7 de octubre de 2023

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CONOCER AL ENEMIGO SIN TEMERLE

Por: Alejandro García Ruiz (*).

15 de abril de 2007

El terror en los tiempos del "nanoarmamento".

Triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuándo no. (Sun Tzu *1).

Es el factor humano y no los recursos militares los que deciden la guerra. (Vô Nguyên Giap *2 ).

El físico norteamericano Richard Feynman [3], el 29 de diciembre de 1959, en el marco de una conferencia dictada en la “American Physical Society” abordó, con clarividencia inusitada, los verdaderos alcances de la manipulación de la materia a escala atómica. Tituló su exposición así: "Hay mucho sitio en lo más hondo".

Seguramente no se refería a lo relacionado con la ilimitada capacidad destructiva del inframundo mental de los halcones del imperio mundializador y asesino de hoy. Sin embargo esa hora ha llegado y no es ficción sino ciencia; ya no son teorías sino hechos.
La ciencia y la tecnología, como producto cultural, no son nunca elementos disociados de un posicionamiento ideológico, político y ético; son, como toda elaboración humana, expresión concreta de una concepción del mundo. La ciencia en sí favorece las premisas para una elaboración tecnológica y ésta se orienta en el sentido de los intereses de la clase que la controla en el marco de explotación que las relaciones de producción, en el seno del sistema, propician.

En la última década, el desarrollo de estas tecnologías en el campo de la guerra se ha profundizado de manera inimaginable, haciendo palidecer, incluso, las más fantasiosas elucubraciones de los guionistas hollywoodenses y dejando en el escenario de lo obsoleto lo que ciertos filmes bélicos nos muestran desde las pantallas.

En principio cabe detallar, someramente, qué es la nanotecnología como desarrollo y aplicación práctica a las estructuras y sistemas en escala nano [4]; en tal sentido es interesante señalar que el término “nanotecnología” es acuñado en la segunda mitad de los setenta por Nomo Taniguchi [5] en vinculación con la fabricación y manipulación de elementos a partir de diferentes capacidades en la precisión de dichas prácticas. Sugirió, con aproximación aceptable, que a partir del año 2000 la producción de piezas con tecnologías habituales daría paso a otras instancias superiores donde los niveles de ultraprecisión superarían la capacidad de concepción y manipulación de productos tecnológicos hasta cien veces menores (en relación a su tamaño).

En vinculación con la industria armamentista, estas tecnologías permiten y permitirán a quienes las posean, las controlen y las desarrollen, una ventaja estratégica fundamental en el campo del armamento, que no es igual a decir que posean una ventaja en la guerra como proceso. Esta ventaja, en directa vinculación con el poder económico y el grado de desarrollo de las investigaciones, favorecerá -una vez más- a quienes detentan un poder que se retroalimenta desde diversas áreas en un círculo ascendente que coloca, otra vez, a los países dependientes y a los pueblos del mundo en una posición incómoda. De igual modo, los Estados Unidos no son ni por asomo la única potencia que está invirtiendo fuertemente en el desarrollo de estas tecnologías; China, por citar un protagonista importante de la geopolítica mundial, no sólo está investigando seriamente sino que destina para ello más científicos e ingenieros especializados en la materia que el propio imperio norteamericano. India es otro activo agente en el desarrollo de estas investigaciones, y en la Comunidad Europea se comienzan a definir y propiciar, desde algunos gobiernos, importantes partidas de dinero a distintos organismos públicos y privados para la investigación nanotecnológica en su vinculación con el armamento y la guerra. [6]

Espías omnipresentes, armas autónomas, soldados inteligentes; todo es posible en esta dimensión desconocida.

La nanotecnología y las “nano-armas” dotarán a las guerras del futuro de una dinámica diferente a las habituales y que hemos conocido en los siglos XIX y XX; sin lugar a dudas, estas guerras provocarán efectos infinitamente más extraordinarios y dañinos (aunque muchas veces invisibles) que los que pudieron resultar del armamento convencional, del atómico, del químico y del bacteriológico. Las “nano-armas” son la quintaesencia de la dominación militar; son y serán, si cabe la paradoja, ya no armas inteligentes sino “pensantes”, en un sentido cuasi literal.

En este plano y desde un terreno multidisciplinario, cabe comprender que, el control de las tecnologías para trabajar a escala nanométrica implica, en la hora actual, la capacidad de combinar e imbricar elementos tecnológicos y biológicos a nivel celular, lo que significa, en este campo, que estamos hablando de la generación de nuevos elementos y por ende, tejidos y seres que ya son, desde su conformación híbrida, una supra especie ya no biológica o tecnológica sino bio-tecnológica con capacidades especiales e impuestas desde su concepción por los científicos que generan estas instancias. Es esta síntesis biológico-tecnológica no nueva ni reciente pero, combinada con la capacidad de la manipulación a escala nano y enmarcada en la estrategia militar, significa un verdadero salto cualitativo descomunal e inconcebible más allá de la valoración ética que pueda hacerse al respecto.

El “Gran hermano” de Orwell, perfilado en su novela “1984”, es un simple juego de niños en lo que atañe a la vigilancia y el control del individuo y los grupos sociales en comparación con lo que ya sucede y lo que nos depara el futuro inmediato. Estos aspectos clave en lo militar (la vigilancia y la prevención) son unos de los más visiblemente desarrollados hasta ahora; sin embargo, en virtud de las posibilidades que ofrece la nanotecnología, las formas actuales de vigilancia son obsolescentes en relación a las nuevas estrategias trazadas.

En este aspecto, y sólo por citar algunas cuestiones generales, podemos mencionar las investigaciones del “New Jersey Nanotechnology Consortium” [7], fundado a comienzos del milenio por Lucent Technologies y los laboratorios Bell; este centro de investigación está desarrollando importantes planes en el campo de la defensa estratégica con tecnología híbrida a escala nano. En esta materia se ha avanzado en dotar a las estaciones terretres de observación y a los satélites orbitales, de mayor capacidad combinada de operatividad y performance; para ello se trabaja en la generación de sensores para control del cielo, la tierra y el mar con lentes que desarrollarían dinámicas similares y superiores a las del ojo humano. De igual modo se están desarrollando nanosensores olfativos y auditivos; en el primero de los casos se trabaja en prototipos que tienen la misma capacidad olfativa que los perros y, en el segundo de los casos, en nanomicrófonos que eliminan sonidos de fondo y seleccionan el elemento a escuchar, aún en un campo de batalla.

En el terreno de la prevención y la contraofensiva cabe expresar que las investigaciones y el desarrollo de prototipos también se encuentra avanzado a niveles alarmantes; podemos concebir, sin temor a error, que se estén desarrollando patrullas de vigilancia nanorobóticas a ser lanzadas en un terreno de operaciones determinado con capacidad de obstruir las telecomunicaciones del “enemigo” y dejar inerme toda la logística electrónica vinculada a su defensa. Se concibe como probable y posible, también, que se estén desarrollando nanopartículas biotecnológicas inteligentes que se introduzcan en el cuerpo de “elementos hostiles” y permanezcan en estado de latencia hasta que puedan ser activadas por una señal específica.

Más allá de nuestra incredulidad, cabe analizar que, si estas informaciones están de manera relativa a nuestro alcance, la realidad concreta debe haber avanzado a puntos más “altos” en este terreno. La creación de una interfaz tecno-biológica, capaz de conseguir que un arma reconozca a su dueño y sea operativa sólo bajo su mando (cual si fuera un perro amaestrado), es otra área de trabajo ya abordada; mal que nos pese.

Manipulados, controlados y dirigidos a distancia.

La clase dominante, amén del poder que le brinda la riqueza expropiada y la superestructura construida para preservar dicha realidad, cuenta -debemos saberlo- con científicos mercenarios y mentes afiebradas capaces de concebir las más aberrantes formas de control de los ciudadanos.
Un sujeto paradigmático de esta capacidad, rayana en lo anormal, para negar la esencia humana es el neurofisiólogo José Delgado, de origen español y residente desde la década del 50 en la sede imperial; fue en un periodo Director de la Escuela de Medicina de la Facultad de Yale, antro -elitista si los hay- del cual surgen muchos de los cuadros intelectuales y científicos de la bestia en celo.

Este sujeto tuvo, tempranamente, la bonita idea de crear una sociedad cibernoide mentalmente controlada; a este engendro le llamó sociedad “Psico-civilizada”. Dijo, y existe documentación diversa al respecto, lo siguiente: “Necesitamos un programa de psico cirugía apto para el control político de nuestra sociedad. Nuestro objetivo debe ser el control físico de la mente. Cada individuo que se desvíe de la norma rectora puede y debe ser mutilado quirúrgicamente". Agregaba con proverbial sutileza : "El hombre no tiene derecho a desarrollar su propia mente. Debemos controlar eléctricamente el cerebro.”

Permítasenos repetir que este individuo fue promovido a una responsabilidad de doctorado en una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos de Norteamérica; esto no es casual ni antojadizo.

Este aspecto del trabajo de intervención mental (verdadera lobotomía proactiva) ya está en marcha. Se implantan chips en el cerebro, los cuales actúan induciendo y/o interfiriendo artificialmente al individuo en cuestión. Ya se está trabajando este aspecto en instancias de hibridación a escala nano a nivel neuronal a efectos de evitar implantación de chips tradicionales y utilizar el propio sistema nervioso del individuo en cuestión (nano-adaptado) como garantía de su propia anulación como ser pensante. Abominable pero cierto; como el sistema de dominación que lo posibilita.

¿En el terreno de las hipótesis?

Imaginemos un campo de batalla: ¿América?; elijamos una región: ¿el Cono Sur? Aceptemos como buena la hipótesis de un estallido social y de un proceso combinado de lucha guerrillera urbana y rural junto con una situación revolucionaria; imaginemos el cuartel general de la revolución y a su estado mayor debatiendo la táctica para el asalto a la fortaleza enemiga y el golpe de gracia al lacayo de turno.

El comandante UNO, sobre la mesa (en una tienda de campaña o en un oscuro sótano de algún perdido poblado suburbano), agita sus brazos, ordena, requiere y gesticula. A su lado, la plana mayor del ejército revolucionario estudia mapas, rutas de ataque y de repliegue; comunica partes de batalla y recibe información interceptada al enemigo. Sobre ellos un molesto insecto revolotea, zumba y fastidia; los manotazos al vacío intentan despachar a esa pequeña mosca molesta. En algún lugar del imperio, frente a una pantalla de algún súper ordenador de última generación, ese insecto con un único par de alas, se observa activo. Sus ojos, conformados con hasta 4.000 facetas, vuelcan imágenes recogidas por una “bio-tecno-nano-cámara” integrada a su organismo. El Departamento de Estado corrige tácticamente su plan de trabajo. Un miliciano rebelde, con un golpe seco, aplasta al molesto insecto sobre la solapa de su uniforme verde oliva. El imperio tiembla.

COROLARIO

No hay imperios invencibles; cayó Roma, fue derrotado Napoleón, sucumbió la bestia nazi frente al coraje del pueblo soviético y el ejército rojo; venció Viet Nam y venció Cuba. Ningún imperio puede vencer ante una guerra prolongada de todo el pueblo; el imperio no resiste una lucha de guerrillas en terreno hostil durante mucho tiempo; el imperio es un centro de mando y unas fuerzas bélicas en un terreno de operaciones determinado pero su fortaleza militar se ve disminuida por la escasa o nula fortaleza ideológica de sus soldados y por la escasa o nula cohesión existente entre su mando y su propio pueblo.

Los pueblos en lucha, dialécticamente enlazados a las vanguardias político-militares, han sabido vencer siempre a los opresores, aún en el marco de evidente desventaja tecnológica en el plano militar. Así será.

Alejandro García Ruiz del Consultivo de Dirección de la
COLUMNA ARTIGUISTA DE LIBERACION
Montevideo, Uruguay, 1 de abril de 2007

NOTAS:
[1] Sun Tzu, general chino que vivió alrededor del siglo V (aC). La colección de ensayos sobre el arte de la guerra, a él atribuida, es el tratado más antiguo que se conoce sobre el tema. A pesar de su antigüedad sus conceptos siguen manteniendo vigencia.
[2] Vô Nguyên Giap (1945-1980), general y ministro de Defensa vietnamita y figura destacadísima en la victoria militar de Vietnam. Experto en la táctica de guerra de guerrillas, planificó y dirigió las operaciones contra los franceses que culminaron con la derrota de éstos en la batalla de Dien Bien Phu . En la década de 1960, Giap supervisó las operaciones guerrilleras contra Vietnam del Sur y Estados Unidos y planificó la ofensiva final (conocida como del Têt) en 1968, la cual significó un tremendo golpe psicológico para los norteamericanos.
[3] Richard Phillips Feynman (1918-1988), físico y premio Nobel estadounidense, nació en Nueva York y estudió en el Instituto de Tecnología de Massachusetts y en la Universidad de Princeton. En 1942 Feynman participó en los preámbulos del proyecto Manhattan, el programa de desarrollo de la bomba atómica de Estados Unidos. Prosiguió este trabajo durante la II Guerra Mundial en el laboratorio de Los Álamos en Nuevo México. Desde el 45 hasta el 50 dio clases de física en la Universidad de Cornell. En 1950 fue profesor del Instituto de Tecnología de California. Compartió el Premio Nobel de Física del año 1965 con el estadounidense Julian S. Schwinger y el japonés Shin’ichirō Tomonaga. Feynman fue nominado por su investigación de la transformación de un fotón en un electrón y en un positrón, y el descubrimiento de un método para medir los cambios producidos en la carga y en la masa. Tuvo un papel relevante en la comisión que investigó la explosión de la lanzadera espacial Challenger en 1986.
[4] Nano (1 nanómetro, nm,
equivale a 10-9 metros).
[5] Nomo Taniguchi (científico japonés).
[6] "Plan (español) Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 20004 – 2007”, versión en formato PDF (Área Seguridad y defensa, páginas 104 a 108) en internet en: www.
[7] New Jersey Nanotechnology Consortium, en internet (www.njnano.org)