que los desalojen”, manifestó. En ese sentido, indicó que de esta manera se buscaría “ahogar Lima”, desabastecerla al bloquear las principales vía de ingreso, y así “empujar a una renuncia del gobierno”. “Como hicieron con Sánchez de Losada en Bolivia, con Gutiérrez y Mahuad en Ecuador, y quienes capitanearon esa estrategia, Morales y Correa, ahora son presidentes”, puntualizó. Claro que sí, es cierto, aunque a Mulder le faltó agregar a Fernando de la Rúa en Argentina rescatado en helicóptero de la Casa Rosada, a Carlos Mesa también en Bolivia y Alberto Fujimori en el Perú renunciando por fax desde Japón. Pero Mulder, temiendo una asonada, en su desesperación soltó una gran mentira: “Ellos quieren la toma del poder y la quieren hacer como en Bolivia, no con elecciones, porque saben que por elecciones no ganan.” Esa calumnia es una grosería, oiga usted Mulder, porque Evo Morales ganó las elecciones limpiamente en primera vuelta y con más del sesenta por ciento de los electores a su favor.
Después del paro y seguramente durante la cura de litio, Alan García de dientes para afuera ha reconocido “que comprende la insatisfacción de alrededor de ’un 60 por ciento’ de la población de su país por el alza del precio de los alimentos y prometió hacer el mayor esfuerzo por enfrentar esa crisis mundial.” “Quiero que sepan que comprendo la queja de muchísimos peruanos, me ha tocado esta circunstancia, pero es mi responsabilidad hacerle frente’, dijo el gobernante al hacer un balance sobre la huelga nacional convocada.” Y, al día siguiente agregó: “El presidente de la República ni es tonto ni es ajeno a entender que este no es un problema de protesta solamente porque sube el precio del petróleo internacional ni porque suben algunos alimentos mundialmente, eso lo entiendo y lo comparto. Pero que de eso quieran aprovecharse algunos grupos que nunca han tenido éxito en las elecciones. Quieren aprovecharse de eso para atacar el sistema democrático y volver a conceptos que son del siglo 19” Observemos que aquí, como para apagar el incendio, el peligroso García Pérez se humilla echándole la culpa a la crisis mundial y no a su dictatorial política neoliberal y entreguista; pero luego saca la garra, pues nadie está atacando al sistema democrático si no a él, y a nadie más que a él, el líder del neoliberalismo extremista impositivo, a sangre y fuego, constituyéndose como es notorio en el hermano gemelo del narco-paramilitar Alvaro Uribe.
Sacar del poder a un presidente constitucional en función y comisión de delitos flagrantes, fraude total por incumplimiento de todas y cada una de las promesas electorales, corrupción total y ejercicio de un régimen de dictadura civil, es perfectamente democrático. Y no pertenece al siglo 19 sino a la esencia del sistema desde cuando nació la democracia, ya que el poder que ostenta, usted, Alan García Pérez, se fundamente en la delegación del poder soberano del pueblo. Delegación autorizada que puede ser retirada en cualquier momento por la mayoría del propio pueblo. Esto debe entenderse muy bien, porque cualquier mandatario es un funcionario de turno, y nada más; no es el dueño de la pelota ni el ejecutante de un cheque en blanco. En consecuencia, sacar a Alan García del poder por el bienestar de la república es incuestionablemente democrático, siempre y cuando se lo demande la mayoría de los ciudadanos. Y esta situación está muy cerca de ocurrir, no por imitación a lo ocurrido en Ecuador, Bolivia o Argentina, sino por necesidad histórica peruana e higiene ciudadana. Y es muy sencillo porque donde empieza la hambruna generalizada y se extiende la desigualdad, la exclusión y el desprecio absoluto por los pobres, mediante el cinismo contumaz, termina la ley de cualquier tiranía civil o militar.
Además, la principal materia, asunto o argumento del paro nacional, como lo ha señalado el cuasi secretario general vitalicio del Apra; Mauricio Mulder, ha sido y sigue siendo la salida de Alan García del gobierno. Y aquí debemos, dentro del análisis general hacer un deslinde, las marchas masivas, la paralización total y el bloqueo de carreteras en diversos puntos del país o sea en las regiones obedecía a la consigna ¡Urgente! ¡Urgente! ¡Otro presidente! Y así ocurrió en Arequipa, Cusco, Puno, Tacna, Moquegua, Ayacucho, Loreto, Ucayali, Ancash, Madre de Dios, Huancavelica, Junín, Lambayeque, Apurimac; regiones donde Alan García, identificado como traidor a la patria, cuenta con apenas 4% de respaldo popular y 96% de rechazo; estos sucesos han sido silenciados por la totalidad de los medios de comunicación masiva. En Lima, en cambio la paralización, si bien contundente y demostrativa, volvió a tomar los ribetes de la protesta y no de la censura, porque pedir cambio de la política económica o cambio de rumbo rechazando el neoliberalismo extremista es simplemente un imposible, es caer en el reformismo frente a la rebeldía y la desobediencia civil a manera de resistencia exhibida en las regiones. Notoria ausencia de dirección política como la seguida por el actual presidente de Bolivia, Evo Morales, cuando se dieron las censuras a los presidentes Sánchez de Losada y Carlos Mesa sucesivamente. Y es que a un gobierno apátrida como el de Alan García no se le puede dar oportunidad a la recuperación, pues amainada la tormenta llega la calma, lo anunció él mismo burlándose del paro cuando dijo después del nueve de julio viene el diez y santo remedio. Es decir la nave del neoliberalismo extremista continuará su destino llevando a la mayoría de los peruanos al abismo del infortunio.
Téngase presente, ninguno de los graves problemas del país se podrán sobrellevar y menos solucionar, mientras Alan García continúe de presidente corrupto y corruptor. El, junto a Uribe, son los individuos escogidos por el imperialismo para contrarrestar la integración soberana de América Latina y la futura liberación de los pueblos hermanos. En el Perú, García Pérez constituye la barrera, el parachoques donde se escuda la putrefacta casta política y empresarial de la sociedad presente, donde todos los organismos del Estado, Ejecutivo, Congreso, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Fuerza Armada, Poder Electoral, están inmersos en la inmoralidad y la desvergüenza. La protesta en este sentido tiene su propio cause y es un simple jalón de orejas a un sujeto incorregible, es como volver a creer en el “cambio responsable” ofrecido; la censura en cambio está dirigida a la expulsión del cargo que ilícitamente ocupa, debido a la estafa nacional cometida, a la traición perpetrada contra los intereses patrios y a la nula representatividad actual. Por consiguiente, la lucha popular emprendida con el paro nacional debe continuar con mayor vigor hasta lograr cualquiera de los siguientes tres objetivos democráticos y decentes:
a) La renuncia de Alan García Pérez y la convocatoria a elecciones generales en los seis meses siguientes.
b) La convocatoria a propia iniciativa de un referendo revocatorio del mandato presidencial, si gana se queda y si pierde se va, siguiendo el ejemplo de la democracia real, participativa, de los presidentes Hugo Chávez y Evo Morales.
c) La destitución vía huelga general y el nombramiento por el Congreso de un gobierno provisorio que convoque a elecciones generales.
No se olvide que el autoritarismo despótico de Alan García continuará, si lo dejan; por lo pronto ya pasado el temporal afirmó que detrás de la jornada de lucha contra su nefasta política existe “una conspiración y una maquinación contra el sistema democrático por parte de grupos extremistas.’ Por supuesto una defensa de la caricatura de democracia existente en el país, donde imitando a Luis XIV de Francia “el estado soy yo” el malhadado García Pérez cree en la premisa de “la democracia soy yo.” Justamente, por ello, a los 216 detenidos y a la dirigencia sindical y regional los quiere acusar de “terroristas, violentistas e instigadores” exigiendo a grito destemplado la intervención de la Fiscalía o sea el Ministerio Público a su servicio incondicional. Evidentemente, durante la jornada de lucha, en Lima faltó el gesto enérgico y valeroso, el acto fundamental de la rebeldía, la voz de orden en la multitudinaria manifestación de la plaza Dos de Mayo: la marcha hacia palacio de gobierno exigiendo la renuncia del tirano García Pérez. Tal vez no hubieran pasado más allá de tres cuadras, pero el gesto valiente marca las intenciones claras; recordemos que hasta Fernando Belaúnde, sin autorización alguna, ordenó a sus huestes una marcha a palacio contra el dictador Manuel Odría en 1956 y se hizo inscribir en el Jurado Nacional de Elecciones, cosa que le negaba la “ley” de entonces.