7 de octubre de 2023

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Vanguardia Nacionalista.

INVERSION MINERA Y POBREZA EN PERU

8 de octubre de 2007

Se dice mucho que la empresa minera trae consigo desarrollo a los pueblos, y que por ello habría que agradecerles el que se hayan dignado a invertir en nuestras tierras. Bueno, la verdad es que son las empresas mineras las que más ganan y por ende, deberían ser ellas las que estén más agradecidas con los pueblos de donde extraen sus utilidades.

Pero no es así. Quizá sea fácil opinar en favor de empresas como Yanacocha o Majaz cuando no se conocen hechos como el de Choropampa (donde se contaminó a todo un pueblo con mercurio), cuando no se ha visitado al pueblo "fantasma" de Hualgayoc, cuando no se ha atravesado la ruta hacia La Zanja en Santa Cruz, cuando no se ha visitado Chugur, cuando una comunidad como El Tingo pareciese no existir en el mapa, cuando una población como Huancabamba no ve reflejado en su economía los "beneficios" de dicha inversión.

En muchos de los lugares donde hubo minas, hoy tan sólo existe olvido y miseria. De recuerdo están las cuevas y grandes hoyos abiertos en sus cerros, los lagos de color amarillo ocre, donde antes los pobladores dicen que habitaban muchas truchas y que hoy tan sólo hay piedras con colores extraños, de recuerdo están sus tierras áridas, desnudas y ausentes de toda vida.

Y si se analizan las cifras de pobreza y educación, ¿quién en su sano juicio podría ser tan falso de decir que hoy los departamentos en los que hubo explotación minera tienen menos pobres?, ¿quién podría decir que hoy dichas poblaciones cuentan con más y mejor educación? Sólo lo podría hacer un funcionario ciego del sector minero o algún "político", devolviendo el favor y, claro, el auspicio, pero nadie con algo de información les creería.

Los problemas sociales y de conflictos que hoy atraviesan las empresas
mineras no son sino consecuencia de sus propias decisiones, de su negativa a dialogar francamente. Las empresas siempre han menospreciado al campesino, los tratan de ignorantes, sucios, borrachos, locos. Nunca respetaron su hábitat ni la autoridad campesina emanada de sus costumbres. Para ellos, el diálogo era con los "señores" Congresistas, con los alcaldes, con "autoridades" formales, pero no con las Rondas. Ellos pensaban que comprando a "líderes" compraban la voluntad de un pueblo, acallaban sus voces.
El gran problema radica en que el Estado (comprendido como gobierno y clase dirigencial) no logra (y muchas veces no quiere) entender el mundo campesino. Ambos hablan dos idiomas distintos. Y es que para entender ambos mundos hay que saber en qué se diferencian. En el mundo campesino, su entorno se desenvuelve en el mundo de las relaciones humanas comunitarias. En el del empresario, el entorno se da en un nivel personal, dentro de las relaciones comerciales.

En el mundo campesino, son características comunes la ayuda, el cooperativismo, la solidaridad. Para el mundo empresarial, las características que rigen su vida son el individualismo, el afán de lucro, la competencia, el mercado.

Y es que el mundo campesino se mueve mayormente en el contexto de lo informal (la palabra, la confianza), mientras que en el del empresario, éste se mueve dentro de la formalidad (el contrato, la desconfianza).

Los primeros se desarrollan en un mundo de las emociones, de las costumbres, de la historia y la cultura. Los segundos, se desarrollan en base a normas legales, coyuntura económica y política, es decir, el pragmatismo. Para el campesino, es de suma importancia la legitimidad y no tanto la legalidad. Para el empresario lo legal lo es todo, no interesa si su "derecho" o su "aspiración" son legítimos. Por ello, para el campesino la confianza se da entera pero por una sola vez, si es defraudada no vuelve a darse jamás. Para el empresario, la confianza no es un elemento esencial en su mundo, sino son los intereses económicos los que priman.

Finalmente, como ya lo había expresado, para el campesino, su relación con la naturaleza y con su medio ambiente es una relación familiar, en el que se involucran sentimientos y emociones muy fuertes. Para el empresario, la relación con el medio ambiente y el entorno es simplemente de provecho, la visión que se tiene es de utilidad, un material meramente transformable.

Para el Empresario, la tierra y los recursos naturales son un bien, un título, algo que puede comprarse y venderse. Para el mundo campesino, la tierra y los recursos son parte de su familia, es su vida, es su sustento.

Para el empresario el agua es un elemento más en todo el proceso para la obtención del oro. Para el campesino, el agua es sinónimo de vida, es lo que beberán sus vacas, su ganado, su familia, su siembra. Para el empresario el mercurio es un elemento que lo acerca más a ser más rico; para el campesino significa la muerte.

Los últimos acontecimientos ocurridos en Cajamarca (protestas de los campesinos ante Yanacocha) y las protestas que hoy se presentan en Majaz (y la próxima consulta popular), han originado que una serie de autoridades, medios de "información" y representantes de las empresas mineras, en el mejor de los casos mal informados y en el peor de ellos tendenciosamente, acusen directa o indirectamente a las ONG’s ambientalistas, a posiciones políticas o partidos de izquierda (muy débiles para poder movilizar a tantas personas) y a líderes sociales de financiar y/o apoyar acciones activistas en contra de la minería en el Perú. Pero ello no es real ni mucho menos cierto.

Estos grupos y líderes no se oponen, ni podrían hacerlo, a una inversión minera responsable en el Perú. Por el contrario, ésta sería considerada un potencial muy importante para el crecimiento económico del país. Bien se menciona que lo que deberíamos buscar todos en construir un país industrializado, donde no seamos tan sólo un país despensa sino que generemos con la materia prima extraída de nuestro subsuelo (que pertenece a TODOS LOS PERUANOS) una materia más elaborada, de mayor calidad, con mejor precio en el mercado, generando a su vez más y mejores puestos de trabajo.